¿QUÉ HAY DE MALO EN ÉSO...MAMÁ?

(Publicado en el Diario El Informador el 06.10.10)



Al sur de la razón, en el sótano del afecto...donde se revuelcan todos los odios, y las pisadas y recuerdos tienen connotación de tiempo, donde yace la tierra cansada...allí, donde el dolor reparte la tempestad; el respeto y la fe son solo armonía de tristezas. Por eso desde aquel día que lo supo, su vida fue solo el este encandilándola cada mañana. La dolorosa verdad conocida, una luz capaz de enceguecer. El presagio de nuevas angustias, el repugnante espejo donde se dibuja la aberración de algunos cada tarde en que algún inocente se descuida...el viejo oráculo que ante la contundencia de la maldad, yace sombrío de predicciones. Su hija, de apenas 12 años, fue encaminada a un vicio…a una constante violentación de valores, a un maltratar de su inocencia, a ese cambio de brújula, esa señal del camino ajeno a cualquier respeto, a cualquier desconocimiento… para hacerla dependiente de una aberración capaz de equivocarle la ruta a seguir, desparramándole chubascos, confundiéndole los astros, rehaciéndole las estrellas y haciendo del charco un “hábito” de pasión del cual se prendó en medio del instinto, el miedo, o el placer recién descubierto. Por eso en su corazón ahora hay espacios para la rabia, el odio, la ansiada venganza. Hoy anida en él ocasos, crepúsculos, telarañas indeseables. Sangrantes cicatrices que le recuerdan a su hija en manos de un desalmado, quien la convenció que lo que le hacía era un gesto de cariño. Figuras sombrías que anuncian albergues perennes, en ese coro de cadáveres tristes en que se ha convertido su vida desde hace casi diez años, cuando supo en qué habían convertido el adolescente mundo color pastel que ella le había regalado a su hija. Por ello ahora trata de beberse las tardes, los colores, la vida. Que su niña, ya adulta, nunca más deje de ocupar sus espacios con mascotas, mariposas, flores, golondrinas. Poder sacar de sus ojos ese nidal de vacíos y ausencias, que se han convertido en huellas eternas de un abuso disfrazado de afecto. Esas que en medio de las tinieblas, del acto instintivo, del reflejo condicionado… hicieron lodazales para encharcar su alegría. Por ello, sigue tratando de detenerla con frecuencia en el olor de la mañana, para que olvide esa sensación prematura que le dejó el otoño. Sembrarla de tierra fértil, para dejar de hacer del lodo el mapa de sus propias pesadillas….esta vez sin sorpresas, esta vez conociendo el camino. Quiere untarla de vida útil. Limpiarle la apreciación que ha bloqueado su confianza, cada vez que el recuerdo reclama esa atención que humedece el sitio de los sueños…esas cosas suyas, íntimas, que nunca debieron compartirse. Hoy desea que su niña crecida, deje de tropezarse con los rocíos, con lo peor de sus años vividos…y comience a tejer arreboles en los lugares de tanto calendario aborrecido. Descubrirle una sonrisa, borrar el sentido de culpa, romper algunos espejos donde se detuvo la imagen del sanitario aquel de su viejo liceo…y que pueda encontrar otro donde sin vergüenza, sin miedo, sin señalamientos internos…mirar, y mirarse de nuevo

-He hablado con ella varias veces por teléfono. Vino desde un vecino estado, a entrevistarse conmigo. No deja de llorar. Le han roto la fe, cuando han hecho de su hija, sujeto inocente de un abuso continuado. Aunque han pasado 8 años de ello, sufre como el primer día que se enteró. No hay paz en su interior. Ni pájaros que acompañen el sentimiento. Solo ese graznido irracional que cada hora, la espanta de nuevo
- Gracias por recibirme Licenciado. Discúlpeme el llanto, pero hay cosas que a una madre le cuesta mucho superar...aún y cuando haya hecho todo lo posible para hacerlo

- Cálmese, le digo. Tómese el tiempo que requiera. Entiendo que regresar la página para recordar, es revivir veranos e inviernos con todas sus consecuencias…
- Han pasado 8 años, y no he logrado superarlo. Mi hija, incluso, comienza a rehacer sus afectos…en medio de sospechas, dudas y desconfianzas, pero comienza a rehacerlo. Yo no he podido. Estoy marcada como con un hierro caliente. Para toda la vida! Sobre todo porque creo que no actué como debía. Creo que por sentir que la protegía, no hubo castigos para el culpable

- ¿Qué pasó con su hija?
- Hace 8 años, mi hija de apenas 12, estudiaba en uno de los colegios de la ciudad donde aún resido. Aunque despierta e inteligente, siempre acusó cierta timidez que atribuíamos en casa al hecho de ser hija única. Excelente estudiante, sin embargo tenía pocas amigas. Aunque no somos una familia extremadamente conservadora, le hemos inculcado a ella valores acordes con cada etapa de la vida que va viviendo. Apenas entrando a la pubertad, no era fácil que supiera hace casi una década, lo que de la vida saben actualmente nuestros adolescentes. Creció, entiendo ahora, sobreprotegida. Le creamos un escudo para su impermeabilidad, que terminó siendo –lamentablemente- el culpable que no tuviese conocimiento de cosas elementales de su género y el género opuesto, que terminaron conspirando contra su propia integridad de niña. Notábamos sí, que cada vez se volvía más huraña. Más introvertida. Con una dependencia de su liceo, que lloraba por asistir aún cuando estaba enferma. Sin embargo, lo atribuimos siempre a la necesidad de estar con sus amiguitas. A salir de casa, donde solo papá y mamá estaban…a lo mejor desintonizados de sus querencias y expectativas. Un día, me llamó la Directora del plantel, y con una voz que hizo saltar mi corazón, me dijo que deseaba hablar sobre algo sumamente delicado que estaba pasando con mi niña. Me sobresalté, y le pedí –casi le grité- que me adelantara algo de lo que pasaba. Qué si era algo malo…que por favor no me mantuviera en ascuas. Ella se mantuvo en su posición, firme aunque de evidente preocupación, y me señaló que lo mejor era que lo hablásemos personalmente. Que por favor fuera sin mi marido, y que no le contara nada a éste, hasta que ella, la profesora guía de la niña y yo, hablásemos.

- ¿Qué era lo grave?
- Cuando llegué, efectivamente estaban ella y la profesora guía en su despacho. Llamaron a otra de las docentes, y le pidieron que me contara…una historia, que acabó con mi vida de golpe, Licenciado.

-Sígame contando, le pido
- La docente me dice, que ella tenía dos semanas supliendo un permiso postnatal de la titular de la materia. Y que le había llamado mucho la atención que todos los días, durante esas semanas mi hija justo diez minutos después del segundo receso, solicitaba un permiso para ir al sanitario. Le pregunté en algún momento el por qué no satisfacía cualquier necesidad fisiológica que le urgiera durante el receso para así evitar interrumpir la clase. Y me señaló que no sabía por qué, pero era justo cuando ella los solicitaba, que requería urgente ir al baño. Consulté –me señaló- con sus compañeras y me dijeron que eso era costumbre en ella, y que como era medio rara, pues no hablaba mucho con ellas….nadie le “paraba”. Entonces decidí, afirmó, hacer mis propias averiguaciones. Pedí a algunas alumnas seguirla con discreción para averiguar que pasaba, y como resultado me encontré con una desagradable sorpresa… Entonces le pedí, no le de más rodeos profesora, y dígame qué pasó que me tiene ascuas!...prepárese entonces señora para lo que voy a decirle: resulta que una vez que la niña entraba al baño, a los minutos entraba uno de los bedeles y mantenía intimidad con ella. Sin violencia. Como con su consentimiento. Le conté a la Directora y citamos inmediatamente al bedel a su despacho…él nos dijo que sí, que era “sexo consensuado”. Que se habían hecho novios y que era ella quien se lo requería….para corroborarlo nos mostró algunas esquelas que la niña le había enviado describiendo lo que le haría o quería que a ella le hiciera él, de manera cruda y muy libidinosa. Le dijimos…pero es una niña de solo doce años!!! Eso es una violación!!! Pero nos mostró las peticiones “libidinosas” de la niña y casi que nos advirtió el escándalo que se iba armar al respecto. Lo suspendimos y llamamos a la alumna…quien de manera serena confirmó lo que el bedel nos había asegurado momentos antes…mientras yo Licenciado, oyendo el relato, casi al borde de un infarto solo quería despertar de la pesadilla…

- ¿Qué dijo la niña?
- Eso…que era su novio. Me preguntaron que quería hacer, y les dije déjenme digerirlo, conversarlo con mi niña y después denunciamos al vagabundo ése. Me dijeron, piénselo muy bien antes de conversarlo con su esposo, cómo va a contárselo, no vaya a ser que una reacción de él frente al bedel complique las cosas…sobre todo porque aquí están las copias de las notas escritas por ella, que él me entregó y cuyos originales conserva….está bien, les dije…mañana vengo. Llegué a mi casa, me llené de paciencia, y entonces le pregunté…cuál sería mi sorpresa cuando con gran ingenuidad –o cinismo llegué a pensar- me aceptó lo que las docentes me habían dicho: sí mamá, él es mi novio. Hace seis meses, entré al baño y él estaba aseándolo…me dijo no te preocupes que yo no te veo. Más bien voy a cuidarte. Ve allí adentro que yo sigo limpiando. Mientras me lavaba las manos, me pidió el celular y se lo di. Me llamó muchas veces. Me decía cosas bonitas. A él le podía preguntar de todo y no se sorprendía…un día me habló de que si estaba muy sola me podía enseñar a hacerme cariño yo misma y lograr sentirme bien sin nadie al lado. Que no necesitaba a nadie para ello. Me dijo que cuando me bañara, me enjabonara y me acariciara todo el cuerpo. Que me detuviera en mis genitales de una manera que me explicó para que sintiera un algo exquisito… y así lo fui haciendo. Me enseñó el autoplacer…poco a poco me fue enseñando cosas para que hiciera sola, hasta que un día me dijo que si quería aprender más me lo iba a explicar personalmente y me citó en el baño después del receso….me tocó, me enseñó a besar para cuando tuviera novio y comencé a sentir cosas que nunca había sentido. Cada vez era más intenso, hasta que un día me desnudó y compartió conmigo convirtiéndose en mi novio…de allí en adelante, nos veíamos todos los días a la misma hora, él me complacía y yo lo complacía…y lo peor Licenciado, fue cuando me dijo…¿y qué hay de malo en eso mamá?...total, en algún momento iba a tener novio!

-¿Usted qué hizo, cómo reaccionó?
- Me eché a llorar y le pedí perdón por hacerla tan vulnerable. Por exponerla, con mis prejuicios, a mentalidades manipuladoras y perversas como las de ese animal que abusó de su inocencia. Por no hablarle claro sobre el sexo. Por no darme cuenta de su soledad y de su falta de cariño, y atribuírsela solo a una manera de ser tímida. Por ignorar sus soledades. Por haber abandonado mi deber de estar consultando siempre sobre su bienestar. Por no adelantarme, como ahora entiendo debe hacerlo toda madre, a sus preguntas. Por no romper el hielo y darle confianza. Por haber fracasado como mamá. Por hacerla pagar a ella las culpas de mi desatino…Le pedí perdón, Licenciado, porque sin querer y en ello pongo a Dios como testigo, se la entregué a los buitres en medio de fracaso como mamá..

- No se lastime, le digo…¿cómo reaccionó ella a su pregunta, a su llanto?
- Lloró conmigo, en principio sin entenderlo. Solo porque yo lloraba, creo. Hablamos. Yo diría que ésa noche por primera vez, fui mamá integral. Me contó los pormenores de la relación… pues ella pensaba que era natural lo que hacía. En una confusión entre las novelas que veía, los vacíos que una educación timorata como la mía le había dejado, sus propias inquietudes y descubrimientos de mujer…ella, como muchos hijos, aprendía la vida y sus miserias de la manera más difícil y más perjudicial posible. Esa noche le dije a su padre que mi hija comenzaba a ser mujer y me necesitaba, que yo iba a pasar la noche con ella…él me dijo, cuidado con abrirle los sentidos…y entonces, sentí más pena por lo que pasaba.

- ¿Qué hicieron con el bedel?
- Decidimos las profesoras y yo, no denunciarlo ante las autoridades –cosa de la cual hoy me arrepiento- porque pensábamos en aquel momento que con las notas escritas de mi hija, al hacer las investigaciones los tribunales…le íbamos a hacer más daño a ella del que ya le habíamos hecho y eso yo no lo iba a permitir aunque ese desgraciado saliera impune…pues en ese momento la salud mental de mi hija era lo primero... Solo le pidieron la renuncia, y él de una vez la formuló.

- Ella, ya de 20 años... ¿cómo está?
- Ha ido superando sus miedos. El sentimiento de culpa que le quedó. Y ha hecho su vida, sin renunciar a esa introversión que ha sido característica de su personalidad…pero ahora tiene amigas, está integrada a las redes sociales, y hasta donde me ha dicho, me ha entendido…

- Si todo ha ido bien ¿por qué removerlo ahora?
- Porque creo que podemos evitar, usted y yo a través de su espacio de El Informador, el que otras niñas sean manipuladas, aún en esta época en que a muy temprana edad lo saben casi todo. Decirles a los papás que hay que estar pendiente de los muchachos, que seamos nosotros su primera confianza, que hay que enseñarlas desde muy joven sobre el uso de su sexualidad, sin falsas mojigaterías ni hipócritas remilgos. Preparar a nuestros hijos para que puedan usar la ilimitada libertad de la que hoy disponen…con tino, sin hacerse daño. Enseñarlos que su verdad, aunque a veces no la comprendamos, ni nos ofende, ni se castiga. Explicarles que los instintos a veces están por encima de la racionalidad y la conveniencia. Aprender a tolerar y comprenderlos…, para que no sea otro el receptor de su afecto y de su confianza. Darles todo el amor posible. No tratar de juzgarlos ni de condicionarlos desde nuestra educación o valores, propios de otra época, de otros costumbres y otros convencionalismos. Y entender que a los doce años, tienen cuerpo de mujer u hombre capaces de emitir respuestas…incluso, a las manipulaciones indebidas.

Se había asomado a la tarde, y en esa antesala de lo oscuro, solo ladrillos aguardaban al final del camino. No hubo entonces sueños, ni banderas, ni pitos, ni sonrisas. Los viejos fantasmas, lo que había evitado siempre, estaban rozagantes…alimentados por lo que ella estima fue su falta de confianza. La ausencia de la palabra justa, la comprensión debida, la conveniente tolerancia. Intenta mirar tras, reencontrar el mapa de las viejas pisadas para entregarlo a otros que deseen evitar el espinoso camino que le tocara en suerte. Descubrir en el mal hecho a su hija desde la manipulación del afecto, algún testimonio que sirva a otras para evitarle su tormento. Entender que no todas las pasiones son malas. Que hay pasiones sanas sobre las cuales vamos entretejiendo los vericuetos del afecto…y a las que no debemos temer que nuestros menores hijos conozcan y se apresten a preparase para vivir -llegado el momento- con pleno conocimiento, para que ningún pederasta abuse de ellos. Por ello quiere que nadie cargue su cruz, ni tenga lacerado el sitio de sus huesos. Ni cargue ese rosario de culpas a cuestas. Que no la azoten más los negros, los grises, y los tiempos. Que haya una meta donde descansar del agobio y peso de lo sufrido. Porque hoy al hurgar el amor, solo encuentra un dedo acusador que la señala…aunque sepa que su hija está feliz, y que soplan en sus vida nuevos vientos.

ALGUNOS PIENSAN QUE SE ME ALBOROTÓ LA CARNE

(Publicado en el Diario El Informador el 29.09.10)


La quieren convencer que a su edad, ya ha debido calmar su sed. Que no hay agua nueva para quien por el mucho trajinar debe dejar descansar el barro, la lluvia, las ganas…la piel. Que a sus 50 años, es pecaminoso sentir. Que a esa edad debió hace rato hacerle un funeral a las hormonas. Que en su carne ya no puede –ni debe, dirían algunas de sus amigas- albergar en su carne más que las huellas de lo vivido. Que no puede haber relámpagos en su noche…ni luces de colores que incendien de nuevo sus más íntimos secretos. Ella disiente de quienes quieren verla en un mecedor esperando el último viaje. De quienes le critican que en el comienzo del otoño, abra un espacio capaz de encender primaveras. De aquellos que desde su propia frustración, quieren enterrar en su conciencia el miedo a comenzar de nuevo a esa edad. A poder devolverle al calendario en vivencias, lo que éste le ha suministrado en mentiras. Esa hierba dura de uno y mil silencios. Enviudó muy joven, apenas pasando los treinta. A casi 4 lustros de ese duelo, presionada más allá del dolor y del duelo razonable por quienes pretenden obligarla a una vida en solitario, como condena a la sola culpa de ser sobreviviente de su marido…ahora hay campanas que repican en sus noches, en su almohada, en ese ser mujer –en todos los sentidos que la palabra describe- y al que había renunciado, pero que hoy siente que no ha debido hacerlo por tanto tiempo…en ese frío que ha dejado calar los huesos, el calendario, su cama, su yo de mujer absoluta…para ser limitada, en honor a evitar el qué dirán, en la misma mueca de viuda formal de sus antepasados, en una inventada sonrisa…ésa que ahora, al medio siglo de la partida se queda sin caparazón, porque quiere asumir de la vida lo justo sin temor de ser acusada de vieja libidinosa, hoy cuando decide poner fin a ese carnaval tan conocido para ella de orgías de ausencia. No tiene hijos. Vive con una hermana de su esposo que nunca se casó…hasta que tropezó con este sueño, que ahora solo mantiene con la complicidad de su almohada. Hurga en el ayer, y siente que ha sido fiel a una ausencia de dos décadas. Consulta a su piel, y siente el cansancio por tanto tiempo de inútil espera. Ha conseguido un mañana, después de haber recorrido todos los caminos. Ha humedecido de nuevo su jardín de azucenas, después que solo los malabares aromaban los vacíos. Ha sudado cada riesgo que ha decidido asumir, en la angustia de no ser comprendida, y a lo mejor hasta vilipendiada. Piensa abortar todas las miserias ajenas. Dejar que afloren todos los odios. Pero ha decidido rescatarse como mujer completa, y vivir esta emoción del amanecer justo cuando la noche inunda desde muy tempranas en las fechas de su calendario, la inutilidad de su incomprendida vida. Por eso, renace al final del camino sin temor a las condenas. Y reta las vergüenzas ajenas por el respeto que se debe a sí misma y a lo que ahora siente. En una decisión en la que, buena o no… apuesta su propia vida!

-Elegante. Educada. Con solvencia académica y económica, es sacudida por el reclamo de los afectos. Si bien en la plenitud de su vida, su viudez la marca...sobre todo ante muchas para quienes este estado civil es el comienzo de un ocaso, donde las mujeres deben adelantársele a la ancianidad y recogerse aún en la vivencia de su mejor y más maduro momento
- ¿Cómo está Licenciado?...quizás mi historia no tenga la capacidad de sacudir a los lectores que tienen los muchos casos que usted ha presentado. Es posible, me dice, que haya situaciones mucho más preocupantes y de más interés que la mía. Que sacudan más la emoción…pero como creo que la mía obliga a reflexionar sobre el concepto que de la mujer se tiene, y a lo que es condenada una vez que alcanza la madurez…se la quiero contar para, si usted cree que lo merece, la publique EN VOZ BAJA, y así sus muchos lectores se aproximen desde la visión de una protagonista de excepción al drama de la mujer madura…sobre todo, si es viuda o divorciada.

- Usted me dirá…
- Tengo 50 años. Me casé muy joven, a los 22, y enviudé apenas los 30. No tuve hijos, simplemente porque mi marido no podía…al menos eso fue lo que nos dijo el médico que lo trataba, y quien desde el primer momento nos negó cualquier esperanza en ese sentido. Fui una esposa feliz. Una mujer que, como tal, conoció a un solo hombre en la intimidad. Mi primer y único novio. Un hombre especial que me enseñó a ser lo que hoy he alcanzado a ser. Soy Ingeniero Civil y entre los dos dimos forma a una empresa próspera que hoy manejo. Una vez fallecido él por un cáncer de próstata que le hizo metástasis…me olvidé de todo para serle fiel a su memoria. Me encerré en la empresa, hasta hacerla una de las más importantes del país. Vivo con quien fuera su hermana más querida, que nunca se casó, y que se encargó de manejar la casa. Mi confidente. Mi mano derecha. Mi compañera leal. Evité siempre la vida social. Ni quería, ni tenía tiempo para ello. Mi familia y la de él, siempre me advirtieron que viuda y divorciada debían tomar el doble de previsiones que soltera o casada, para que no se fuera a malinterpretar cualquiera de nuestras actuaciones. Que mejor sola, que mal acompañada. Una especie de prisión de principios machistas, conservadores, y sobre protectores que acompañaron hasta hace poco mi duelo. El caso es que, después de muchos años sola, ahora que cumplo el medio siglo, siento que de nuevo hay vida en el espacio de los afectos íntimos. Que contra lo que siempre esperé y traté de domesticar, las hormonas siguen allí a mi edad haciéndose notar y reclamando un lugar en mi vida.

- ¿Cuál es el problema, si eres sola y dueña de tus actos?
- Mi problema, y el de muchas como yo, es de cómo ve la sociedad a la mujer en nuestro país, Licenciado. El como es capaz de estigmatizarla como libidinosa si en la madurez de su vida, deja los lentes de la presbicia, las pastillas para la osteoporosis, la presencia señaladora de la menopausia, la flacidez de algunas carnes, lo conservador de algunas actitudes, la pastillita para el dolor de cabeza, la crema o las medias para las várices…y le abre un espacio al retomar de su vida, sexo incluido, después del medio cupón cumplido. Fíjese que es tan serio lo que le digo, que para un hombre de 50, andar con una mujer más joven es como un símbolo de fortaleza, de que aún se mantiene en capacidad de conquistar e intimar, y lejos de criticárselo…se le celebra. En cambio que una mujer de 50, que empiece a salir con amigos, aunque sean de su propia edad…y que de pronto intime con alguno, es una zorrería de vieja sin vergüenza alborotada. Y los chistes crueles se hacen presentes sin medir el daño que a veces nos hacen.

- ¿Cuál es tu caso?
- Hace un año, me enamoré. Amor de adulto, decimos. Sin el plan de matrimonio como epílogo. Total, ya eso no es necesario para ninguno de los dos. Los adelantos de la medicina nos han permitido a él y a mí superar las consecuencias físicas y limitantes de la menopausia y la andropausia. No vivimos juntos, pero compartimos muchos fines de semana. Después de 20 años, de un larguísimo, leal, solitario y sentido duelo, me he vuelto a sentir mujer. Y he vibrado de nuevo como tal, más allá de la fantasía...advierto que no fue lo mejor el haber renunciado por tanto tiempo a ser mujer más allá de la formalidad y el convencionalismo social que obliga a una viuda a estar sola. Hoy bailo de nuevo. Voy a la playa. Activo sexualmente y además con menos tabúes y menos reservas que cuando estuve casada, para acceder a una plenitud capaz de afirmar no solo mi identidad, si no que la de él sin culpas odiosas, ni resacas vergonzantes. Pero, consecuencia de ello, mi cuñada ha dejado de hablarme. La familia de él, mi ex marido, aunque dice entender…murmura que me he vuelto loca. Que se me alborotó la carne, después de vieja. Que me “ataranté”. Qué quién sabe qué busca el hombre que me acompaña. Que si no me da pena dármelas de “carajita” con los años que tengo…y bueno, muchos epítetos más que son, sin dudas, consecuencia de la errada apreciación social que de las mujeres maduras tiene la gente.

-¿Qué edad tiene tu pareja?
- 55 años. Es divorciado. Industrial, con dos hijos adultos que si bien me mastican, no me tragan. Pero no porque les caiga bien o mal como persona, y he allí lo grave, si no porque a mis 50 años ando “sonsacando” a su papá…imagínese Licenciado! O sea que después de los 50, está prohibido enamorarse, tener sexo, divertirse, formar una pareja, viajar, bailar, ir a la playa…sin que se esté incurriendo en una “conducta indebida” , solo si se es una mujer!!! Evidente que no soy una jovencita, pero le puedo decir que disfruto más del sexo que cuando estaba casada y con muchos menos años que los que hoy tengo. Pero no porque mi marido haya sido malo, si no porque tengo menos inhibiciones para hacerlo. Es una especie de conducta discriminatoria. Uno ve a los hombres pedir en farmacias sus pastillitas “revitalizadoras” con la mayor naturalidad…pero cuando una pide algún lubricante íntimo, para sobreponerse a la más marcada consecuencia íntima de la menopausia…los gestos evidencian la censura…o en todo caso, la incomprensión. Hoy hablo con mi pareja de lo que me pueda gustar o no en la intimidad, cuando en mi época eso no se hablaba por temor a que el marido pensara que uno era una zorra. Hoy puedo tomar la iniciativa en la cama cuando quiero, lo que en mi época era señal de ligereza y por lo tanto de rechazo. Hoy puedo experimentar otras formas y otras posiciones más allá de las comunes, sin el temor a la censura o a la recriminación. Hoy puedo incluso experimentar, sin arriesgarme a que me digan…y eso ¿con quien lo aprendiste?. Hoy puedo decir esto no me gusta, sin que él se moleste y deje de hablarme. El orgasmo no es un invitado reservado solo a él en nuestros encuentros, podemos hablarlo sin pena o limitación alguna…no hay necesidad de fingirlo, como muchas veces a muchas mujeres toca para no herir la susceptibilidad u hombría de su pareja. Hay valores que han sido sustituidos y que me estaba perdiendo. Experiencias de igualdad entre los géneros que permiten a la mujer ser factor principal y activo de una relación, y no ese ser pasivo habitante habitual y obligado del placer de su pareja.

-Te escucho muy actual…cosa que me complace
- No solo muy actual Licenciado…soy muy mujer. Di el paso por encima de prejuicios sociales y personales. Esos que a veces llamamos principios, no son sino alcabalas que nos impiden ser felices y dueños de nuestras vidas, actuaciones y destinos. Aunque debo confesarle, que aún me falta avanzar en esta determinación. Pues no siempre logro, aunque a veces diga que lo haga, zafarme de algunas de las consecuencias sociales y morales de ser libre. Cuando salimos de viaje y nos quedamos en un hotel, aunque no sea verdad, siento miradas acusadoras. Murmullos censuradores. Gestos perturbadores…aunque sé que muchos de ellos solo están en mi mente. Sobre todo porque no logro explicárselo a mi cuñada, a la familia de mi ex, a los hijos de mi pareja sin molestar sus creencias, sus convicciones… a las que además sé que tienen derecho y debo respetar.

- ¿Te vas a casar?
- Por ahora eso no está en mis planes y es parte de lo maravilloso de este nuevo encuentro. No hay otra retribución que el amor de cada día. Cero compromisos formales de contraprestación, más allá de lo que nos haga felices como personas y como parejas. No sabe cuánto entiendo y apoyo hoy a los jóvenes que han decidido vivir sus vidas sin tantas complicaciones. Sin muchas vedas. Pero también sin faltarse respeto. Sin prostituirse. Sin alivianar el camino sacrificando el pudor.

- Te noto muy clara y decidida… ¿por qué acudir a mí, entonces?
- Así es Licenciado. Pero acudo a usted porque deseo que lo cuente. Sé, me consta, que mucha gente lo lee, lo sigue, le cree. Y deseo que muchas que están en una situación similar a la mía pero que no se atreven a dar el paso definitivo, lo den. Que se vean en este espejo, de ignorar lo que beneficia el que dirán, y entonces complacer los sentimientos. Que no somos viejas hasta que nos sintamos como tales. Que no hay que tenerle miedo a la pasión, porque es intrínseca del ser humano. Que no hay que cerrar el capítulo de acceso a la intimidad, mientras haya alguien capaz de motivarlo hermosamente. Que nunca es tarde para reinventarnos, y que cada edad tiene su atractivo. Que no nos neguemos a vivir solo porque llegamos a la edad madura. Que la experiencia, va a remendar cualquier limitación cronológica. Que no hay nada mejor para sentir que estamos vivos, que una sentida pasión…esa, capaz de hacernos vivir una locura!

Andaba demasiado sola, quizás demasiada huérfana…y sin embargo llegó a entender que el amor es algo más que una palabra. Que unas edades. Que una formalidad social. Una hierba dura capaz de crecer, aún en ausencia del riego. Que no tiene temporada, ni de siembra...ni de cosecha. Que es una instancia donde, a pesar de las dificultades, de las ausencias, del pretendido olvido...siempre hay un lugar donde reconstruirse a la hora de las sobrevivencias. Logró desandar su vida, la de los demás. Descontó vivencia a los calendarios, recordó silencios, noches, convicciones, enseñanzas, logró esconder las miserias ajenas para que esa marca de sombras que la limitaba, se convirtiera en luz de luciérnagas y como ellas, naturalmente, le alumbraran los paréntesis a la obligación odiosa de una cotidianidad con valores ajenos. Por ello avanzó y dio un salto después del largo duelo, buscando su tranquilidad en esa compañía que en su paz logró acallar el ruido aquel de su piel…y donde hoy resuenan campanas, esperanzas e inciensos. Ahora, en la complicidad de su nueva libertad, decide volver a vivir, a sentir, a prodigarse. A dejar de vivir en y por la nada. A transitar el nuevo amanecer. A disfrutar de la regalada primavera. A sentir y sentirse, sin más compromiso que el de satisfacer el nuevo puerto, donde hoy anclan, definitivamente… un caudal provechoso de renovados sueños!
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