¿QUÉ HAY DE MALO EN ÉSO...MAMÁ?

(Publicado en el Diario El Informador el 06.10.10)



Al sur de la razón, en el sótano del afecto...donde se revuelcan todos los odios, y las pisadas y recuerdos tienen connotación de tiempo, donde yace la tierra cansada...allí, donde el dolor reparte la tempestad; el respeto y la fe son solo armonía de tristezas. Por eso desde aquel día que lo supo, su vida fue solo el este encandilándola cada mañana. La dolorosa verdad conocida, una luz capaz de enceguecer. El presagio de nuevas angustias, el repugnante espejo donde se dibuja la aberración de algunos cada tarde en que algún inocente se descuida...el viejo oráculo que ante la contundencia de la maldad, yace sombrío de predicciones. Su hija, de apenas 12 años, fue encaminada a un vicio…a una constante violentación de valores, a un maltratar de su inocencia, a ese cambio de brújula, esa señal del camino ajeno a cualquier respeto, a cualquier desconocimiento… para hacerla dependiente de una aberración capaz de equivocarle la ruta a seguir, desparramándole chubascos, confundiéndole los astros, rehaciéndole las estrellas y haciendo del charco un “hábito” de pasión del cual se prendó en medio del instinto, el miedo, o el placer recién descubierto. Por eso en su corazón ahora hay espacios para la rabia, el odio, la ansiada venganza. Hoy anida en él ocasos, crepúsculos, telarañas indeseables. Sangrantes cicatrices que le recuerdan a su hija en manos de un desalmado, quien la convenció que lo que le hacía era un gesto de cariño. Figuras sombrías que anuncian albergues perennes, en ese coro de cadáveres tristes en que se ha convertido su vida desde hace casi diez años, cuando supo en qué habían convertido el adolescente mundo color pastel que ella le había regalado a su hija. Por ello ahora trata de beberse las tardes, los colores, la vida. Que su niña, ya adulta, nunca más deje de ocupar sus espacios con mascotas, mariposas, flores, golondrinas. Poder sacar de sus ojos ese nidal de vacíos y ausencias, que se han convertido en huellas eternas de un abuso disfrazado de afecto. Esas que en medio de las tinieblas, del acto instintivo, del reflejo condicionado… hicieron lodazales para encharcar su alegría. Por ello, sigue tratando de detenerla con frecuencia en el olor de la mañana, para que olvide esa sensación prematura que le dejó el otoño. Sembrarla de tierra fértil, para dejar de hacer del lodo el mapa de sus propias pesadillas….esta vez sin sorpresas, esta vez conociendo el camino. Quiere untarla de vida útil. Limpiarle la apreciación que ha bloqueado su confianza, cada vez que el recuerdo reclama esa atención que humedece el sitio de los sueños…esas cosas suyas, íntimas, que nunca debieron compartirse. Hoy desea que su niña crecida, deje de tropezarse con los rocíos, con lo peor de sus años vividos…y comience a tejer arreboles en los lugares de tanto calendario aborrecido. Descubrirle una sonrisa, borrar el sentido de culpa, romper algunos espejos donde se detuvo la imagen del sanitario aquel de su viejo liceo…y que pueda encontrar otro donde sin vergüenza, sin miedo, sin señalamientos internos…mirar, y mirarse de nuevo

-He hablado con ella varias veces por teléfono. Vino desde un vecino estado, a entrevistarse conmigo. No deja de llorar. Le han roto la fe, cuando han hecho de su hija, sujeto inocente de un abuso continuado. Aunque han pasado 8 años de ello, sufre como el primer día que se enteró. No hay paz en su interior. Ni pájaros que acompañen el sentimiento. Solo ese graznido irracional que cada hora, la espanta de nuevo
- Gracias por recibirme Licenciado. Discúlpeme el llanto, pero hay cosas que a una madre le cuesta mucho superar...aún y cuando haya hecho todo lo posible para hacerlo

- Cálmese, le digo. Tómese el tiempo que requiera. Entiendo que regresar la página para recordar, es revivir veranos e inviernos con todas sus consecuencias…
- Han pasado 8 años, y no he logrado superarlo. Mi hija, incluso, comienza a rehacer sus afectos…en medio de sospechas, dudas y desconfianzas, pero comienza a rehacerlo. Yo no he podido. Estoy marcada como con un hierro caliente. Para toda la vida! Sobre todo porque creo que no actué como debía. Creo que por sentir que la protegía, no hubo castigos para el culpable

- ¿Qué pasó con su hija?
- Hace 8 años, mi hija de apenas 12, estudiaba en uno de los colegios de la ciudad donde aún resido. Aunque despierta e inteligente, siempre acusó cierta timidez que atribuíamos en casa al hecho de ser hija única. Excelente estudiante, sin embargo tenía pocas amigas. Aunque no somos una familia extremadamente conservadora, le hemos inculcado a ella valores acordes con cada etapa de la vida que va viviendo. Apenas entrando a la pubertad, no era fácil que supiera hace casi una década, lo que de la vida saben actualmente nuestros adolescentes. Creció, entiendo ahora, sobreprotegida. Le creamos un escudo para su impermeabilidad, que terminó siendo –lamentablemente- el culpable que no tuviese conocimiento de cosas elementales de su género y el género opuesto, que terminaron conspirando contra su propia integridad de niña. Notábamos sí, que cada vez se volvía más huraña. Más introvertida. Con una dependencia de su liceo, que lloraba por asistir aún cuando estaba enferma. Sin embargo, lo atribuimos siempre a la necesidad de estar con sus amiguitas. A salir de casa, donde solo papá y mamá estaban…a lo mejor desintonizados de sus querencias y expectativas. Un día, me llamó la Directora del plantel, y con una voz que hizo saltar mi corazón, me dijo que deseaba hablar sobre algo sumamente delicado que estaba pasando con mi niña. Me sobresalté, y le pedí –casi le grité- que me adelantara algo de lo que pasaba. Qué si era algo malo…que por favor no me mantuviera en ascuas. Ella se mantuvo en su posición, firme aunque de evidente preocupación, y me señaló que lo mejor era que lo hablásemos personalmente. Que por favor fuera sin mi marido, y que no le contara nada a éste, hasta que ella, la profesora guía de la niña y yo, hablásemos.

- ¿Qué era lo grave?
- Cuando llegué, efectivamente estaban ella y la profesora guía en su despacho. Llamaron a otra de las docentes, y le pidieron que me contara…una historia, que acabó con mi vida de golpe, Licenciado.

-Sígame contando, le pido
- La docente me dice, que ella tenía dos semanas supliendo un permiso postnatal de la titular de la materia. Y que le había llamado mucho la atención que todos los días, durante esas semanas mi hija justo diez minutos después del segundo receso, solicitaba un permiso para ir al sanitario. Le pregunté en algún momento el por qué no satisfacía cualquier necesidad fisiológica que le urgiera durante el receso para así evitar interrumpir la clase. Y me señaló que no sabía por qué, pero era justo cuando ella los solicitaba, que requería urgente ir al baño. Consulté –me señaló- con sus compañeras y me dijeron que eso era costumbre en ella, y que como era medio rara, pues no hablaba mucho con ellas….nadie le “paraba”. Entonces decidí, afirmó, hacer mis propias averiguaciones. Pedí a algunas alumnas seguirla con discreción para averiguar que pasaba, y como resultado me encontré con una desagradable sorpresa… Entonces le pedí, no le de más rodeos profesora, y dígame qué pasó que me tiene ascuas!...prepárese entonces señora para lo que voy a decirle: resulta que una vez que la niña entraba al baño, a los minutos entraba uno de los bedeles y mantenía intimidad con ella. Sin violencia. Como con su consentimiento. Le conté a la Directora y citamos inmediatamente al bedel a su despacho…él nos dijo que sí, que era “sexo consensuado”. Que se habían hecho novios y que era ella quien se lo requería….para corroborarlo nos mostró algunas esquelas que la niña le había enviado describiendo lo que le haría o quería que a ella le hiciera él, de manera cruda y muy libidinosa. Le dijimos…pero es una niña de solo doce años!!! Eso es una violación!!! Pero nos mostró las peticiones “libidinosas” de la niña y casi que nos advirtió el escándalo que se iba armar al respecto. Lo suspendimos y llamamos a la alumna…quien de manera serena confirmó lo que el bedel nos había asegurado momentos antes…mientras yo Licenciado, oyendo el relato, casi al borde de un infarto solo quería despertar de la pesadilla…

- ¿Qué dijo la niña?
- Eso…que era su novio. Me preguntaron que quería hacer, y les dije déjenme digerirlo, conversarlo con mi niña y después denunciamos al vagabundo ése. Me dijeron, piénselo muy bien antes de conversarlo con su esposo, cómo va a contárselo, no vaya a ser que una reacción de él frente al bedel complique las cosas…sobre todo porque aquí están las copias de las notas escritas por ella, que él me entregó y cuyos originales conserva….está bien, les dije…mañana vengo. Llegué a mi casa, me llené de paciencia, y entonces le pregunté…cuál sería mi sorpresa cuando con gran ingenuidad –o cinismo llegué a pensar- me aceptó lo que las docentes me habían dicho: sí mamá, él es mi novio. Hace seis meses, entré al baño y él estaba aseándolo…me dijo no te preocupes que yo no te veo. Más bien voy a cuidarte. Ve allí adentro que yo sigo limpiando. Mientras me lavaba las manos, me pidió el celular y se lo di. Me llamó muchas veces. Me decía cosas bonitas. A él le podía preguntar de todo y no se sorprendía…un día me habló de que si estaba muy sola me podía enseñar a hacerme cariño yo misma y lograr sentirme bien sin nadie al lado. Que no necesitaba a nadie para ello. Me dijo que cuando me bañara, me enjabonara y me acariciara todo el cuerpo. Que me detuviera en mis genitales de una manera que me explicó para que sintiera un algo exquisito… y así lo fui haciendo. Me enseñó el autoplacer…poco a poco me fue enseñando cosas para que hiciera sola, hasta que un día me dijo que si quería aprender más me lo iba a explicar personalmente y me citó en el baño después del receso….me tocó, me enseñó a besar para cuando tuviera novio y comencé a sentir cosas que nunca había sentido. Cada vez era más intenso, hasta que un día me desnudó y compartió conmigo convirtiéndose en mi novio…de allí en adelante, nos veíamos todos los días a la misma hora, él me complacía y yo lo complacía…y lo peor Licenciado, fue cuando me dijo…¿y qué hay de malo en eso mamá?...total, en algún momento iba a tener novio!

-¿Usted qué hizo, cómo reaccionó?
- Me eché a llorar y le pedí perdón por hacerla tan vulnerable. Por exponerla, con mis prejuicios, a mentalidades manipuladoras y perversas como las de ese animal que abusó de su inocencia. Por no hablarle claro sobre el sexo. Por no darme cuenta de su soledad y de su falta de cariño, y atribuírsela solo a una manera de ser tímida. Por ignorar sus soledades. Por haber abandonado mi deber de estar consultando siempre sobre su bienestar. Por no adelantarme, como ahora entiendo debe hacerlo toda madre, a sus preguntas. Por no romper el hielo y darle confianza. Por haber fracasado como mamá. Por hacerla pagar a ella las culpas de mi desatino…Le pedí perdón, Licenciado, porque sin querer y en ello pongo a Dios como testigo, se la entregué a los buitres en medio de fracaso como mamá..

- No se lastime, le digo…¿cómo reaccionó ella a su pregunta, a su llanto?
- Lloró conmigo, en principio sin entenderlo. Solo porque yo lloraba, creo. Hablamos. Yo diría que ésa noche por primera vez, fui mamá integral. Me contó los pormenores de la relación… pues ella pensaba que era natural lo que hacía. En una confusión entre las novelas que veía, los vacíos que una educación timorata como la mía le había dejado, sus propias inquietudes y descubrimientos de mujer…ella, como muchos hijos, aprendía la vida y sus miserias de la manera más difícil y más perjudicial posible. Esa noche le dije a su padre que mi hija comenzaba a ser mujer y me necesitaba, que yo iba a pasar la noche con ella…él me dijo, cuidado con abrirle los sentidos…y entonces, sentí más pena por lo que pasaba.

- ¿Qué hicieron con el bedel?
- Decidimos las profesoras y yo, no denunciarlo ante las autoridades –cosa de la cual hoy me arrepiento- porque pensábamos en aquel momento que con las notas escritas de mi hija, al hacer las investigaciones los tribunales…le íbamos a hacer más daño a ella del que ya le habíamos hecho y eso yo no lo iba a permitir aunque ese desgraciado saliera impune…pues en ese momento la salud mental de mi hija era lo primero... Solo le pidieron la renuncia, y él de una vez la formuló.

- Ella, ya de 20 años... ¿cómo está?
- Ha ido superando sus miedos. El sentimiento de culpa que le quedó. Y ha hecho su vida, sin renunciar a esa introversión que ha sido característica de su personalidad…pero ahora tiene amigas, está integrada a las redes sociales, y hasta donde me ha dicho, me ha entendido…

- Si todo ha ido bien ¿por qué removerlo ahora?
- Porque creo que podemos evitar, usted y yo a través de su espacio de El Informador, el que otras niñas sean manipuladas, aún en esta época en que a muy temprana edad lo saben casi todo. Decirles a los papás que hay que estar pendiente de los muchachos, que seamos nosotros su primera confianza, que hay que enseñarlas desde muy joven sobre el uso de su sexualidad, sin falsas mojigaterías ni hipócritas remilgos. Preparar a nuestros hijos para que puedan usar la ilimitada libertad de la que hoy disponen…con tino, sin hacerse daño. Enseñarlos que su verdad, aunque a veces no la comprendamos, ni nos ofende, ni se castiga. Explicarles que los instintos a veces están por encima de la racionalidad y la conveniencia. Aprender a tolerar y comprenderlos…, para que no sea otro el receptor de su afecto y de su confianza. Darles todo el amor posible. No tratar de juzgarlos ni de condicionarlos desde nuestra educación o valores, propios de otra época, de otros costumbres y otros convencionalismos. Y entender que a los doce años, tienen cuerpo de mujer u hombre capaces de emitir respuestas…incluso, a las manipulaciones indebidas.

Se había asomado a la tarde, y en esa antesala de lo oscuro, solo ladrillos aguardaban al final del camino. No hubo entonces sueños, ni banderas, ni pitos, ni sonrisas. Los viejos fantasmas, lo que había evitado siempre, estaban rozagantes…alimentados por lo que ella estima fue su falta de confianza. La ausencia de la palabra justa, la comprensión debida, la conveniente tolerancia. Intenta mirar tras, reencontrar el mapa de las viejas pisadas para entregarlo a otros que deseen evitar el espinoso camino que le tocara en suerte. Descubrir en el mal hecho a su hija desde la manipulación del afecto, algún testimonio que sirva a otras para evitarle su tormento. Entender que no todas las pasiones son malas. Que hay pasiones sanas sobre las cuales vamos entretejiendo los vericuetos del afecto…y a las que no debemos temer que nuestros menores hijos conozcan y se apresten a preparase para vivir -llegado el momento- con pleno conocimiento, para que ningún pederasta abuse de ellos. Por ello quiere que nadie cargue su cruz, ni tenga lacerado el sitio de sus huesos. Ni cargue ese rosario de culpas a cuestas. Que no la azoten más los negros, los grises, y los tiempos. Que haya una meta donde descansar del agobio y peso de lo sufrido. Porque hoy al hurgar el amor, solo encuentra un dedo acusador que la señala…aunque sepa que su hija está feliz, y que soplan en sus vida nuevos vientos.

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