ME DIJO...SI NO ES MUCHO PEDIR

(Publicado en el Diario El Informador el 14.07.10)


Sin querer, e irónicamente por amor, hoy comienza a jugar al odio. A tratar de salir de esa rabia, de ese inmenso mar de miserias que en algún momento habitó…de enterrar la imagen de ese compañero de vida que, a partir de una debilidad suya, comenzó a sonreírle solo desde las sombras. Se dejó ganar por el chantaje, por su deseo de complacerlo. Llegó hasta el sitio donde la pasión suele ser desafortunada consejera. A esa alcantarilla que lo hacía feliz, y a ella tremendamente desafortunada. A ser solo cómplice de una relación en decadencia. Ella sintió que podía “expiar sus culpas” accediendo a algunas concesiones. Complaciendo algunas fantasías. Tolerando algunos excesos… Se consiguió un día, prostituida. Irrespetada. No valorada. Objeto de una manipulación, que le hicieron creer era entrega. Sucia. Violentada, no solo en su cuerpo, sino que en su dignidad.
Comenzó con un “trío”, que soportó en medio de la penitencia y el amor. Justificando su esterilidad, la ingrata noticia que no podría ser madre, cedió a la fantasía de su pareja buscando conservarlo. Después un cuarteto. Más tarde una orgía. Hasta que en medio de ese ceder, había entregado su vergüenza. Dice que lo amaba ciegamente. Que no quería aparecer frente a él como una mojigata. Hoy siente que él abusó de eso. Y la convirtió en carne de consumo. En herramienta de sexo colectivo. En desecho de pudor, sometida a malabarismos de insomnios de tanta vergüenza sentida y no drenada. Hoy piensa, quizás generalizando indebidamente, que a los hombres les dieron el razonamiento, solo para ver cómo se agredían inteligentemente. Hoy siente que el camino, la senda, los atajos, el recorrido, el amor, el sexo, son esa sensación confusa rescoldo de la vida, que a veces conduce solo a los rincones del desperdicio. El amor, el afecto, la reciprocidad en el respeto –sostiene- no son sino una mentira mil veces repetida, que busca engañarnos frente al beneficio ajeno. Vivió el horror de ser obligada a prácticas íntimas que le laceraron el sitio del respeto, en nombre del amor!. Vivió la tormenta del horror, cada fin de semana cuando esperaba por la sorpresa de su pareja, quien fue transformando sus fantasías iniciales en asquerosa aberración. La sonrisa en mueca. El placer en tortura. La intimidad en hecho colectivo. La caperucita en Juana la Loca. Hoy la acompaña un sentido de culpa. Una mancha fétida que no puede borrar. La realidad le ha enseñado que muchos hombres no son más que un voraz aparato genital. Pedazos de carne que solo producen excrecencias fétidas, bolos fecales, y placeres prohibidos. Un poco, la negación de esa perfección que dicen…es lo mejor de la naturaleza!.


-Luego de algunas conversaciones, se decide a contarme sobre su caso. Tiene 32 años. Aunque piensa que hay siglos reposando sobre sus hombros. Habla suave. Despacio. Como midiendo cada palabra. Cada señalamiento. Piensa que ya no tiene nada que perder…asiste a mi oficina acompañada de una amiga, quien le ha recomendado drenar parte de esa lluvia que le cala los huesos, para continuar -en algún momento- de largo con su vida
- Me da mucha vergüenza, asegura

- Tómate tu tiempo, le digo. Puede ser otro día si quieres...
- No Licenciado…ya que me decidí, hoy tendrá que ser

- Como quieras
- Me casé muy joven, apenas egresé como odontólogo de la Universidad. No había cumplido los 24 años. Él, abogado. De padres italianos. Tuvimos dos años de novios. Dos años bien especiales. Lo mejor del mundo, diría yo. El ideal de pareja. Nos vinimos a Barquisimeto, comenzamos a trabajar y tratamos de formar una familia… Pasó un año y no pude quedar embarazada. Él quería ser papá a todo evento. Su familia lo presionaba. La mía, también hacía bromas al respecto. Sin embargo yo no sentía prisa. Pensaba que en cualquier momento sería. Que cuando Dios lo dispusiera, para mí estaba bien. Sin embargo la presión de la familia, los deseos de él, me hicieron consultar un especialista quien determinó que, presuntamente debido a una operación de quistes ováricos en mi adolescencia, me iba a ser muy difícil embarazarme. Estéril, diría yo que fue el diagnóstico.

- ¿Cómo reaccionó cuando se lo dijiste?
- No se lo tuve que decir…él andaba conmigo cuando la Doctora me dio la noticia…. edulcorada, suavizada, con alguna lejana esperanza…pero demasiado contundente como para no captar la gravedad de la situación. Se quedó pasmado...me abrazó. Se le aguaron los ojos, pero hasta ahí. Más bien trató de darme ánimos, fuerza, confianza. Sin embargo, él que era un insaciable en el sexo, esa noche se abstuvo. Yo, lo comprendí. Pensé que no estaban dadas las condiciones…aunque por dentro, me entró un extraño frío...

- ¿Qué pasó los días subsiguientes?
- Primero, ánimo de la familia. Luego bromas, de ésas que van dejando cicatrices. Su familia, no sé si por sus tradiciones comenzaron a lamentarse en privado primero, y luego cada vez más en público del traspié que por mi culpa sufriría su descendencia. Sobretodo porque mi marido es el único hijo varón. Él, cada vez más ausente. Nuestra intimidad comenzó a alterarse y todo parecía venirse abajo. Conversé con mi amiga más cercana, Camila, quien hoy me acompaña, también con mis padres para ver qué hacía….una noche decidí que si lo quería tanto, no podía hacerlo reo de mi tara. Que no lo podía castigar en su deseo natural de ser padre. Que no tenía por qué pagar unos platos que no rompió. Que si la del problema era yo, entonces era yo quien debía asumir las consecuencias de mi problema.

- ¿Qué hiciste?
- Hablé con él. Le dije que lo quería mucho, y que por ello no debía ser la causante de su tristeza. Que estaba dispuesta a darle el divorcio, a devolverle la libertad muy a mi pesar, con mucho dolor...si él lo quería. Y si no, que estaba dispuesta a hacer lo que me pidiera, con tal de verlo feliz….me abrazó. Lloramos juntos. Me besó. E hicimos de nuevo el amor, como antes. Me imaginé que era una despedida. Una hermosísima y dolorosa despedida…pero no me dijo nada esa noche. Simplemente apagó la luz y se durmió. Yo, respeté lo que parecían sus deseos…no hablar. Al día siguiente, de muy buen humor y muy temprano, volvimos a la intimidad. A reencontrarme con esa fogosidad poco común, que él tiene en el sexo. Cuando terminó, me dijo que se iba a bañar y al salir hablaríamos. Estaba confundida…de verdad que no sabía que esperar.

- ¿Cuál fue su respuesta a tu planteamiento?

- Me dijo…no te quiero perder. Sabes que lo que más deseo es tener un hijo. Darle a mis padres ese nieto que tanto esperan. Continuar con el apellido de la familia, satisfacer esa necesidad de ser padre que me acompaña desde siempre. Me afectó, como no te imaginas, el que contigo no pueda serlo. El que nunca vaya a ver un hijo mío correr, o jugar pelota, o pedirme la bendición….¿Qué estás dispuesta a hacer para compensarlo???, me preguntó. Cualquier cosa, le dije…cualquier cosa que me pidas. Lo que te haga feliz. Lo que me permita reparar ese daño que te estoy haciendo. Lo que pueda hacer por compensarte, por no poder complacerte en ser papá…

- ¿Qué te propuso?
- Pensé que me iba a proponer adoptar a un niño, o a una niña. Que me iba a pedir poder tener él su hijo de alguna manera. Muchas cosas me pasaron por la cabeza. Salió del baño y me dijo…”lo he pensado mucho. En mis planes de vida, es muy importante ser papá…pero tengo algunas fantasías que pueden hacerme feliz. Algunas cosas que he tenido guardadas, que podían compensarme y que de alguna manera conservarían nuestra relación…pero no sé si lo vas a entender, no sé si es mucho pedir…”

- ¿Qué pensabas cuando te hablaba?
- Nada. Solo que se me abría una puerta para conservarlo. Nunca pensé que me pediría, lo que me pidió…pero el cielo me lo hubiera pedido y se lo hubiera tratado de dar. Me agarró la cara y me dijo… “mi fantasía es hacer un trío, incluyendo en nuestra intimidad a otra mujer. Ya que no vamos a ser felices como padres, vamos a ser felices como pareja. Vamos a gozar al máximo nuestra intimidad. Y eso, si me lo puedes dar. Eres la única que me lo puedes dar...”

- ¿Qué le contestaste?
- Aunque me sacudió, lo que estaba en juego para mí era mucho. No lo pensé, solo le dije….lo que tu quieras. Me abrazó y me dijo…vamos a ser muy felices

- ¿Cómo fue la experiencia?
- Bueno, le cuento. Primero fijé algunas condiciones. Yo tenía que estar de acuerdo con la muchacha, y si me sentía mal en algún momento, podía irme a otra habitación….lo aceptó. Ya él tenía a la persona, porque al día siguiente se apareció con ella en la casa. Qué le digo Licenciado, embarazoso, humillante…pero estaba decidida. Él lo disfrutó, yo lo sufrí. Pero sentía que ese era el costo de no perderlo por algo que era mi culpa. No lo comentamos. Al día siguiente, volvió con otra. Y así durante toda la semana…a los días, me pidió besarme con la muchacha…le dije que no. Pero en medio de la cópula, me obligó. Y entre los dos, me hicieron participar. Lloré, pero acepté. Un día, me invitó a salir como en los buenos tiempos. Bebimos champaña, que sabe me encanta. Mucha champaña. Me dijo esta noche te tengo algo especial, pero no estaba en completo estado de sobriedad como para pensar en cuál sería la sorpresa. Llegamos a casa, y al rato llegó una pareja. Yo medio ebria, fui obligada a una relación a cuatro. Entre él y la chica me agarraron, mientras el otro tipo casi que me violó. Fue una orgía, que además grabó en video, donde hice y me hicieron de todo. Después que me mostró el video, fue que me enteré de las cochinadas que me obligaron a hacer…y mire que no soy mojigata en el sexo. Cuando estuve más o menos sobria, con lo poco que recordaba, le dije que hasta allí llegábamos. Que él era un enfermo que se había aprovechado de mi complejo de culpa para cumplir sus aberraciones. Que yo lo quería mucho, pero no me iba a prostituir para conservarlo. Que ese precio era muy alto. Que hasta allí lo complacía. Que se buscara una prostituta. Que yo había cedido y él había abusado de eso. Que me sentía violada. Que no le iba a permitir volverme una piltrafa en nombre del amor…

- ¿Cómo reaccionó?
- Cínicamente. Era un Doménico que no conocía. Me dijo que era una ridícula. Que ni mujer completa era porque no podía ser madre. Que a él le constaba que yo había gozado “sus fantasías”…que no me la echara de mosquita muerta…y que además él tenía un video donde yo me veía participar en la orgía. Que no lo obligara a mostrárselo a mis padres y a los suyos. Que a lo mejor yo había quedado estéril en quien sabe qué desenfreno sexual….y muchas otras cosas más, demasiado feas como para contárselas. Le grité, le pegué…hasta que se fue de la casa. Lloré, lloré mucho. Me sentí sucia, asqueada de mí misma por haberme rebajado tanto por un hombre que estaba demostrando no valía la pena. Sin embargo saqué fuerzas de donde no tenía y hable con mamá y le conté todo. Lloramos juntas, drené…y ella me dio confianza. Deja que yo hablo con tu papá, me dijo. Yo lo conozco y sé como decírselo para que no vaya a reaccionar contra Doménico de manera que pueda crear un problema adicional. Vamos a buscarte ayuda profesional y a preparar los papeles para el divorcio…

- Y a todas éstas ¿tú marido?
- Yo me quedé en la casa de mis padres, a partir de ese momento. Él me fue a buscar, sin imaginarse que yo podía contarles a mis viejos “las cosas que había y me habían hecho”. Menuda sorpresa se llevó cuando trató de presionarme con el video y se enteró que ya en mi casa todos sabían lo basura que él era. Allí, me dijo que se había equivocado…que se había dejado llevar por el licor, y el instinto…que recapacitara y que –aquí viene lo peor- él estaba dispuesto a limitar su compensación por no ser padre, con solo sexo a tres…sin más hombres en la cama. Que por mí y por nuestra relación, él haría ese sacrificio adicional…Me volví como loca y lo eché de la casa a empujones….definitivamente Licenciado, no conocemos a las personas hasta que convivimos con ellas. A veces me pregunto ¿si yo hubiera podido parir, en algún momento me habría pedido “alguna fantasía”? ¿Es un hombre enfermo o un depravado sin remedio? ¿Hasta donde debe llegar la permisividad sexual entre las parejas, sin que afecte el respeto…aún siendo consensuada? ¿Cuántas otras mujeres estarán viviendo las consecuencias de una doble moral que solo se recata cuando tiene que cumplir ciertos convencionalismos sociales? ¿Hubiese terminado yo por aceptar alguna forma de lesbianismo si la relación se mantiene en el trío inicial que yo había aceptado? ¿Hasta dónde nos puede llevar la necesidad de la satisfacción sexual?? ¿Si estábamos los dos de acuerdo, era malo o bueno lo que en principio estábamos haciendo? ¿El ser estéril, qué castigo conlleva frente a la pareja?? Demasiadas preguntas que nadie me contesta, y que hoy me tienen frente a usted, no esperando que me las responda...solo rogándole que las publique para que muchas mujeres se las hagan en frío. Porque en caliente, es imposible articular respuesta alguna…sensatamente!

Definitivamente, está herida en sus sueños. En su integridad de mujer. En su amor de pareja. Deseando dar ese paso necesario, de la agonía al reposo. Necesita sembrarse, nuevamente, de mañanas. Dejar de hacer de la soledad, solo la cuna de los silencios. Esbozar, sin rubor, cotidianamente una sonrisa. Poder volver a moldear sus propios caminos. Sentir algún aroma en la brisa. Y en algún momento, que el amor no le es más ajeno. Necesita volver a esculcar en los senderos, devolverse de los atajos, saber cuán estrechas suelen ser a veces las veredas, esa instancia del olvido donde suelen esfumarse los secretos viejos. Desea dejar de callar alguna parte de lo vivido. Vivir, y dejar que el resto siga viviendo...aún a sabiendas que, párpados adentro, en más de una relación de pareja, en más de una relación de amor, habita una particular y a veces mortificante orgía de tristezas. Va a intentar permanecer como protagonista de sus sueños. Detenerse en ellos, más que en los ajenos. A no sentirse culpable, si no de haber amado. A dejar que las heridas se conviertan solo en cicatrices, que aunque siempre recuerden…tal vez en algún momento, ya no duelan tanto.

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