Peleo con los Perros

(Publicado el 26.09.07)

Peleo con los Perros
Por alimento


Por Lic. Víctor M. Barranco C.

No tiene mañana. Ni le importa. Solo hoy es su preocupación. Su vida concluye cada noche, cuando al final de la jornada, unas veces puede darle de comer a su familia... y muchas otras, solo puede acompañarles en la fatiga que produce el hambre. En esa alarma que se enciende en su estómago varias veces por día, sin que pueda hacer nada para acallarla. No tiene nada que agradecerle a la vida. Muere cada día en cada desprecio recibido, en cada sueño incumplido, en cada fatalidad vivenciada. En sus manos, nada que recuerde la suavidad. Lo áspero, lo curtido, lo mugroso, tan solo evidencia el camino andado, unas veces a los tropezones, y otras, solo porque no existe otra manera de andarlo. Siente que tiene nombre, únicamente, para no ser ignorado por siempre. Deambula, entre la generosidad de los demás, y la habilidad para despertar –también en otros- la tristeza. No lo indigna la lástima, simplemente, vive de ella. La explota. Ha perdido la noción del respeto a sí mismo. Extravió hace mucho tiempo el metro del valor personal. No sabe de dignidad, solo indignidades signan su espacio vital. La autoestima es un estorbo cuando todos lo han abandonado. Padece la modernidad, cada vez que observa en el prójimo, lo que a él se le niega casi con ensañamiento. Lo más grave de ser pobre no es la carencia, es no poder optar, no poder elegir, tener que conformarse con lo que dejan los demás, o con lo que a otros no les sirve. Ser siempre el último a la hora del reparto. El recogedor de sobras. Tener que agradecer que le den, lo que quienes le dan…desprecian. Comer de lo que dejan, las sobras, lo viejo, lo que está dañado o a punto de dañarse y no poder protestar por su contenido, pues inmediatamente lo llaman malagradecido. Mirarse continuamente en el desprecio ajeno, incluso del de aquel o aquella que le da algo, pero con asco, tapándose la nariz. Con un no directo o disimulado, cuando a alguien que se dice generoso, le solicita pasar a su sala de baño para despejar sus entrañas. Con un callo en el alma, en la conciencia, para no molestarse cuando le ofenden en lo que le queda de amor propio… en ese vivir, solo para morir poco a poco lo que resta de vida, o de respeto. Por ello, algunos para sobrevivir, para seguir viendo el camino, solo requieren de la luz de los ojos de unos hijos, unos amigos, cualquier familiar, capaz de atenuar la resequedad en que escriben su vida, en medio del desierto.

- ¿Dónde vives?
- “Cerca de Santa Rosa. En un rancho con mi mujer y mis dos hijos. Allí duermo, pero no vivo. Allí están los cartones, el zinc, el banquito, los dos colchones rotos y sin sabanas, el pocillito de plástico, tres platos, unos cubiertos, un radio, cuatro sillas, una cocinita, unas velas y fósforos…lo que, sin ironías –solo las de mi propia vida- conforma mi hogar. ..donde, como le digo, solo duermo pues vivo en la calle, recogiendo latas, haciendo de ello un trabajo que a punta de sudor, sin hacerle daño a nadie, la mayoría de las veces me permite llevarle algo de comer a los muchachos. Hurgando en la basura, como los perros, y hasta peleando con ellos alguna sobra útil, algún resto, algo que pueda comer o vender”.

- ¿Qué edad tienes?
- “36 años. Pero parecen mil. Tengo días que duran meses y meses que duran años. No sabe usted lo largo que es el día cuando lo que se reciben son desprecios, y el hambre sacude el cuerpo sin compasión. Cuando el frío azota a los niños y lloran, y es solo el abrazo el que puede calmarlos porque no tenemos cobija, ni abrigos. O cuando alguna rata se mete y me los muerde, peleando literalmente con nosotros la comida...pues como nosotros, ellas se alimentan de los restos. O cuando alguno enferma y no hay como comprar las medicinas. Imagínese señor a su hijo llorando, y no poder hacer nada para aliviar ese llanto”.

- ¿Qué pasó con el trabajo?
- “Trabajaba en una tienda. Llevaba la contabilidad. Me despidieron porque las cosas andaban muy mal. Con las prestaciones di la inicial para un “Tico”, y comencé a trabajar como taxista… quizás fue mi mejor época. Pagaba el carro, comía bien, y hasta para un par de cervecitas me alcanzaba. Un día monté unos muchachos, me pegaron, me dieron dos tiros, y me robaron el carro. Hasta allí llegó la cosa. El seguro estaba a nombre de la concesionaria, porque estaba pagando el carro, y perdí lo que había pagado. Me quedé sin trabajo, sin carro y sin plata. Me botaron de la casita que tenía alquilada en Los Cerrajones. Mi mujer comenzó a trabajar en una casa de familia hasta que salió preñada. La botaron, y no la arreglaron. Nos quedamos los dos en la calle, y esperando familia. Barrí, corté grama, lavé carros, pedí... hasta que poco a poco me fui quedando sin hacer nada. Me enfermé de los nervios, y estuve hospitalizado. Mi mujer hizo lo que pudo hasta que me recuperé. Hice buhonería, hasta que llegué a este estado donde recoger latas, es la única posibilidad de llevar pan a mi casa que tengo...al menos por ahora”.

- ¿Y tu mujer?
- “A veces hace unas empanadas para vender. Pero la mayoría del tiempo no tengo con qué comprar los ingredientes. Somos una familia unida, mis niños son decentes. Tienen alguna ropita que me han regalado. Los enseño a leer y a escribir y cuando puedo los llevo al Parque Bararida. Aunque sea solo para que vean. Los llevo a la plaza de Santa Rosa cuando hay conjuntos tocando. El hecho de que uno sea pobre, no obliga a amargarle la vida a los muchachos”.

- ¿Y no has buscado hacer otra cosa?
- “Mucho, pero nada que consigo. Incluso un primo que tiene un negocio de frutería, me dijo que si las cosas mejoraban podía ir a trabajar con él… pero, por cómo repican las campanas, lo veo difícil. A veces lavo carros...pero por lo general con esta pinta de sucio, con este andar harapiento, muchos me sacan el cuerpo y aunque me necesiten, descartan lo que puedo hacer por ellos, y me dicen que después. Es que el hábito hace al monje, aunque no queramos. Pero cómo puedo andar limpio y bañadito, si no tengo para comer…y ni siquiera agua para beber?”.

- ¿Crees en Dios?
- “Sí. El me ha permitido sobrellevar la carga con dignidad. Me ha permitido tener una familia, un techo que, aunque se gotea, es un techo. Y de vez en cuando hasta comida caliente. El me da valor en mis noches de miedo. Me apacigua en mi larga rabia. Es quien cuida de mis hijos, porque yo a veces no puedo pues estoy en la calle. Es quien provee la salud, pues no puedo pagar ni médicos ni medicinas. Es el reposo. La calma. La serenidad. Esa esperanza que aunque extraviada por ahora, aún no pierdo del todo”.

- ¿Crees en el futuro?
- “Tengo dos hijos. Por ellos tengo que creer. Estoy obligado a hacerlo. Aunque de verdad que cada noche me parece imposible que haya llegado a una nueva jornada vivida. Veo a mis hijos, y veo en sus ojos a Dios. Veo a mi mujer y en su esfuerzo, en su comprensión, a veces en su hambre, descubro toda la felicidad del mundo… hasta el día siguiente, que me levanto, y de nuevo caigo en la realidad que vivo y a veces hasta me desespero. Reniego. No sabe usted cuántas veces me ha pasado por la cabeza la locura de la muerte. En ese momento, me imagino que Dios me ilumina, pienso en mis hijos, en mi mujer...en el daño adicional que puedo hacerles, y aterrizo de nuevo en mis dificultades prometiéndome una y otra vez, no pensar más nunca en éso”.

- ¿Piensas que el gobierno te debe ayudar?
- “Yo creo que me debo ayudar yo mismo. El gobierno es una sarta de mentiras. Y si te ayudan te quieren poner una cachucha de ellos. Prefiero que mis hijos tengan poco, pero sean dignos. Yo no tengo nada que dejarles, aspiro por lo menos que les quede, de mí, un buen recuerdo. Que me miren y me respeten. Que se acuerden de mí, así sucio, y que sin embargo no se avergüencen. Ya es suficiente humillación la vida, para tener que soportar el irrespeto de saltar o brincar o aplaudir por un trozo de pan. Los gobernantes piensan que nos hacen un favor cuando nos dan algo, olvidando que lo que nos dan, es de todos, solo que ellos lo administran. Si alguien me da algo de lo que me corresponde, sin exigirme alguna indignidad a cambio, bienvenido. Pero si para ello tengo que inscribirme en algún partido, besarle los pies a algún político encumbrado, o ir a Caracas a hacer bulto en una manifestación…me quedo recogiendo latas, pero mirando a mis hijos a los ojos sin vergüenza. Con hambre, pero sin vergüenza. Pues no me importa el desprecio de los demás si tengo el cariño de mis hijos”.

Nunca sabe uno donde hay un aprendizaje. Ni adivina en cuál oscuridad está por aparecer un manantial de luz. En cualquier ser humano siempre hay una reserva de dignidad, un fundamento de respeto, un estadio para la autoestima si en medio de la tormenta, si sorprendido por el huracán, si azotado por la inundación, la necesidad ha provisto herramientas para, con la tristeza como materia prima, haber construido un flotador. No hay más pobreza que la humillación. La carencia, a veces es un señalamiento, un tatuaje, una marca, una carga, que siempre resulta menos pesada, cuando es compartida con otros en medio del afecto. Escribir futuros, aunque sea de pesadilla en pesadilla, de horror en horror, de miedo en miedo, de hambre en hambre, de insomnio e insomnio siempre convoca a una esperanza. Por más marginal que uno sea. Por más duro que nos trate la vida. Por más indefensos que nos encontremos. Sentirse protector, siempre resulta mejor que sentirse protegido. Por eso, el valor de la familia se crece en las carencias. El valor de una compañía, si bien no mitiga la soledad, por los menos la apacigua. El misterio de Dios, con sus premios y sus castigos, no es fácil descifrarlo en medio del miedo, del hambre, de esa desesperación que sucede a la angustia cuando la soledad enciende todas las alarmas. Sin embargo, el principio, el respeto, poco tienen que ver con la holgura o escasez económica. La vida, para vivirla, requiere de un poco de carencia. Nadie que no conozca la oscuridad intensa de la noche, va a valorar en su justa dimensión la luminosidad, brillo y claridad que llega con el amanecer, cada día. La vida para aprenderla, requiere algo de necesidad. El sobresalto de alguna carencia. Quien todo lo tiene, nada extraña. El problema fundamental de quien ha podido cumplir todos sus sueños, es que agota su capacidad de soñar...y por ende, de dibujar motivos para la vida. Bien decía alguien que la barriga llena solo produce sueño… que es el hambre quien agudiza el ingenio. Se le olvidó agregar que también agudiza la tristeza... el lento camino hacia el otoño, en medio de la más vil de las tormentas.




Soportar la requisa

(Publicado el 19.09.07)

Soportar la requisa
Es una humillante prueba de Amor


Lic. Víctor M. Barranco C.

Tiene apenas algo más de 20 años. Una mezcla de alcohol y traición, acabó en un segundo con sus planes, sus proyectos, su familia. De nada valieron muchos años de recto proceder, una vida sin tachas…cuando en esta sociedad somos juzgados por lo último que hacemos. En sus ojos no hay brillo y, si hay alguna esperanza, está sepultada en lo opaco de una mirada resignada solo a descubrir miserias en las otras con las que a diario tropieza. Después de estudiar, de trabajar, de tener éxito, de ser respetado y reconocido...hoy, la autoestima es solo algo del pasado. Las humillaciones lo han convertido en una especie de suma de angustias, donde la carne maltrecha, tiene dibujada en acero y fuego, las pasiones de quienes comparten su nuevo domicilio. La vida ha aprendido a defenderla hasta con los dientes. Respira el peligro. Convive a diario con la muerte, el abuso, la vejación, el cambio de los valores. Donde mora, no hay más principio que el interés…más valor que el monetario. Más amistad que aquella que consecuencia el intercambio de favores. No hay espacio para el amor. Las visitas conyugales no son sino una práctica aberrante del morbo. La exposición a todo tipo de vejaciones del ser amado, a la entrada del establecimiento en requisas irrespetuosas y humillantes. Y una exposición ante todos que hace de algo íntimo una especie de función de circo para los otros reclusos. Es un gran mercado de carne, de armas, de favores en los que participan todos, sin excepción..en una especie de acatamiento obligado a la ley de supervivencia. No se conoce el valor de la palabra respeto…y no se puede adivinar, a veces, quién tiene más amargura...si los reclusos o los custodias de ellos. Sus noches son el encuentro con una sucesión de fantasmas, ésos que escriben en el sitio de la angustia todos sus temores. Esos que están dispuestos a enterrar su odio en la carne, en la mente, en la vida de quien se le atraviese. Ese carnaval de las miserias, esa fiesta patronal de la maldad...más cómo una venganza, que como una conducta congénita. La hombría…solo resiste el límite del aguante y la fuerza física. La diferencia entre quienes están allí, a veces ni existe. Son igualmente tratados condenados y procesados. Culpables y presuntos inocentes.

-¿Por qué estás preso?
- “Por homicidio. Una noche de palos en mi llano natal, me emborraché y en una discusión que ya ni sé que, ni quién la comenzó, me armé de una botella y maté a un buen amigo que andaba conmigo...defendiéndome de una agresión que él me hiciera con una navaja. Fue una respuesta a un ataque sorpresivo, a un estallido de locura de un pana de toda la vida enceguecido por el aguardiente en una mala hora. De allí en adelante todo sucedió demasiado rápido. Me golpearon, me detuvieron...y desperté, con la vida arrastrada por el suelo, solo en minutos. Repudiado por mi mujer, por mi familia, por mis amigos, acusado de un delito que no recuerdo haber cometido y con un calificativo que jamás pensé tener...el de asesino”.

-¿Habías tenido antes alguna pelea, alguna reacción violenta?
- “Qué va cámara. Más bien siempre fui medio pendejón. Lo mío era un cuatro, un arpa...una canción. Nunca estuve en peleas, ni agredí, ni fui agredido. Me educaron para el estudio y el trabajo. Para cuidar el apellido y el honor de la familia. Estudié, trabajé, me enamoré y me preparaba para irme a Caracas a un trabajo que me habían ofrecido, cuando pasó lo que pasó”.

-¿Cómo ha sido la vida como preso?
- “De perro. Ahí si tuve que avisparme, para que no abusaran de mí.
La primera noche en la sede de la policía, me quitaron el celular y veinte mil bolívares para no meterme en una celda con malandros. Para evitar que me violaran en mi primera noche preso. Me metieron miedo, me mostraron la jauría que sonaba jarros y metales contra las rejas vociferando…”llegó carne nueva”…entré en pánico y di todo lo que tenía...todo lo que cargaba encima. Traté de llamar a un hermano, y éste me mandó a decir que para mí, él estaba muerto. Que yo era la deshonra de la familia…que me hiciera la idea que ellos estaban muertos…como si la familia fuera sólo para las cosas buenas. Como si mamá, papá y hermanos son solo vínculos en la alegría y enemigos acérrimos en la tristeza. Como si contar con ellos en la dificultad, fuera un abuso. Hablé con uno de esos abogados que como zamuros visitan las cárceles. Este me quitó 70.000 Bs. que tenía guardados, y nunca más lo vi. Aprendí a pelear para que no me violaran, ni abusaran más de mí, de lo que yo sentía abusiva ya la sociedad. Portarse bien en una cárcel venezolana es condenarse a ser abusado por los presos y por las autoridades. No se puede mostrar debilidad porque eres una “papita”…allí aprendí como se “tira” un atraco. Tuve que consumir drogas, so pena de aparecer como un delator frente a mis compañeros...y para que usted vea cómo son los valores en ese submundo que debía corregirme…lo que me salvó de ser utilizado, obligado, conminado a delinquir adentro fue que entré como asesino, y eso en la cárcel, proporciona algún respeto. Nuestras cárceles no son para hombres…son para animales.”.

-¿Lloraste?
- “La primera vez que mi mamá me visitó. En ese momento me sentí la persona más feliz, pero más desafortunada, del mundo. Incluso, llegué a olvidar por instantes, dónde estaba. Es impresionante cómo me hizo feliz su mirada, como sentí sus caricias, como anhelé su comprensión…como me arrepentí de haber dejado de ser niño. Cómo en esos ojos, pude ver toda la inmensidad del mundo. Sin embargo, cómo me sentí culpable de su sufrimiento. Me miré en cada una de sus canas y me sentí responsable por cada una de ellas. Me culpé por ser el dibujante de cada una de sus prematuras arrugas, y sin embargo me asomé a su ternura, y desde allí pude ver lo grande de la esperanza. Lo bueno de la lucha. Lo necesario de sembrarme de nuevo una pasión por la vida”.

-¿Cómo estás ahora?
- “Mejor, pero no bien. Aprendí a cocinar y estoy a cargo de la cocina del internado. Eso me da el privilegio no solo de comer bien, sino de estar en un sitio más confortable, y de rebajar la pena por buen comportamiento. Acá no hay conflictos mayores, ni riesgos inesperados. Es una especie de refugio sereno en medio de esta selva de miserias”.

-Tu mamá... ¿cada cuánto tiempo la ves?
- “Veo con frecuencia a la vieja, a tal punto que se mudó desde el llano para esta ciudad a fin de acompañarme, de estar cerca del hijo tremendo. Aquí hace empanadas, dulcitos, y con ello me ayuda y se ayuda. Me proporciona una fe, esa necesidad de esperar el nuevo día solo para verla. Es un huracán de amor. No me habla del accidente…me renueva las cosas lindas de mi niñez. Tiende puentes a la esperanza...y en medio de su trabajo, encuentra espacio para mostrarme el valor de cada madrugada. Preso, es como valoré más a mi madre. Hoy ya no tengo peligros, estoy en la celda de mínima seguridad. Están revisando mi caso, y una abogada que mi mamá conoció y que me está ayudando gratis, dice que salgo este año porque tengo atenuantes”.

-¿Y el amor?
- “En cada sueño despierto que cada día tengo. Ya no me importa tanto el buen cuerpo… solo lo físico, como lo hacía antes; tampoco aspiro a tenerlas todas, ni a llevar un récord personal del sexo compartido…. ahora valoro la compañía, la ayuda… cosas distintas al sexo…aunque el sexo me sigue gustando mucho. Me empaté con la hermana de un compañero en las visitas, y creo que encontré algo especial. Quererlo a uno en esta situación, debe ser quererlo mucho. Calarse este calvario de veme en este sitio sin ninguna privacidad, ni respeto a la relación de dos enamorados…soportar esa requisa que lesiona la intimidad, humilla la decencia y vulnera el más elemental respeto humano…es la más hermosa prueba de amor que he recibido”.

-¿Corrige la cárcel?
- “Qué va cámara. La cárcel prostituye. Veja. Humilla. Lo malea a uno, aunque uno no quiera. Te muestra lo más feo del ser humano, y te obliga a conocer la homosexualidad, la droga, el abuso, la ley del chuzo, el odio, el deseo de venganza, las técnicas delincuenciales y a más de un maestro del delito, con uniforme, chapa y arma oficial. La cárcel te estimula un sentimiento que es más fuerte que el amor…el deseo de venganza En la cárcel es donde uno se gradúa de delincuente de grandes ligas”.

-¿ Por qué tú no?
- “Por mi vieja. Si no hubiera aparecido a tiempo, yo estaría delinquiendo, Porque aquí se delinque desde la cárcel. Hay mucho jefe de secuestro y de robo, que desde su celular gira instrucciones…y con ello paga alguna salida nocturna...algún arma…o alguna mujercita. La cárcel es la oficina de mucho pillo. Por ello yo les pido a los familiares de los presos, que los visiten. Que no los dejen solos. Que en la cárcel la diferencia entre pervertirse y corregirse, puede ser la visita de un familiar. La atención de un amigo…la esperanza de un amor. No hay nada más perjudicial que el ocio. Acá uno tiene tiempo para pensar las mil porquerías, y mucha gente para estimulárselo a uno. Mucho tiempo para tejer barbaridades. En este sitio, nada sorprende. Pero todo, te lesiona”.

Estrecho su mano, y en ese apretón siento, toda la carencia del mundo. Lo observo, y veo cuán lejos está de esa clasificación de asesino que le estampó la sociedad y se estampó el mismo gracias a una noche de parranda. Nadie puede prever el destino. Nadie es dueño del futuro. Nadie está exento a ser víctima de sus propias debilidades. Son pocos los que saben cómo cobra la vida los placeres. Ni siquiera aquellos que estudiaron “para buenos”, y el alcohol de manos de una discusión, los convirtió en malos, para siempre. No es fácil aprender lecciones en medio de las más viles miserias. Ni brillar en medio de tanta inmundicia. No es fácil ser comprendidos, cuando los dedos señalan acusadores, aún, cuando no tengan razones de peso para ello. Resulta difícil recomponerse, cuando todos te desprecian y te empujan al abismo. Cuando nadie quiere que salgas del foso, si no que te entierres más en él. Cuando te falta el apoyo de la familia, que cuida más el que dirán que al que está en problemas. La comprensión de los malos, en un momento vil, te contamina de alguna manera; frente al rechazo de los buenos. Es más fácil el perdón entre culpables...que entre aquellos que se consideran castos e inocentes.

En la Gil Fortoul

(Publicado el 12.09.07)

En la Gil Fortoul hay sonrisas
Que curarían cualquier tristeza


Lic. Víctor M. Barranco C.

En sus espacios, unos 50 niños con toda suerte de carencias, encuentran el amor, la ternura, el cariño, la atención que no conocían. Han sido convidados del olvido. Protagonistas del abandono. Actores involuntarios del injusto reparto de la vida. Sin embargo en sus caras hay sonrisas que curarían cualquier tristeza…medias palabras que cualquier alma sensible quisiera escuchar…además de manos, oídos y mucho cariño que ofrecer. En sus cortas existencias se tejen cuentos e historias de maltratos, enfermedades, ausencias y padecimientos. Solo esperan que alguien les regale un poco de atención para que distraigan algunos de sus momentos. Una compañía que les interrumpa el a veces atormentante ruido del silencio, la característica consecuencia de la soledad, ensañada contra ellos. Tienen un repertorio de muecas, palabras, medias palabras, gestos que son como canciones en su duro trajinar hacia la igualdad con los otros…. Se han especializado en la orfandad familiar, y es en una casa ajena –que el amor de sus cuidadores ha convertido en propia- donde hay chucherías, cuadernos, mimos, cuidos, padres sustitutos y colores para alegrar de alguna forma sus sentimientos. Son como esos lápices que se toman el uno al otro para escribir lo que el corazón les apunta. Es una luz que se enciende cuando nos percatamos que hay a quienes se les hace de noche, prematuramente, en su imaginación. En la casa hogar Madre de Calcuta, hay un unirse al amor, más allá de las diferencias…aceptar las otras vidas, aún por encima de las dificultades...perseverar en el enseñarlos a andar juntos, aún por encima de las dificultades…una muchachada que paga las consecuencias de irresponsabilidades que no son suyas, solo para –en manos de la generosidad de otros- alcanzar la madurez plena. Allí el aprendizaje nunca termina. Ni el formal, que se imparte en improvisada aula, ni el informal que se da durante las 24 horas del día a manos del fundador, de las colaboradoras y de los vecinos de la José Gil Fortoul que se han convertido en padrinos de esos niños, cuyas edades van desde pocos días de nacidos, hasta adultos a punto de obtener sus títulos universitarios. Un silencio, una espera, el tiempo marcando su carne, su mente, sus nuevos afectos de nuevo y para siempre. Mil caracoles partidos, como significando aquellas tragedias que como grito permanente le regalaron como vida. Unas marcas, un dolor, una discapacidad, un maltrato, una violación conviviendo con ellos, solo con la esperanza de poder superarlo, definitivamente, algún día…sin dudas; el drama interno, como torbellino.

-¿Quién es el responsable de este centro?...pregunto a quien me invita a visitarlo
- “El hermano..me señala. El, ha sacrificado su carrera, su salario, su cargo, por dedicarse a la atención de estos niños con toda clase de problemas. Algunos han sido violados. Otros, ha llegados en etapa crítica de desnutrición. Muchos, abandonados por sus padres. Hay aquí un catálogo variopinto de irresponsabilidades, carencias, omisiones y culpas cotidianas de muchas de nuestras familias. Y como usted ve, a pesar del inmenso número de niños que se atiende acá, todo está limpio, aseado. Hay un espacio incluso para recibir clases. Un tiempo para el afecto. Unos brazos para el cobijo. Mucho rato para escuchar y compartir. Algunos juguetes para el entretenimiento. Y voluntarios y vecinos prestos a proporcionar la calidez, la dedicación, ese amor que les quitaron en mala hora…o que, simplemente, nunca tuvieron”.

-¿Qué edades tienen los niños?
- “Hay de todas las edades, licenciado. Desde días de nacidos, hasta casi adolescentes. Estas puertas están abiertas para todo aquel que lo necesite. Con la ayuda de Dios y de mucho voluntario, hemos podido multiplicar los panes, los teteros, los medicamentos.”

-¿Qué padecen?
- “Hay de todo. Desde aquellos que padecen de lo más triste...el abandono de sus padres, pasando por retraso, parálisis cerebral, autismo...hasta aquellos que sus padres no pueden mantenerlos. Incluso de madres que tienen dos o tres hijos acá, y están de nuevo embarazadas. Y a veces no es maldad, irresponsabilidad, aberración, ni siquiera ignorancia…es tan solo necesidad. La consecuencia de un embarazo no deseado, el alcoholismo de la pareja, el machismo mal entendido de quienes preñan...pero no responden. La comodidad de algunas que saben que aquí están sus hijos bien atendidos y sin hambre, y por ende no deben preocuparse mucho. Enfermedades y síndromes que nadie espera, y para los cuales casi nadie está preparado, sin incluir que muchos de ellos son para algunos, como un tatuaje social, como una mancha en la vergüenza. La falta de instituciones adecuadas del usado para atender esta problemática que nosotros atendemos….en fin, un poco por los que nos toca; y mucho, por lo que ante muchas situaciones, somos.. ”.

-¿Cómo cubren los gastos, quién los ayuda?
“Hacemos magia con lo que nos dan. Los vecinos de la Gil Fortoul se ha convertido en tutores de estos muchachos, se los llevan el fin de semana a sus casas, los pasean, los entretienen, los consienten. La Fundación Bel nos da gran parte de los alimentos y medicamentos. Quienes nos visitan, siempre nos traen algo. Fíjese que la periodista Ángela Ameuroso vino a realizar un reportaje, y después de ello siempre viene a darles clases a los niños, se quedó como una de nuestras mejores colaboradoras en un gesto que debe ser ejemplo y que valoramos mucho. No hace mucho nos visitó el Alcalde Henry Falcón y nos ofreció ayuda. Y así, grano a grano vamos obteniendo recursos, alimentos, medicinas para estos niños.”

-Me le acerco a una niña muy despierta, muy viva que me saluda y me sonríe con la mayor inocencia del mundo, como si no supiera su drama...o como si adivinara que el mismo está siendo mitigado en esta casa de amor de la Gil Fortoul
- “Hola, me dice..estoy escribiéndole una carta a mi mami. La saludo, le digo cómo me va, y le pido que venga. Le cuento lo que hago, le hablo de mi hermanito y de cómo la quiero mucho”
-Me acerco a otro niño, autista él, quien me da la mano y me pide lo pasee por un amplio espacio que está frente a la casa…se la tomo, lo paseo, y en ese silencio que uno no termina de adivinar si es premio o castigo, le veo brillar los ojos de alegría. Lo veo disfrutar de una cosa tan insignificante para otros, como ese corto paseo, cuando lo comparo con las querencias y satisfacciones de algunos niños que lo tienen todo…y todo les parece poco, y arman un berrinche por no tener el mejor juguete. Sin embargo él, en su dificultad para caminar, goza cada paso que da, y celebra la brisa en la cara como si fuese el mejor premio del mundo. Es la vida habitando en su risa. Es la felicidad que mora aún en su dificultad de comunicarse, pero no de ser feliz. Es todo, en apenas minutos….es una gran lluvia, en medio de su eterna aridez, obtenida a través de ese pequeño paseo…. Lo acompaño de nuevo a la casa y se lo entrego a una de las voluntarias…
¿Tienen algún personal fijo?...pregunto
- “Si y no….porque más que pago, lo que hacemos es darle alguna ayuda por sus servicios. Yo le diría que este es un gran voluntariado...que quienes están aquí como personal, si fuera por lo que le damos, no estarían. Porque es poco y muy irregular su entrega. Esta es la obra de muchos. El resultado de la caridad y desprendimiento de un grupo grande de personas...en su mayoría anónimas. La consecuencia de la sensibilidad que no se resiste después de ver los dramas que existen dentro de estas paredes. Y Dios…con su presencia absoluta, motivando, proveyendo, orientando, multiplicando, compadeciendo, fortaleciendo.”

-¿Hasta que edad tienen a los niños?
- “Hasta que requieran de nosotros. Ya hay dos que están a punto de obtener sus títulos universitarios. De coronar sus sueños. De continuar siendo hombres de bien. Aquí somos padres y madres a tiempo completo, y esa labor nunca termina...ni siquiera con la adultez o la independencia económica. Esa relación padre-madre-hijo es, definitivamente, para siempre…y acá, lo que tenemos, es esa hermosa relación con ellos”.

Los dejo. Unos tomaban tetero. Algunos hacían dibujos en sus cuadernos. Otros andaban donde el médico. Pero todos tenían –y tienen- un lugar de adopción donde son atendidos con amor y dedicación. Los vi, en su diálogo con la naturaleza y me percaté que hay una nueva brisa en sus vidas. En ese coloquio íntimo, puro, propio, desinteresado...con la felicidad de diario de la que han tomado posesión. Sin ataduras de palabra o pensamiento. Resumiendo su nueva y aprendida libertad, en su silencio de diario. En el devenir adoptado de flores celestes. En ese dejar atrás la tristeza. En ese no sentirse diferente. En un mundo nuevo de querencias propias, aunque repartidas. En ese saltar ayudado del corral, a la cuna...para encontrarse la luz que se merecen. Para poder adivinar en las voces que les rodean, colores y afectos aunque sean de distintas manos y a distintos momentos. Para tomar conciencia de haber dejado con su carga de dificultades y tropiezos los cristales rotos, las lágrimas viejas, los continuos desprecios. Para allí, en la casa hogar cuyo solo nombre refleja de por sí servicio, humildad y desprendimiento…en medio de un sin fin de camas y atenciones, el hallazgo de un sinnúmero de brazos y de hombros para apoyarlos le ofrecen una seguridad que nunca tuvieron. Ya no son los jinetes del apocalipsis los protagonistas de sus noches...ni los vasos de barros los que recogen su alimento. Hoy asisten al callar de la llovizna, al cantar de unas nuevas aguas. Hoy saben que el recorrer de la vida, no será más dura que la lágrima derramada, ni más difícil que las ausencias vividas, ni más cruel que el ruido que produce el vacío del estómago, y que aturde. Hoy han encontrado, más allá de la propia sangre, una piel como la suya para tejer abrigos y moradas para siempre. La generosidad de los demás, que no conocieron en quienes los engendraron, y que hoy, para su beneficio, suple con creces los infiernos particulares a que fueron sometidos por la vida, o por quienes se la dieron. Hoy son hermanos de la hermandad. Hijos de todo aquel con sensibilidad que se acerca a esta casa hogar a dar algo de lo que allí falta. Gente tratada como tal. Niños con acceso a los juguetes que gracias a los vecinos, a los colaboradores, al hermano fundador…han encontrado cómo hacer más grato el tránsito existencial, a pesar de enfermedades, omisiones y carencias. Ya nadie más podrá robar su niñez, ni su derecho a una sonrisa. Ya nadie más podrá hacer de su tragedia, un festival de tristezas. Mientras existan hogares como éste, producto de la dedicación y humildad de un docente, hermano religioso, y de vecinos como los de la Gil Fortoul, amén de colaboradores como los que allá dejan su tiempo para también llenarse de la sabiduría de los que menos tienen...los hijos menos favorecidos de otros, podrán ser los niños más felices de todos.
Y pensar que eso depende tan solo de que gente como usted que me lee, y yo, dediquemos un poco del tiempo que disponemos, algo de lo que ganamos, y una pizca de lo que tenemos, a quien nada tiene….así, de absolutamente sencillo.




De la fiesta de graduación

(Publicado en El Informador el 05.09.07)
De la Fiesta de Graduación a la Funeraria

Lic Víctor M Barranco C

El sueño, por fin, cumplido. Un primer paso en lo que sería su futuro, dado en firme. El regalo a los viejos. La celebración con los amigos. El futuro por delante, abriendo ventanas, descorriendo cortinas, apuntalando madrugadas. Por fin el primer logro alcanzado...el título de Bachiller. Con él, razones para celebrar. Para gritar, para rumbear. En medio de la celebración, los regalos, los panas, las chamas. El licor...la figura sombría de grises eternos convertida en tragos de más, en velocidad letal, en imprudencia máxima, en valentía necia se atravesó…y de allí en adelante todo fue temeridad, desafío, machismo exacerbado, y en medio de la inexperiencia al conducir y al beber todo terminó minutos después en cristales rotos, carros destrozados, gritos, sangre y la vida de él, buen alumno, excelente amigo, hijo preocupado y solo pasajero accidental…arrebatada en medio de un exceso y una rumba sin final feliz. De allí en adelante, todo fue empaparse en lágrimas, en recorrer hospitales, en colocarse a la orilla del abismo para desde allí entender que desde ese momento las ausencias serían infinitas…que no habría futuro, sólo un espeso olor a olvido iniciándose en el tiempo. Único hijo, apenas trasponiendo los 16 años. No bebía. Pero no pude convencer a su amigo, quien conducía esa noche la nave recién regalada por el logro obtenido –y quien también murió en el accidente- de que entregara las llaves del vehículo a otro, ya que él no estaba en condiciones de conducir. Tampoco quiso cambiarse de carro cuando sus amigos se lo pidieron en medio de la ya agitada noche, él sentía que su amigo podía hacerle caso y ser prevenido al conducir…total, era el único sobrio de los que compartía el vehículo “de adelante”. La novia, recién había quedado en su casa. Separada de la suya en apenas diez minutos de tiempo. Una promesa, llamarla cuando llegara a la suya. Pasaron 10, 20, 30 minutos…y nada. Entonces llamó al celular de él. Un funcionario le contestó…cuando oyó una voz distinta, el corazón le saltó. Preguntó quién era…y la respuesta, la dejó atónita. Soy un funcionario inspeccionando un accidente de tránsito; el propietario de este teléfono está involucrado en él y falleció. Se aturdió por segundos y volvió en sí, alcanzada solo por el silencio, por los mismos grillos que gritan su angustia ante la indiferencia de todos. El sitio donde, impune, habita la muerte. A ese hueco de la razón donde existen conocidos nubarrones. A ese estadio de las preguntas sin respuestas. De los hechos sin explicación. A ese pasar de la alegría a la tristeza sin ninguna previsión. A sentir ese punzar en el sitio del amor. A ir sin maletas, ni planes allí adentro...donde nace el dolor. A padecer, estremecerse con el cadáver del amor y el de los amigos tirados en el piso...y enterrar sin querer, alguna rabia en sus jóvenes huesos. A buscar en sus ojos cerrados, en sus rostros desfigurados por los traumatismos del accidente… las aves dormidas, el tiempo quieto, lo inerte...esa inteligencia que no llegó a desarrollarse, ese aprendizaje que no pudo expresarse, esa mano diestra que no llegó a moverse. A repetirse, a partir de esa madrugada, en cada hora, en cada noche, en cada recuerdo, que habrá una nueva forma de vivir para ella y los familiares de sus amigos…ese desde ahora invernar siempre, tratando de hacer de la calma una costumbre, y vivir -en medio de lo posible- hasta donde sea necesario hacerlo…silenciando el tiempo e ignorando los fantasmas y las pesadillas que, como marca letal, le persiguen…desde aquella noche.

-¿Cuéntame, qué pasó?
- “Pasó todo Licenciado. Salimos de la fiesta de graduación de bachilleres, felices. Eufóricos. Con esa adrenalina a millón. Varios graduandos y amigos, en varios carros. Nos detuvimos en alguna que otra casa, y allí brindamos…reímos. Sin pensar que la muerte, andaba de rumba con nosotros. Mi novio estaba conmigo en el carro, y después que me dejaron en casa, decidió cambiarse a otro carro…donde su amigo del alma conducía, cansado y con demasiados palos en la cabeza. A tal punto que quisimos quitarle las llaves del carro y no nos dejó. Mi novio insistió en colocarse en el puesto de atrás, justo detrás del conductor para monitorearlo. Y en la Avda. Venezuela se encontraron dos imprudencias, la de mi amigo que conducía a mucha velocidad sin el control total de sus reflejos, y la de un colectivo que aunque sobrio su conductor, acostumbrado a violar las normas de tránsito, hacía del irrespeto a ella, seguramente una vez más de las muchas realizadas, culto a la muerte –esta vez de otros- esa madrugada. Un abuso más que en vez de un rayón o una abolladura, se llevó varias vidas jóvenes por delante”.

-¿Sugieres que fue culpa del colectivo???
-“No sugiero, afirmo que fue culpa de ambos en ese momento. Pero también culpa de muchas circunstancias y costumbres que se vienen repitiendo y han dejado en estos últimos meses muchos accidentes de jóvenes celebrando su graduación. Revise solo las páginas de sucesos de los diarios regionales, y cuente los muertos y heridos por accidentes en la celebración de su graduación”.

-¿Cómo es éso de las muchas culpas?“
- “Así es Licenciado. Primero esa costumbre “socialmente” aprendida de que si no hay aguardiente en exceso, la celebración es chimba. Que el chamo que más bebe, es el más macho, el más bravo. Que con aquello de darles a los hijos lo que ellos no tuvieron, hay mucho papá que entrega una libertad, o un carro, sin que todavía el hijo sepa usarlo con destreza o a plenitud. Que trasgredir la norma en muchos jóvenes, no es una raya…si no una osadía, un acto de arrojo que los coloca en el sitio de admiración de sus amigos. Que hoy nadie corrige a sus hijos. Que es más fácil darle todo, que enseñarlos a ganárselo. Y por otra parte, el abuso en el conducir que hay en la ciudad. No hay vigilancia, ni control. Y en la noche, parece que la policía vial está durmiendo. Usted no ve uno de esos uniformados ni para remedio. Y ese constante abuso de quienes manejan buses del transporte público que, basados en que cargan un bicho de esos bien grandes, le tiran el animalón ése a los carros pequeños...y tratan de pasar a lo bravo, sin que haya nadie que los castigue por ello. Son muchas las circunstancias que convergen en un grupo de muertes que pudo evitarse...aunque hay quienes dicen que lo que va a pasar, pasa. Que mi novio, que no bebía, que no alborotaba, sin embargo murió por la imprudencia alcohólica y el alboroto desmedido...no sé si será verdad, pero creo que esa muerte, y las de sus amigos, bien pudo evitarse.”.

-¿Por qué me llamaste?
- “Porque me consta que mucha gente lo está leyendo. Que muchos apartan con tiempo en su quiosco de periódicos El informador del miércoles para leer sus trabajos. Porque igual lo leen los padres y los jóvenes. Porque creo que muchas muertes pueden evitarse si hacemos un esfuerzo entre todos. Yo estaría razonablemente conforme, si la muerte de mi novio, evitara otras muertes. Si a través de El Informador se abriera un espacio para la reflexión. Una revisión de los valores. Una forma distinta de abordar la primera confrontación con la libertad. Porque nadie le devuelve a sus padres, el hijo perdido. Y todos esos propósitos que nos hicimos en el funeral, en la próxima fiesta, muchos los olvidarán. No podemos seguir pasando de la fiesta de graduación a la funeraria”.

-¿Qué hacer?
-“Muchas cosas, diría yo. No rendirle tanto culto al alcohol como el centro de cualquier celebración. Entender que si bien los hijos maduran, y requieren un espacio...nadie a los 16 años, tiene suficiente experiencia y madurez para manejar él solo su vida. Tampoco para que se la maneje otro. Por lo que los padres deben hacer un gran esfuerzo para conocer cuál debe ser la medida de su participación en ese desarrollo. Y digo participación, y no imposición. Comprensión, testimonios de ejemplo. Espacios para el encuentro y el cambio de opiniones. Y para nosotros los chamos, entender que si bien la velocidad y el extralimite es una pasión siempre atractiva y retadora… si nos equivocamos, puede terminar con todo en solo segundos. Que reconocer que en algún momento determinado no estamos en las mejores condiciones para conducir, no es una debilidad, sino una sensatez. Que no hay que demostrarle nada a nadie, sino a nosotros mismos. Que quienes nos piden cosas insólitas no nos quieren. Que podemos hacer todo en la vida, siempre que eso no nos irrespete, ni irrespete a la gente que queremos. Que Dios está ahí…pero solo si lo queremos y lo usamos. Yo he aprendido mucho con esa muerte. Siento que él está allí conmigo cada noche, cada día, cada hora, cada segundo…pidiéndome que cuide a los amigos que quedan. Que me cuide yo. Que les lleve conformidad a sus padres. Que les diga a los demás, que ninguna celebración vale la pena, por muy buena que sea, si se convierte en la última celebración. Que por más audaz que sea una acción, y por más sujeta a reconocimiento que pueda ser...si en ella se nos puede ir la vida, definitivamente no nos conviene….es mejor evitarla. Que oír a los padres no es una necedad…que puede ser, como en su caso, la diferencia…entre morir y seguir vivo”

Me despido de ella, admirando su entereza…respetando su valentía. Saludando esa madurez alcanzada en medio de tanto dolor. Hoy entiende que su novio, sus amigos, han comenzado a llenarse de ausencias. A morder despaciadamente la angustia. A hurgar en las orgías del miedo, incansablemente. A despedirse, calladamente. A encontrar en cada día una excusa nueva para no estar presente, para ese ausentarse repentino que transmite la sensación que no existiera nada...solo el vacío que sucede a la ausencia de la palabra…a esa mortificante tristeza de diario, la que empaña el deseo, los cristales, la luz y hasta la esperanza, cuando se comienza a ver morir el sitio donde nacían los sueños, casi por costumbre…Porque cuando se marcha un ser querido uno comienza a morirse por dentro. A fallecer por pedazos. A perder las manos, los pies, y hasta el lugar aquel donde quedaba el amor…poco a poco, sin darse cuenta. Ellos, han iniciado el sueño eterno, con inusitada prisa. Ya no habrá voces que los despierten…solo la inercia de la vida que revoloteará en el sitio donde reposan sus restos. Ella, ha comenzado a conocer el valor de un consejo cuando ya no hace falta, o cuando nadie se lo pide. El odio sentido, le permitió darle vuelta a la página, cuando descubrió que la muerte anda siempre con nosotros…como recostada a nuestros abusos. Por éso ella ha emprendido el camino a la simpleza, a lo grotescamente sencillo…a lo estrictamente puro. Ya la orgía de sombras no asfixia su grito de protesta…ni los hospitales evitan el remiendo que a la vida, no pudieron hacer los cementerios. Ella, vuelve a escribir en los techos, a manchar de caramelos y golosinas los recuerdos de su primer amor…aunque siempre vuelva al mismo silencio, a esa misma angustia ya cotidiana que la invade...cuando visita el sitio, lleno de flores, embadurnado de recuerdos y querencias donde su amor le legó un espacio para la reflexión, en medio de donde se encuentran como testimonio irrefutable de vida... su último aposento y sus maltratados huesos.

Yo no sabía odiar

(Publicado el 29.08.07)
Yo No Sabía Odiar

Lic. Víctor M. Barranco C.

Un desalmado, una de esas bestias que habita –de incógnito- entre nosotros llenó de miedo el sitio de su niñez. Vació de un solo tirón la estancia de sus sueños, para sembrar allí, después de su salvaje agresión…dolor, silencio, miedo, frustración y rabia. Un hombre de uniforme, de esos a quienes entregamos las armas para que nos cuiden y protejan manchó su vida, su aún incipiente inocencia, la llegada serena y oportuna del alba… y abusando de sus impedimentos físicos, de su minoría de edad, de su fragilidad de niña convirtió, brutalmente, su vida en un cementerio de cenizas, en un camposanto de miserias. Fue drogada, amenazada, violentada. De nada valió llorar, el animal de uniforme sació sus aberraciones en su piel….en sus carnes de niña, a tal punto que tuvieron que intervenirla quirúrgicamente por los daños que le causó a su frágil y enfermo cuerpo la embestida del aberrado agresor. Entró en pánico….pues éste no solo casi la mata, si no que después la amenaza para que calle. Afincado en una sociedad de cómplices, de impunidad cotidiana, de protección indebida…en la sordera de una justicia de por sí lenta y en los galones de un rango alcanzado por la protección de un superior, señalado por demás de cuanta irregularidad existe..él, el causante de su horror, no solo goza de libertad..si no que la usa ahora para agredirla verbalmente. Su hermano fue secuestrado, coincidentemente, solo tres días después que el expediente llegó a tribunales…para luego aparecer mal herido, como portador de un mensaje de ablandamiento. Su madre que hoy conoce el odio, anda de tribunal en tribunal a ver dónde consigue, no solo justicia para su hija, sino evitar que el funcionario con licencia aparente para violar…lo haga de nuevo. Tiene callos de tanto andar detrás de la justicia, de remover podredumbres, de encontrar en algunos responsables de la seguridad de todos…cualquier suma de excrecencias; de rebuscar alcantarillas…de llegar cada noche a casa con el corazón en la mano, ver de nuevo a su hija con alguna crisis y entonces verse ella misma a los ojos, y saber cómo reposa allí, cansada, la tristeza. Y es entonces cuando quisiera estar debajo del asfalto, en lo inexplorado, en lo no dañado por nadie...entre la tierra y el hombre; donde no hay pisadas, ni restos, ni huellas. Ella y su hija, como algunas otras que han pasado por esta página, han comenzado a morirse por dentro. A convertir sus sueños en pesadillas, a vivir solo una larga noche….a perder la noción de la luz, del camino, del futuro, del sitio aquel donde moran las alegrías. Hoy sus sentidos están dispersos, andan en el viento, en la cama, en los techos…pero huidos de su cuerpo. Con una sola amargura carcomiendo, castigando, increpando...haciendo figuras desagradables, fantasmas horrorosos en la conciencia, en la autoestima, en el perdido norte…en lo que queda de vergüenza. Solas, madre e hija, con la misma sombra vestida de azul, con revólver, chapa y poder al volante de un vehículo dorado...creándoles nuevas miserias y nuevos miedos en su impunidad, prepotencia y acoso de diario. Hoy conocen la muerte en vida. La niña, violada a los 16 años ya no solo carga con la cruz de una esclerodermia panesclerótica acral grave, ya no solo carga con las consecuencias físicas y mentales de una violación cruenta y despiadada a manos de un Cabo Primero…sino con la angustia de no saber si, gracias a la impunidad, la lentitud de la justicia, o la alcahuetería de los superiores, él pueda, como lo ha prometido… atacarla de nuevo.

-Cuénteme….¿qué le pasó a su hija?
- “¿Qué le pasó, Licenciado?...pregunte más bien ¿qué le pasa?...hace ya casi dos años que un Cabo Primero de la policía le desgració la vida a mi niña. La engañó, la amenazó con su arma de reglamento, la drogó y la violó de manera tan brutal que no solo le desgarró la vagina ameritando una operación de urgencia para suturarle la cara lateral izquierda y el fondo del saco posterior de la misma..si no, que hubo que taponarla porque la hemorragia era incontenible, como usted mismo puede ver en esta constancia que suscriben en el Hospital Oropeza. Ella, me dice, estaba en un centro de navegación y de allí la sacó amenazada con un arma, abrazándola para que nadie se diera cuenta…la drogó, y sació de tal manera sus instintos bestiales en ella que de casualidad no la mata. Ella, una niña indefensa, quien padece desde los cuatro años de Esclerodermia Panesclerótica Acral, enfermedad que -entre otras cosas- le crea severas dificultades motoras”.

-¿Cómo se enteró usted?
- “Un grupo de compañeras de ella me alertó y una de ellas me comentó que, a mi niña, se la había llevado un hombre de unos 40 años de edad bajo amenaza. Llamé busqué, rebusqué en medio de mi desesperación y nada. Me quedé esperando en la casa…hasta que ella apareció. No me dijo nada…habló con su hermano y con éste se sinceró. Un policía la había violado y estaba con una hemorragia de sangre muy severa. Me miró, me abrazó y llorando me dijo…mamá, ayúdame!!!. …mamá, por favor, ayúdame!!! Corrimos al Hospital del Seguro Social, allí los médicos me dijeron que tenían que intervenirla con anestesia general porque el daño en sus genitales era severo. Que el sujeto que la había violado, era un salvaje. Hubiera oído usted los gritos desgarradores de mi hija cuando le hacían el exámen ginecológico, y seguro Licenciado, hubiese llorado conmigo. Allí salgo y grito...me desahogo. Digo que me desgraciaron a mi niña...y me pregunto por qué??? ¿por qué a ella?? Una niña con impedimentos físicos, y tan niña que a sus 16 años aún jugaba con sus muñecas…”

-¿Denunció el hecho?
- “Enseguida. Incluso en contra de la opinión de funconarios del Seguro quienes, al enterarse que el autor era un Cabo Primero de la Policía, me advertían de la red de protección que se tejía entre ellos, cuando alguno era acusado o sorprendido en alguna actividad delictuosa. El Tribunal de Control en oficio cuya copia conservo notificó al Superior del funcionario imputado de la causa penal seguida..y fíjese, al tercer día de haber llegado el expediente a Fiscalía, me secuestraron un hijo y lo amenazaron para que nos quedáramos quietos…la golpiza que le dieron fue tan grande, que tuvo unos días que no dominaba sus esfínteres”.

-¿No tiene miedo?
- “No. Lo que tengo una inmensa rabia por la impotencia. Yo no sabía odiar, Licenciado..y ese monstruo me enseñó a hacerlo. No solo desgració a mi niña, no solo nos mató en vida… si no que nos ha amenazado de muerte…y hasta protección nos han tenido que brindar…sólo, porque no le quise recibir un dinero que me ofreció para que dejara el caso tranquilo. Fíjese que fui a hablar con el Superior del Funcionario, ése que hoy día está señalado de presuntas irregularidades por los diputados regionales…y no me dio la cara. Lo conseguí en un restaurant y le pregunté si lo iba a sancionar, y me mandaron a sacar del sitio. Incluso, en la audiencia, negó conocer del hecho a pesar que era conocido por muchos el que un militar amigo lo había llamado, para que interviniera ante lo espantoso de la agresión de uno de sus subordinados...pero allí todo era solidaridad automática, protección indebida, oídos sordos. Menos mal que éso terminó, y hoy otro ocupa esa posición”.

-¿Sabe si el funcionario tiene antecedentes de este tipo de delitos?
- “No a ciencia cierta, aunque he escuchado que hay dos niñas supuestamente violentadas…pero con miedo a denunciar porque han sido igualmente amenazadas. A veces ese uniforme no infunde confianza y respeto…a veces solo infunde miedo”.

-¿Cómo está la niña ahora?
- “Mal… Sumida en silencios profundos y reiterados. En esas crisis donde se ausenta, a pesar de estar presente. En ese llanto el que se evade de nosotros, pero se reencuentra con su tragedia, en ese odio consecuencia de la impotencia, en ese dolor que no tiene ni paz, ni pausa. Padeciendo esa vergüenza de saberse manchada. Sufriendo los comentarios y señalamientos de quienes no miden que algunas preguntas y algunos recuerdos siguen hiriendo por mucho tiempo. A tal punto, que ha tratado dos veces de suicidarse. Fíjese Licenciado, que sus muñecas, sus queridas muñecas las agarró, las metió en una bolsa negra y las tiró encima de un closet. Perdió el brillo de sus ojos. Le laceraron las ganas de vivir. Le añadieron clavos ardientes a esa cruz que lleva desde pequeña con su enfermedad..y lo más grave es que, dos años después, seguimos esperando justicia”.

- ¿Qué le dicen en los tribunales?
- “Bueno, después que la Fiscal Reina Vidoza tiene el caso, las cosas han avanzado. Ella me ha ayudado mucho. Hace una excelente labor, y ha estado encima del expediente. Gracias a ella, por fin, vuelvo a tener alguna esperanza”.

-¿Tiene alguna asistencia profesional su niña?
- “Sí. En el hospital una vez por semana tiene terapia. Allí la han ayudado mucho. Aunque cada semana llegan muchas niñas, víctimas de desalmados como mi hija…hay allí motivos para la lucha personal. Razones para recuperar la autoestima. Incluso, ahora ella ayuda a otras que llegan con problemas parecidos…hay que pasar por ese camino, para conocer el dolor. Hay que transitar esta cuesta de espinas para conocer lo letal de los arañazos. Hay que enronquecer de gritar, para saber que a veces, a pesar de ello…no hay nadie que oiga ”.

La escucho, y logra transmitirme su rabia. Le pido hablar con su hija, hoy mayor de edad, y descubro en ella unos ojos hermosos que brillan..pero de tanto llanto. Un cuerpo menudo que en vez de fiestas y alegrías solo conoce el camino de la noche, esos grillos y ese encierro a que lo condenara un funcionario depravado que, aún, anda libre. Una niña triste, a quien le sembraron angustias, en el sitio donde iban las rosas y las flores. Una familia enterrada en el miedo de una nueva e impune agresión de quien crea miserias, heridas, traumas sin tener que dar cuenta de ello…porque, según él, lleva un uniforme. Hoy, madre e hija conocen la muerte bien de cerca. Los gritos, los hospitales, las comisarías, las verdades, las mentiras…ese largo camino emprendido después de la pesadilla que, dos años después, les sigue marcando las noches, los días, las horas. Esa imagen fija, perversa, en la memoria que produce cada mañana un dolor nuevo en la abierta herida, en esa lesión llena de inmundicias que, abierta para siempre, recuerda siempre al agresor disfrutando de sus mentiras. Mientras ellas tienen que vivir esperanzas inconclusas, y ese largo silencio que aturde el raciocinio y lacera el respeto propio y ajeno. Una niña que hoy, por los vicios y aberraciones de quien continúa libre, y se jacta a todo pulmón de ello, sepultó sus mariposas, guardó sus muñecas, se hizo nácar para guardarse a sí misma como el caracol…para quedarse, no sabe ya si para siempre, sin amaneceres ni primaveras. Una familia que, obligada por la injusticia, ha tenido que inventarse excusas, reescribir cuentos, remendar sonrisas, parapetear tristezas, hacer de los consultorios médicos agenda obligada, de los tribunales visita cotidiana, llenarse de optimismo y confiar que, algún día, alguien castigará el mal que les han hecho, para entonces, en algún momento pasar la página, y de alguna manera… seguir viviendo.







Si les digo la verdad

(Publicado el 21.08.07)
Si les digo la Verdad
Me matan


Lic. Víctor M Barranco C

No le importa lo que piense la gente. Ni su familia. Ni los amigos. Mucho menos el qué dirán. Ella piensa que lo que pase con su cuerpo y con lo que con él pueda hacer, es solo su problema. Que la decisión sobre él, es plena, absoluta, íntimamente personal. Que no puede ser que para algunas cosas ellas tenga pleno dominio y poder de decisión sobre él, y para otras –solo porque algunos lo consideran así- no. Piensa que no es arbitraria su decisión, es solo consecuencia del entorno, de cómo vive, de lo que significa para ella traer al mundo una vida nueva. De cómo no debe dejarse al azar una decisión de tal magnitud, que debe ser fruto del amor y la responsabilidad. Porque, pregunta en su tormento, ¿qué es más grave...no tener un hijo; o traer una criatura al mundo consciente de que va pasar necesidades, hambre…y antes de nacer, contar ya con el rechazo de quienes deben quererlo? . Por ello, en el silencio que sucede a la soledad que producen las propias tristezas, ni siquiera su fe en Dios le tranquiliza. No hay norma ni amor, capaz de agotar su angustia. No hay ley que pueda solucionar favorablemente su problema. Ningún concepto religioso entiende su padecer, solo el de los principios de quienes establecen la carta de deberes de ese ente religioso. Nadie se pasea por su padecimiento, ni por ese temor de traer al mundo una vida a pasar necesidades. El placer de una relación, nunca le permitió medir las consecuencias. Un hijo, debe ser algo deseado. Un orgullo. Nunca, una maldición. Nunca, la cara más negra de la vida. La libertad, tiene muchas consecuencias cuando, quien nos la da, no nos enseña a usarla. A veces los padres obligan a los hijos a engañarlos, para que no los reprendan. Vivir en una mentira, a veces los hace felices. Y algunos ni siquiera se imaginan, qué hacen, qué han hecho, o qué son capaces de hacer sus hijas o hijos. Y en el momento de la dificultad, pocos son dados a entender, apoyar, considerar, tolerar, perdonar. Son mucho más dados a regañar, objetar, censurar, reprender, volverse intransigentes…a lo mejor sin considerar la parte de culpa que les corresponde en cada error, abuso o exceso cometido por sus hijos. Por eso ella, de 20 años, a pesar del riesgo, por encima del miedo, saltando las recomendaciones médicas, sociales, religiosas, ha decidido interrumpir su incipiente y clandestino embarazo...pero sin que papi o mami lo sepan.

- ¿Por qué abortar?
- “Porque no puedo tener un hijo en estos momentos. Primero, mi papá me mata. Segundo, cómo lo voy a mantener. Cómo lo voy a cuidar. Si todavía estoy estudiando. Además, no tengo una relación formal con quien me embarazó...salimos a la playa y ese fin de semana estuvimos juntos. Luego un par de veces más...pero hasta ahí. Nunca pensamos en matrimonio, ni en compromisos de esos que se llaman formales. Fue una noche de diversión…y hoy que lo pienso, ciertamente irresponsable”.
- Pero, si no querías salir embarazada ¿por qué no te protegiste, o se protegió él?...hoy día solo se embaraza quien quiere.
- “No es verdad. Nadie esta pensando en barrigas en esos momentos. Unas cervezas, un baile, la playa...y es algo que no planificas...se da y punto. Por ello cómo planificar?. Además, a pocos hombres les gusta usar protección. Y yo creo que la inexperiencia, es la gran culpable. La ignorancia en esa materia. La pacatería de los viejos, que tienen miedo a hablar con uno crudamente. El problema es que nadie se prepara a mi edad para tener sexo. A veces, solamente sucede. A veces,. Solamente pasa”.

- ¿Tu papá o tu mamá nunca te advirtieron?
- “Mi papá prefiere no tocar este tema conmigo, siempre le ha sacado el cuerpo...y mi mamá no entiende o no quiere entender que las cosas han cambiado, y lo que hace es molestarse antes de hablar conmigo. Pretende que hoy, vivamos de acuerdo a como ella lo hacía hace cuarenta años. Y lamentablemente para nosotros, lo de hoy hay que resolverlo con argumentos y actitudes de hoy. Porque cuando me habla de “su tiempo” ...se olvida del mío. Cuando habla de “su época” se olvida de la mía. Y pretenden que nosotros vivamos sus vidas, o lo que ellos no pudieron hacer en ellas. No quieren comprender que solo queremos vivir la nuestra. Con la ayuda de ellos, pero la nuestra. Yo pienso que desconfían de todo, seguramente porque ellos piensan que yo voy a hacer lo que ellos hicieron cuando estaban solos, y ese sentimiento de culpa no los deja ser sinceros conmigo, Reprenden en mí, lo que ellos hicieron en el pasado. Por ello prefieren callar. Regañar. Desconfiar y no explicar”.

- ¿Y la confianza…no existe entre ustedes?
- “Cómo le digo yo a mi mamá que me besé con alguien. Si lo que para mi fue tan lindo, para ella es algo menos que una cochinada??? Cómo le confieso que me hice mujer. Que equivocadamente o no, que con razón o no tuve mi primera relación de sexo sin que me agredan??. Cómo conseguir que los padres te entiendan si te equivocaste, y no te castiguen sin derecho a juicio, ni a defensa, ni a explicaciones??? No es que uno engañe a los padres, es que a veces, ellos no permiten que tú le digas la verdad. ¡Por qué vivir la vida desde su óptica, y no desde la nuestra??..o en todo caso ¿por qué no compartir las dos ópticas? ¿hasta cuándo los hijos tenemos solo deberes y no derechos en nuestras casas¿¿hasta cuándo es solo lo que ellos digan tengan o no razón, solo porque son los jefes de la casa??? Está bien, yo como hija debo ceder y comprender, y lo hago...pero ¿ellos, no?”

- ¿No piensas que con tu decisión estás cometiendo un crimen?
- “Crimen sería traer un hijo a este mundo a pasar trabajo. Crimen sería traer un hijo al mundo para que sea el centro de la discordia de una familia. Crimen sería traer un hijo al mundo para que se disuelva una familia. Crimen sería traer un hijo al mundo para que sus abuelos y tíos lo desprecien. Crimen sería traer un hijo al mundo, sin certeza de cómo vamos a poder orientar o responder por las necesidades y requerimientos de esa vida. Un hijo debe ser algo deseado, algo lindo. Un ser producto del amor, no del odio, la censura, la crítica. Algo que amemos y nos llene de felicidad. Un hijo no puede ser un ruido de angustias, un faro de tristezas. El motivo de una rabia que bien pudo evitarse.

- ¿Y tu conciencia?
- “Esa es la que me dice que debo interrumpir el embarazo. Que debo ser responsable. Que ser madre es una elección, no un accidente, no una desventurada consecuencia. Que hay que asumir la responsabilidad. Que nadie te puede obligar a hacerte daño deliberadamente. Que la mujer no solo debe tener derecho al aborto terapéutico, si no que también al aborto electivo. Porque sí yo puedo decidir traer un hijo al mundo, por que no puedo decidir lo contrario?. Hay un principio en el derecho que señala que las cosas se deshacen como se hacen..por qué no aplicarlo acá??? No hay un poco de hipocresía en ese criterio???”

- ¿Eres católica?
- “Sí, pero antes que todo soy mujer. Estudio Derecho, y sé de las legislaciones al respecto en todo el mundo. La mujer no puede ser castigada porque no desea tener un hijo. Mientras el hombre que lo engendra, si se desentiende, no tiene ninguna responsabilidad. Tampoco mamá o papá deben imponer, si acaso aconsejar...pero no lo hacen. Yo tengo una amiga, que abortó y se vio muy mal, y lejos de tener la comprensión de sus padres, el consejo de ellos, la guía para la rectificación...encontró a dos enemigos, a dos irracionales incapaces de entender, de perdonar, de tener un gesto de amor...y yo no quiero pasar por éso. Le pregunto Licenciado ¿ellos, sí son católicos? ¿ellos que no saben perdonar, si están a derecho con Dios?”

- ¿Ahora bien, cuándo disfrutabas del momento, no pensaste en lo de ahora?..¿no es irresponsable divertirse, y después no afrontar las consecuencias de esta diversión?
- “Es que ustedes los mayores son muy simplistas a la hora del análisis. Solo piensan que hay que castigarnos, porque haciéndolo si se divirtieron. Eso es trágico y hasta morboso. El objeto del sexo, casi nunca es engendrar premeditadamente. Es primero pasarla bien. Nadie cuando se entrega piensa en los hijos en ese momento. Lo piensa cuando hay una relación estable y unos medios para concebirlos sin problemas. ¿O usted es capaz de asegurar que los que engendran un hijo “con todas las de la ley” no lo hacen pensando en su placer primero? Las cosas han cambiado, y hoy el sexo no es un tabú, no es una cosa reservada solo a los casados, una o dos veces por semana. Es la reacción de entrega ante una relación, o ante una necesidad de conocerse profundamente. O a veces, como en mi caso, es la consecuencia de noches de fiesta en que, sin medirlo, pensé que me graduaba de mujer..cuando de lo que me estaba graduando era de frustrada. De madre nonata. ¿Usted cree que si yo hubiera pensado que iba a quedar embarazada, no tomo todas las precauciones?..pero, no solo pasa con el sexo..cuántas veces usted no se ha abrochado el cinturón de seguridad..muchas, creo. Pero es porque no piensa que va a tener un accidente. Uno cuando sale a una fiesta, no piensa que no va a regresar con vida a su casa..y ésa es hoy día, una muy clara posibilidad. Bien, me equivoqué. Y estoy tomando una decisión sola, autónoma..como la que tomé cuando decidí tener sexo en la playa. No espero que nadie me comprenda..de verdad que ya no lo espero. Solo espero que me dejen resolver, de acuerdo a mis posibilidades. De acuerdo a mi criterio. Porque más allá del dime y el direte, la lección está aprendida. Yo estoy pagando un precio altísimo por este error mío..solo mío. No me obliguen a que sea una criatura inocente quien pague unos platos que no rompió. Es si es inhumano. Yo prefiero abortar a tener un hijo que sea el deshonor y la vergüenza de todos”.

Definitivamente, cuando los hijos yerran, hay qué preguntarse dónde nos equivocamos nosotros en su educación. El aborto visto como una elección personal y no como una imposición de alguna regla social, es una realidad más frecuente de lo que uno cree. Ella, que apenas roza la adultez, ha tenido que inventar, buscar amigas, quién sabe a qué chamarrero para, evitando el castigo poner en riesgo su vida… solo por el pudor o el miedo a sus padres. ¿Estaremos condenando a los hijos a situaciones no deseadas, simplemente por que no hemos abordado con sapiencia sus problemas? La vida, va embadurnando de grises lo que para algunos solo es blanco y negro. Los hijos, van señalando un camino distinto al nuestro, pero que en algún momento debemos conocer, así de primeras no lo entendamos. El manchar los cuadernos, el hacer explotar sus fantasías de chocolates… es mucho más grave que hacer saltar la vida de un vientre que se gradúa de mujer, no cuando tiene su primera relación sexual, ni cuando se embaraza...sino cuando pudiera cometer crimen o eutanasia, y no para salvar su vida...sino, para salvar la honra..o en todo caso la apariencia de niña buena ante unos padres que, frente a la verdad cruel...prefieren ser engañados, pero vivir felices.
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No somos bichos raros

(Publicado el 15.08.07)

NO SOMOS BICHOS RAROS


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.


Luce solo, a pesar de la compañía. Íngrimo, en medio del ruido que le circunda. Tiene fama, reconocimiento profesional y la comprensión de la familia; pero en el techo de su cuarto , cada noche, ve fantasmas de censura y argumentos de rechazo que reviven angustias capaces de retozar –sin control alguno- en su almohada. A sus pocos años, algo más de veinte, definió su sexualidad, cuando en la búsqueda de un camino, cuando signado por la curiosidad de los primeros tocamientos, fue sorprendido por la primera mentira...y con ella, sorprendido también en su primera violentación física. El dolor en el sitio del sexo. La contranatura abriendo caminos, irreversibles, a una conducta que si bien disfruta, no ha dejado de atormentarle. El diario reprimir de un deseo, de una conducta, producto de lo que fuere, pero una conducta asumida en secreto, negada en público, padecida a diario...solo por el temor a no ser aceptado en su preferencia amorosa. La lucha de cada minuto entre el ser y el deber ser. Entre lo que cada quien aspira para sí, y lo que los demás aspiran de cada quien. El machismo enseñado convertido en añicos más allá de una formalidad, de esa formalidad que es para la sociedad la propia libertad. El sentimiento de traición al padre convirtiéndose en acelerador de insomnios cada noche. De desilusión. De esa frustración que solo sienten quienes, irremediablemente, son diferentes a cómo quieren y sienten que deben ser. La voluntad empeñada de cambiar hecha a sí mismo miles de veces…y miles de veces violentada. La novia pública, para disimular ese desvío de lo lógico, de lo comúnmente aceptado, de lo signado como tara, aberración o desvergüenza como cruz pesada, como castigo obligatorio, como marca letal en el sitio de la vergüenza. Tiene pareja, aunque lo presenta unas veces como socio, y otras veces como primo. Ese amor, a quien niega cada vez que asume una actitud pública. Esa pose machista aprendida de la complacencia social y familiar. La hombría sin esguinces y sin concesiones que le enseñaron en casa y que no puede darse el lujo defraudar, sin herir de muerte la sensibilidad, el afecto y la felicidad de los suyos. Tiene también una incertidumbre...el saber si algún día, desde su homosexualidad, podrá conformar una familia normal -como le enseñaron-. y como él la desea…aunque sea de su mismo lado de la acera.

- ¿Te sientes diferente a los demás?
- “Mucho. A pesar que río como ellos, que amo como ellos, que soy buen estudiante como ellos...cuando conversamos, cuando compartimos, me siento...y soy, diferente. Mis amigos hablan de mujeres, de posiciones sexuales, de conquistas femeninas, de datos de chicas, de parrandas, de machismo...y yo callo. Mis amigos, se presentan amigas, hacen arreglos en grupo,...y yo, no participo. Mis amigos se ufanan de sus relaciones, las aumentan, las cacarean, se enorgullecen de ellas...y yo, me avergüenzo a tal grado de lo que soy, que miento sobre ellas. Mis amigos compran regalos para sus novias, van a tiendas, regalan flores...y yo, sólo compro llaveros, pañuelos, o cosas para hombres. Y no son para mí, ni para mi papá. Mis amigos van a la discoteca, y salen a la pista a bailar con sus parejas...se besan y acarician públicamente...yo, si lo hiciera con mi pareja, con el amor de mi vida… iría preso, o sería sacado del sitio por inmoral. Mis amigos visitan a sus amores, tratan de conocer a su familia...y yo no puedo visitar a la del mío, la de mi de novio, so pena de ofender a la mayor parte de la familia. Cuando salgo con una amiga, ella sabe que soy diferente. A veces más que amigas, solo tengo alguna que otra cómplice, que me hace la segunda en alguna actividad o compromiso social o familiar, donde requiera ir acompañado formalmente… con una pareja socialmente aceptada. Me pongo esa careta que muchos como yo cargan solo para complacer al mundo y para castigarse en secreto. Para vivir esa hipocresía que complace. Esa deshonestidad que valoran y me evita la desgracia. Esa mentira que prefieren compartir..solo porque aceptar una condición como la mía, levanta sospechas en quien la acepte.
Definitivamente, no es que me siento..es que soy, sencillamente diferente”.

- ¿Es tu vida personal entonces, una mentira?
- “En algunos casos, sí. Yo diría que en lo atinente al convencionalismo social, a la apariencia formal. A lo que quisiera mi familia. Porque en lo íntimo, en lo estrictamente personal, yo amo. Yo me libero. Yo comparto. Yo me siento amado....y disfruto a plenitud lo que soy. Lo que escogí ser. Lo que pertenece al estadio de mi privacidad…pero que pocos me perdonan. Y no es esa posición de “locas arrebatadas” que han caricaturizado los homofóbicos en programas cómicos o en chistes malos...yo soy un hombre serio, como muchos homosexuales. Lo único es que tenemos una orientación sexual diferente...y en lo privado, en lo íntimo. No entiendo por qué debemos ser censurados por éso”

- ¿Te atormenta esa apariencia social, el qué dirán...o la preferencia sexual que tienes o te obligaron a tener?
- “No sé. Me has puesto a pensar sobre algo que he venido aceptando sin más, sin tratar de explicar nada, sin siquiera saber si lo escogí o me obligaron a tenerla. En todo caso, creo que la inmensa mayoría de homosexuales, son producto de una violación. Allí queda un trauma, una huella, el único camino, que obliga –de alguna manera- a seguir en lo que alguien nos inició a la fuerza. A veces veo una mujer, y en alguna ocasión tuve contacto sexual con un par de ellas, y siento atracción...pero en lo sexual, no me gusta...es como si estuviera predispuesto, como si fuera parte de mi genética, parte de mi equipaje...aunque en lo afectivo, puedo asegurar sin temor a equivocarme, que nadie te acaricia como una mujer.

- ¿Te sientes mujer atrapada en el cuerpo de un hombre?
- “No. Soy un hombre pleno. Pienso como hombre. Me visto y me comporto como tal. No soy una loca. Lo único es que tengo una preferencia sexual distinta a lo tradicional. Porque una cosa es la preferencia de cada quien, y otra el relajo. La aberración. No, soy un hombre y me comporto como tal”.

- ¿Cómo es la relación con tu pareja?
- “Como toda relación, con altos y bajos. Mi madre sabe, lo acepta...a regañadientes, pero lo acepta. Hasta nos cocina, a mi pareja y a mí. El, como un hombre… como un hombre que ama a su pareja. Me exige, me cela, me regaña, me recrimina...y para que tú veas, a pesar de ser mi pareja, se comporta las más de las veces como el eje de la relación, aunque no me crea una relación de subordinación, ni es él al final quien decide. Yo te diría que, salvo por los prejuicios sociales, por el misterio en que tenemos que vivir...somos una pareja común y corriente, de preferencias cotidianas, de actitudes tradicionales, de vinculación estrechamente familiar….solo sexualmente diferente”.

- ¿En la cueva en que tienes que vivir, podrás crear una familia...o estás condenado a morir solo...sin hijos...sin nietos??
- “No tienes idea de las veces que lo he pensado. En estas sociedades en que vivimos, la homosexualidad es un delito...y la soledad es parte del castigo. ¿cómo tengo hijos, si con una pareja del mismo sexo lo pueden ser de él solo; o míos solos...pero nunca de los dos?..y cuando pienso en ello, dimensiono lo que hago, me entra un sentimiento de culpa y siento que es una aberración, un acto contra natura, que tiene un castigo divino y un castigo social. Que es algo malo, y por eso el rechazo...pero entonces también pienso que me gusta, y que nadie debe impedírmelo, porque con ello no le hago daño a nadie. Al contrario, lo que trato es de ser feliz. Pero qué difícil es serlo desde mi óptica sexual!! Aunque tienes razón, vivimos en una cueva...la gente dice que en el closet...y en esa cueva, lo que no tenemos, debemos soñarlo..aunque sea para conseguir tan solo, una nueva frustración”.

- ¿Feliz?
- “Como todo el mundo, solo a ratos”.

- ¿Conforme con el camino escogido?
- “No. Y te aseguro que ningún homosexual lo está. Pero es lo que tenemos, es el cómo somos..y eso es irreversible. Hoy día ya existen legislaciones que permiten el matrimonio homosexual. La adopción de hijos. Muchos aceptan que hay otras formas de relacionarse como pareja. Me imagino que en unos años, la homosexualidad y la heterosexualidad tendrán el mismo respeto, las mismas consideraciones y los mismos derechos en las legislaciones del mundo. No somos bichos raros. Ni desechos sociales. Ni pervertidos. Somos hombres y mujeres con una concepción diferente a la de la mayoría. Pero eso forma parte de la vida privada de cada quién. Nadie puede ni debe ser juzgado por sus preferencias en materia de pareja. Eso, solo les atañe a los interesados. Lo que si te puedo asegurar es que para mí...la homosexualidad, la no pervertida, la no caricaturizada… es solo una forma más de relacionarse desde el estadio del amor”.

Lo escucho, y no dejo de respetar su valentía...su decisión de ser libre para escoger como ser, y decirlo...aún a sabiendas que va a ser rechazado. Pienso, y siento que está condenado a la soledad, a desconocer lo hermoso –desde la virilidad- de sembrarse en la tersura del sexo opuesto. De amar sin la carga de no saber si es una consecuencia o una venganza la escogencia del ser amado. Sin ruidos en el sitio del sexo, que no sean los naturales. Está lleno de sombras. Quizás porque todo lo que se hace escondido, en nuestra cultura, es señal de estar mal hecho. No es fácil abstraerse del hecho social...y ni siquiera él, que señala su condición como irreversible, puede hacerlo. Una madre que lo comprende, pero que no lo acepta...una pareja que le acompaña, y que aunque mantiene una relación homosexual, no es como él, ni tiene sus angustias... sino que es como cualquier pareja, pareciera definir lo extraño de la circunstancia en que se encuentra. Una relación de amor tormentosa, mal puede ser una relación de amor. Una pareja que hay que tenerla escondida...mal puede ser la mejor pareja, sea del sexo que sea. No poder involucrarse en las conversaciones y en los planes de los amigos, obliga a preguntarse el por qué de ser distinto..y si realmente vale la pena. Para él….parece que sí. El castigo social que padece, familiar y personal, en el sitio que sucede al silencio..más allá de la soledad..en la verdadera intimidad..no se deshace en la convicción de lo que es..de lo que decidió ser..simplemente, aumenta cada día a pesar de los avances para quienes piensan como él, en otras partes del mundo. . Crece. Y le señala en cada espacio, que más allá de su cueva, hay quienes están dando su misma pelea por ser aceptados..la mayoría de las veces sin mucho éxito. Sin embargo, en la soledad que sucede al silencio, él no deja de pensar que es cómo demasiado castigo, para seguir considerándose….“como todo el mundo”. Y eso, definitivamente, le dificultará asumirse tal y cómo es, ante los demás….quién sabe por cuánto más tiempo.


Yo era un vago

(Publicado el 08.08.07)

Yo era un Vago
Ahora soy un Hombre Útil


Lic. Víctor M. Barranco C.

Vivían de pié, como los árboles, que mueren viendo siempre el mismo horizonte. Vivían en un barrio a quien muchos etiquetaron solo por su pobreza. Solos, con ese sueño en la mente y en los bolsillos producto de una fantasía que enfrentaba sus dramas diarios. Crecían en medio de una moral, unos desajustes, algunas inconveniencias familiares…algunos principios, alguna amistad y algún sinsabor por lo presenciado. Con sus trajes de esperanza arrugados, ajados…y unas piernas huesudas, desgastadas, cansadas de la búsqueda de un camino. Oculta, la sonrisa. También el llanto. Como quien llega y después no sabe para qué…descalzos, con una sola e inmensa callosidad recubriéndoles la mente, el dolor, el amor…el sitio donde habitan las emociones. Con una disposición de, en algún momento, tratar de borrarlo todo…en un afán de tratar de comenzar de nuevo. En San Francisco, donde se tejen historias y mitos…leyendas y realidades sobre la oportunidad, el ocio, el hambre, la estima, el respeto, la conducta de sus muchachos..y ese deseo de crecer que sacude con fuerzas el día a día de los adolescentes del barrio, ellos…siembran sus madrugadas. Allí, un grupo de muchachos, deseosos de reivindicar la autoestima colectiva..y la personal por supuesto…sobreponiendo estereotipos odiosos, etiquetas injustas, marcas ajenas y culpas de otros… en medio de ese silencio que aturde cuando las oportunidades escasean…inmersos en esa carencia que colinda con la miseria…sin ruidos en su desarrollo personal; han encontrado un sitio de luz que, desde la educación asistemática, consigue excusas para enseñarlos en el desarrollo personal, en el uso de su sexualidad, en el respeto a sí mismos y a los otros, en la asunción de su vida como una responsabilidad…y desde esas aulas donde solo deberían aprender a ser asistentes administrativos, gracias a una Directora y a unos profesores que entienden que aprendizaje asistemático y formación integral son también su responsabilidad… a ese deseo tan suyo de no ser más acompañantes de la oscuridad, y por ello haciendo lo posible porque en algún momento la claridad cobije las sombras…se hacen hombres y mujeres más allá de cualquier contaminación del entorno. Se responden inquietudes y corrigen extravíos, solo porque allí en esas aulas, hay una explicación para sus preguntas, una respuesta a sus inquietudes, un respeto a sus personas. Ya nunca más se sentarán sobre la burla ajena…han entendido que la ayuda académica, la del establecimiento público, construyó en ellos...no solo una manera de ganarse la vida honestamente, si no ese respeto, esa formación moral y cívica, esa inquietud por el conocimiento personal …que les cambió el rumbo, positivamente. Hoy, según ellos, en el sitio donde convergen sus planes, sus relojes, sus calendarios, sus tiempos; la hora cansada de recorrer senderos… hay anuncios de una aurora nueva, de un repetirse de días distintos, de un desprenderse de aquel estigma que sacaba cuentas negativas, siempre en silencio. Hoy su angustia, camino de la conciencia, recorre –desprendida del ayer absoluto de miserias, señalamientos y podredumbre- un derrotero nuevo, una posibilidad diferente...el escondite de las sirenas y las alarmas que, empapadas en la lluvia del nuevo saber y querer, recorren un solo grito..el de victoria, cuando renunciando a lo que muchos malpensaron ellos iban a ser, recataron sus amaneceres, sus futuros, sus esperanzas …como desembarazándose de todo mal augurio, y abrazando para siempre la verdad sembrada desde aquél día en que la academia...quiso, y pudo, ser algo más que éso.
- Dos hombres y dos mujeres jóvenes, entre 17 y 18 años, me visitan…¿en qué puedo serles útiles, le pregunto?
- “Bien Licenciado, dice Andreína, nosotros hemos venido siguiendo sus trabajos. Compramos El Informador todos los miércoles para leer sus entrevistas. Y creemos que nosotros vivimos una experiencia que bien podría usted recoger en una de ellas”.

-Cuéntenme...les pido
- “Nosotros estudiamos en el Barrio San Francisco, en CECAGER...señala Víctor. Allí además de las materias que cubren el diseño curricular, los profesores han incorporado otras que nos dan sin cobro alguno, destinadas a fortalecer nuestra formación en el ámbito personal, más allá de las meramente técnicas que cubre nuestro pensum”

-Me parece loable, les digo. Pero, les acoto, en mis trabajos de los miércoles trato de reflejar un problema humano, para desde allí tratar de construir reflexiones y soluciones..y en su planteamiento no veo, hasta ese momento, si no docentes dedicados..posiblemente más que los del común, pero hasta ahí
- “Justamente, me dice Sara, es por eso que vinimos. En un barrio a veces estigmatizado sin razón, donde muchos de sus adolescentes rechazan estudiar, donde hay valores distorsionados, problemas familiares, la academia nos ha permitido el sentar cabeza…el ver las cosas distintas. El aprender unos valores que determinan nuestro comportamiento. Una institución que ha podido rescatar a mucho adolescente de un camino equivocado. Y no porque se lo pide el pensum, si no porque hay una Directora y unos profesores dispuestos a dar ese algo más que se requiere para hacer las cosas bien. Hay –dice Hernán- una posibilidad de ser distintos. De saber el por qué de cada conducta y de cada cosa. El por qué de la mentira. De nuestras respuestas frente a ciertos estímulos. De la problemática sexual…de tantas cosas que a veces no tenemos quién nos responda y por ello nos hacemos una idea equivocada de las cosas. Por ejemplo, interviene Víctor, yo era un vago antes de llegar a la Academia...y ahora sé que soy un hombre útil…hay soluciones, apuntan Sara y Andreína, a muchas de nuestras dificultades. A cosas que de tanto dolernos, ya no nos duelen, y eso es grave. Cuando el mal se hace cotidiano. Cuando la ignorancia se hace próxima y ya no molesta. Cuando no está en casa papá para resolvernos alguna duda, y no hay esperanzas que lo haga, y no porque tarde en volver...Simplemente porque no está. Porque ya no vuelve. Cuando la problemática económica de la familia nos hace mudarnos muchas veces, y tener amigos y costumbres distintas, sin que nadie se percate del daño que se nos hace. Cuando nuestros padres en vez de hablarnos y entendernos, de permitirnos sus manos, sus hombros, sus conocimientos, su tiempo, su experiencia, su atención para ser como queremos…solo lo hacen para que seamos como ellos quisieran..o como ellos no pudieron ser. ”

-¿Y han conseguido en esa Academia esa orientación?
- “Sí, y eso es lo importante. Cuando los maestros, en otras instituciones, solo dictan lo que el programa les pide, cuando los padres no asumen su rol a plenitud, o simplemente no están…cuando se estudia o se crece en un barrio estigmatizado..ir más allá de lo académico es un gran beneficio para nosotros. Cuando se analiza la mentira. La relación sexual. El embarazo precoz. La incidencia de los sectores de menos recursos en ellos. Donde aprendemos no solo de valores, si no que ellos no deben ser negociados. Donde hay herramientas para ganarnos la vida, pero también para construirnos una, decente, respetada y respetable…por eso creemos que hay que decirlo. Y usted puede ser un buen medio para ello, porque lo leen, lo siguen y le cree muchísima gente. Nosotros somos testimonio de esa labor que queremos todos conozcan. Resultado de ese esfuerzo que a veces pasa desapercibido. Habitantes de esa comunidad que luchan por ser mejores, a pesar de sus carencias. Un barrio que merece mejor trato. Unos adolescentes que tienen allí una mejor oportunidad. Un espacio que hay que dar a conocer para que mucho adolescente tenga la misma oportunidad que nosotros. Un esfuerzo que hay que reconocer, aunque algunos lo desprecien. Mucho se mal habla de la educación actual. Mucho se le critica su corto alcance..a veces sin saber que hay experiencias como esta que le referimos, capaces de satisfacer cualquier proceso de formación que se pretenda.”

-¿Cuántos alumnos hay?
- “Algo más del centenar. Gente que en un año de estudios, y otro de pasantía, sale con herramientas ciertas para ejercer una profesión. Para asumir un camino con el mapa claro. Con esa experticia para conducirla que, de no ser por ellos, no hubiéramos tenido. Estar en CECAGER (una dependencia del INCE) puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso para los adolescentes de San Francisco, la tranquilidad de la familia. Una especie de seguro que garantiza la elección entre lo debido y lo indebido. A veces, el sustituto orientador que, por razones que no vale la pena acá contar, no han tenido muchos en sus casas o en sus familias.”

Bien, les digo…voy a relatar este encuentro en uno de mis reportajes a ver si el mundo conoce eso tan maravilloso que, según ustedes, pasa en San Francisco. Me estrechan la mano y se despiden. Me dejan la impresión que están de vuelta al optimismo. A sus planes, a ese soñar despierto que es regla en quienes piensan que llevan el mundo adentro. Han regresado a sus amigos, al valor de la lealtad, a la humildad del reconocimiento. A esa pureza de pensamiento y de propósito que se asoma, sin dificultad, en su mirada. Han emitido sus voces, buscando que alguien voltee y se percate que están allí..con un nombre y un mapa nuevo, un sueño virgen y esa inocencia congénita de quienes en sus primeros años desconocen el perverso valor y provecho de una mentira. Han asumido para sí, el valor de una atención, de un consejo, de una sonrisa. Se Han tropezado, para su Fortuna, con la falta de malicia en el aprovecharse de los demás. Ese querer dar, solo por el placer de dar. Sin olvidar sus zapatos viejos, hacen comparaciones, sacan cuentas, analizan y descubren que en el cabalgar del conocimiento integral pueden cumplir todas sus expectativas. Aprendieron a buscar sabiendo que siempre hay algo útil hasta en el cesto de la basura. Que si se hace con cuidado, pueden buscar y encontrar algo provechoso en los pantanos. Que si se mira con detenimiento, seguro que vemos las huellas de otros en nuestro camino….por ello, sembrados en lo más profundo, en lo más íntimo, en lo insondablemente desinteresado del sitio de sus afectos, han descubierto caminos y silencios nuevos. Otras soledades para acompañar a las suyas. Por ello, en el inicio de sus vidas, en el borde de las carencias, en la crítica a las ausencias percibidas, en el desafecto de todos los días, en esa soledad que grita entre algunas paredes..han encontrado un lugar donde inventar sonrisas y sembrar mariposas. Donde cosechar veranos, que aunque a veces encandilen, sean capaces de reflejar no solo lo malo o regular de lo vivido…sino lo bueno que resta por vivir.









A pesar de cómo me veo

(Publicado el 01.08.07)

A pesar de cómo me veo
Soy una Mujer Completa


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.


Tiene muchos años así, condenada a la soledad. Solo la silla de ruedas llena el lugar donde antes habitaban hombros y brazos para ayudarla, o simplemente para hacerle compañía. Tiene la mirada perdida. Como buscando en el horizonte las respuestas a miles de preguntas que le acompañan cada día. Una locura de juventud, no percatarse de una piscina vacía, algunos tragos de más, la consecuente imprudencia y la vida hecha añicos para siempre…en apenas segundos. La tortura del “accidente” fue paleada por unos padres amantísimos que sacrificaron dinero, tiempo, goce particular, solo para atenderla. Solo para dedicarse a ella, con la esperanza de estar viviendo un mal sueño, una desgraciada pesadilla, la crudeza del infierno en su máxima expresión. Viajó, asistió a terapia y logró, casi, una vida igual a las amigas. Sus anfitrionas en el momento después del accidente. Sus compinches, en la época de mayor angustia. Compañeras que con el tiempo, terminaron alejándose. Haciendo su propia vida…ocupándose de sus propias cosas. El amor, en las pocas oportunidades que tocó a su puerta “después de la silla”, siempre lo hizo produciéndole esa duda íntima…producto del instinto o de la angustia de sí era amor o lástima lo que sentían por ella. Pensaba en ese sonrosar de amapolas, pues no se sentía capaz de dar, lo que seguramente otras con el tiempo le darían a él, de haber llegado a ser su pareja… lo que ella, jamás podría. No es fácil estimular la autoestima cuando el cuerpo no puede tener la sinuosidad, el movimiento, o el atractivo que la joven edad, debería tener. Ni siquiera, responder a plenitud a los estímulos sometidos. Han pasado los años, y la tristeza comulga con cada día que comienza. Hay un ritual en cada una de sus despertares, donde la esperanza ocupa cada vez el más pequeño de los espacios. El más insignificante de los lugares. Su mañana es ahora la incógnita del sobresalto, esa angustia de la que solo conoce su almohada… de pensar cómo será cuando la irremisible partida de los padres se presente, y nadie más acerque una mano a su rostro con la ternura de los que la quieren sin detenerse a pensar en retribuciones excesivas. El qué hubiera pasado si no hubiese cometido el exceso de aquella tarde en el club, le sigue atormentando...sobre todo, cuando ve a sus hermanas y amigas, viviendo la vida que ella soñó para ella y que –segura está de éso- no podrá vivir sino soñando despierta, como sueñan aquellos a quienes la realidad se les vuelve una burbuja capaz de recoger todo el peso de lo imposible.

-¿De qué te arrepientes?
- “De no haber nacido adulta. De no haber madurado precozmente. De haber hecho de la juventud más que una irreverencia, una malcriadez. De despreciar, en su momento, la sabiduría y experiencia de mis padres. De creer más en los amigos que me abandonaron tiempo después, que en mis padres que me han acompañado siempre...y que me han perdonado con lágrimas en sus ojos, y en silencio. Me arrepiento de haberme subestimado como mujer, como ser humano, cuando el amor llegó a mi vida. De no creerle al hombre que me quería como pareja y no por lástima, de haber agregado una nueva condena a mi vida por la onda expansiva de este tormento. De no creer si no en mí. De esa soberbia que ataca a la juventud cuando se cree adulta e independiente. Cuando nos sentimos grandotes para juzgar a nuestros padres, y además inclementemente. Cuando le creemos más a los amigos que a ellos. Cuando los apartamos de nuestra confianza….”

-¿De qué te enorgulleces?
- “De seguir con vida, y ser útil a los demás. De haber acerado mi espíritu. De haber conocido el amor en los ojos, en la compañía, en las palabras, en la ayuda, y en las noches de tristeza de mis padres. De algunos amigos que aún hacen espacio en su tiempo para dedicármelo. De haber desafiado la inmovilidad con inteligencia. De proyectarme en obras de interés. De poder haber llegado a ser independiente...en la medida de mis posibilidades. De haber vencido la mayoría de mis miedos. De haberme enamorado aún con el terror marcando ese amor. De conocer a mi familia más allá de las formas. De poder ayudar a otros, con este testimonio de la sombra en que se convirtió mi vida. De poder hablar con Dios y estar segura que me escucha”

-¿Puedes tener hijos?
- “Puedo. Pero para eso antes tengo que tener un amor, una pareja...y de eso, nada que ver. Sin embargo, si se llegase a presentar, lo pensaría. Tengo una amiga, que tuvo un accidente automovilístico y estaba casada para el momento, tenía dos hijos y apenas 26 años. Un marido de su misma edad. Quedó insensible de la cintura para abajo. Y después de haberse recuperado, sus piernas no eran las mismas, ni tampoco lo que sentía. Fingió, provocó, trató de complacer la virilidad de su marido...pero al final no pudo. A pesar que éste era un ángel, era una pareja incompleta. A pesar que él hizo lo posible, como marido, como hombre, como pareja, como acompañante…no lo logró. Pudo más la realidad que el deseo. La carne que el sentido. En algún momento pensó no solo en ella, pensó en él...y lo comprendió. Yo tendría mucho que pensar en ello. La hija de Renny, con un accidente parecido al mío, se casó...tuvo un hijo, y con paciencia y dinero logró sobreponerse a sus dificultades para ser madre...pero perdió al marido. Y a su hijo o hija, no sé el sexo, terminaron criándolo nanas...porque ella no podía. Yo si soy madre, no quiero ser una madre solo biológica que desafía una condición de minusvalía para satisfacer su propia discapacidad, o para satisfacer su propio orgullo o simplemente recibir un reconocimiento ajeno.. Me gustaría serlo para jugar, ayudar a crecer, compartir, jugar con él o con ella...pero eso, en mi condición, es algo menos que imposible. Yo más bien estoy para que me atiendan”.

-¿Cómo ves el mañana?
- “Simplemente no lo veo. Vivo para el hoy. Ganándole cada día, 24 horas a la vida. Robándole tiempo para mi existencia. Moldeando la jornada. Tratando de no deprimirme. Caminando en mis sueños. Soñando con el milagro. Preguntándome ¿Por qué a mí?.. sin poder, nunca, responderme. Agradeciendo a quienes me quieren y ayudan. Tratando de comprender a quienes se cansaron de ser mis amigos a tiempo completo. Convenciéndome que no seré madre, ni pareja ideal, ni siquiera amiga cómoda…que muchos voltearán a verme cuando paso, pero no para piropearme, sino –la mayoría de la veces- solo para exclamar..pobrecita, tan joven..y mírala. Con toda la lástima del mundo, ésa que adivinas en los ojos, en los codazos, en el tono de voz… que te hiere, te lastima; y que aunque a veces llegas a comprender, incluso a agradecer.. no puedes evitar el que te haga mucho daño en el sitio de la autoestima”.

-¿Cómo son tus noches?
- “De mucho pensar. Recién ocurrido el accidente, maldije mucho. Lloré mucho cuando estaba sola. Pensé que era un castigo que no merecía. Una especie de injusticia divina. Incluso, viví la contradicción de reclamarle a Dios, y de pedirle minutos más tarde con toda la fe del mundo. Hoy, son más serenas. He aprendido a vivir con mi desgracia. A hacer de las dificultades, retos a la inteligencia. De no culparme sino a mí por lo que pasó. He redescubierto a mis padres, a mis hermanos. A veces escribo…pero es muy triste. Pienso en el amor que nunca tendré. En la familia que se me escapó y que pudo ser solo mía. En los hijos qué no voy a cargar. En mi vejez complicada. En la carga que voy a ser para mis hermanos. En este maratón de frustraciones que me ha tocado vivir. En este inventarme una sonrisa para no hacer sufrir a mi familia, más de lo ya lo he hecho. En fabricar alegrías para disfrazar las habituales y consuetudinarias tristezas. Yo debo ser de las pocas personas que tiene, aún en soledad, muy ocupadas sus noches.”

-¿Qué diferencia hay entre la mujer post-accidente y la de hoy en día?
- “Demasiada. Tiempo después del accidente, todos me comprendían. Todos me acompañaban. Todos me ayudaban. Me invitaban a las fiestas, se me acercaban los muchachos, compartían..y hasta se calaban estar sentados, solo para que yo no me sintiera mal. Inventaban juegos, parrandas..y alguien me buscaba, y alguien cargaba con mi silla....después fueron menos, cada vez menos. Cada quien hizo su vida, y yo que no lo comprendí al principio, terminé por hacerlo al final. Hoy, solo papá, mamá, mis hermanos...y alguno que otro que de vez en cuando se acuerda. La reunión en mi cumpleaños que reúne a muchos de mis panas, aunque cada vez a menos, sigue siendo una vía de escape...aunque solo sea una vez al año...y esta madurez conseguida a cambio de esta condena de por vida que vivo, me hace comprender lo que me pasa, y reconocer que la culpa no era de otros, o de Dios como muchas veces lo pensé...sino mía, solo mía. Que el cielo y el infierno están aquí en la tierra, que se traducen en el premio y en el castigo al cómo tú eres. Que la vida te cobra los excesos...y que a veces, se los cobra también a tus familiares. Que son muchos los que pagan tus errores. Que son muchos a los que obligamos a condenarse con nosotros, cuando nos equivocamos... Que no vives, ni andas, ni te desarrollas, ni triunfas solo. Lo único que se hace en soledad es llorar. Que hay que oír a la experiencia...y que no hay mejor amigos que papá y mamá…aunque en la adolescencia, no lo parezca. Hoy, a pesar de cómo me ves...soy una mujer completa”.

Estrecho sus manos, le doy un beso en la mejilla y me despido. Todavía hay brillo en sus ojos, a pesar de tanta lluvia vivida. La arena y el agua, no han hecho lodo en su alma. Al contrario, han forjado una arcilla muy especial para moldear su carácter. Su Dios, puso en sus manos, lápices y cuadernos para reconstruir su vida. El rompecabezas con el que muchos no llegamos a tropezarnos, le toca a ella resolverlo –con esmerado acierto- cada día…cada noche. Calibra el equilibrio entre logros y fracasos, no a través de la experiencia de los demás, sino como consecuencia del propio camino recorrido. Tiene juventud e irreverencia. A pesar de la tortura de cada amanecer, de los impedimentos de cada fin de semana, del ruido opacado cada vez que desea manifestar una alegría, del que una trastada de la vida le robó los pies...avanza en medio de sus propias sombras, venciendo los fantasmas que como peaje a su alegría su propia inmadurez le impuso como castigo. Habita una vida que, a partir de la tragedia, ella misma ha construido con un éxito personal inusitado. Un logro, que sin saberlo, pocos como ella pueden exhibir aún desde el disfrute de la totalidad de sus capacidades físicas y mentales.
Es, sin dudas, como ella misma me dijo, una mujer completa… a pesar de lo que a simple vista parece.