POR FAVOR...DEJA DE AVERGONZARNOS

(Publicado en el Diario El Informador el 21.07.10)


Comienza a transitar lo que le queda de camino. A recorrer la parte aquella donde la emoción cede el paso al tiempo vivenciado. Donde no se cuentan los días sino por sus atardeceres. Donde siempre hay un espacio para conversar con las sombras, con el pasado. Está allí, en algún rincón de la razón, como viajera sin miedo. Donde ya no importa el calor, ni el frío… que el fin ya no duela tanto...solo, lo que se pueda soportar. Ha comenzado a despintar la rabia, los resentimientos, las angustias que antes le ahogaron, en el lugar donde ahora habita una serena comprensión. Hoy, hasta su miedo tiene rasgos de generosa e ilimitada tolerancia. Hace años que deshabitó la esperanza, que no flota en la tibieza de nadie, que no sueña fantasías, que no aspira más de lo que ha tenido, que busca un sitio desde donde pueda despedirse sin ruidos. Sabe que le falta menos por vivir. No tuvo tiempo, ni le dejaron a que florecieran sus azucenas. El amor la tocó en una sola dirección, desde ella hacia los demás. Sin reciprocidades. Sin correspondencias. Sin dobles vías que llenaran el sitio del afecto. Piensa que ya no hay mucho más que ver. La sombra de su siembra crecida, si bien nunca la alcanzó como hubiera deseado, la llena de orgullo. Aunque no la siente propia, sabe que es producto de su desvelo. De sus noches insomnes. De su continuo renunciamiento. Ella testimonia su verdad. Ella calma sus laceraciones. Ella apacigua sus silencios. Le permite ignorar sus temores, sus lágrimas…esa lesión que lleva en la autoestima y que siente se irá con ella, pues nunca la pudo sobreponer. Lo que ayer era solo un sueño de futuro, hoy es mortificante presente…y pronto, olvidable pasado. Encaminada hacia la tranquilidad definitiva del viento, ya el andar no es impetuoso, solo hay lagos de apacible desazón humedeciendo recuerdos. No tiene apuros que mostrar, ni logros que lucir. Solo el tatuaje de una soledad y un desprecio delimitando rincones. Por eso, aunque su hijo no lo perciba, aunque su nuera no lo valore… justifica su camino, su presencia, hasta esa lágrima injusta que encubrió huracanes, tormentas, tempestades para no hacer más difícil el tránsito. Cada día fue una nueva herida de vida, una antesala al otoño, una incandescencia indebida, un andar en medio de una llovizna que nunca cesó y que siempre le hizo padecer en silencio. Aunque moderó la angustia, el sobresalto, el sentirse como mueble viejo, aprendió a vivir sola sus fracasos. En calma las ofensas. A gritar solo para la almohada. A confiar en las cuatro paredes de su cuarto, y a entender que hoy a sus muchísimos años de edad, en su vida no hubo ni habrá ya…madrugadas. Por eso me visita. Por eso me cuenta. Porque según ella, para morir en paz…solo necesita contar lo vivido.

-Es una hermosa anciana. Llena de sabiduría, pero también de tristezas. Amiga de un familiar, me solicita la visite en su casa. Me sorprende su lucidez. Me cita entrevistas de este espacio con sorprendente fidelidad. Es un aprendizaje hablar con ella, aunque la vida –injustamente- le haya negado toda la felicidad que merece.
- Qué bueno que haya venido Licenciado. Tenía muchas ganas de verlo, porque lo conozco mucho a través de la televisión y el periódico. Soy su fan más vieja. No me pelo sus reportajes. Leo su columna política y aunque la disfruto, sigo prefiriendo EN VOZ BAJA. Allí conozco las experiencias de otros y aprendo. Por eso lo invité a mi casa, pues quiero contarle mi historia, pero eso sí, no diga quién soy…aunque estoy segura que mi hijo y mi nuera cuando la lean van a saber de quién se trata.

- Imagino, mi Doña, que debe ser una bella historia
- De todo, como en botica, hijo. Aunque hay una pena que llevo adentro, que quiero contarle para ver si la dreno antes que la pelona se me presente, porque tengo muchos achaques y presiento que ya me anda dando vueltas por ahí

- Usted dirá...
- ¿Te puedo tutear?...mira que yo puedo ser tu abuela!

- Claro abuela, como quiera...le digo
- Me casé muy joven. Con un apuesto funcionario del correo. Cuando el correo era correo y era muy importante trabajar en él. Tuvimos un solo hijo, Carlitos, que se convirtió en el centro de nuestra vida. Cuando cumplía tres años, mi marido se enamoró de una telegrafista. Un día le reclamé, y no volvió más. Pasamos el trabajo que juega garrote mi hijo y yo. Yo lavaba y planchaba para la calle. Pero no me alcanzaba y tuve que entregar la casita que teníamos alquilada. Me fui donde una hermana y compartimos juntas penas y sinsabores. Así, lavando, planchando, cocinando para el vecindario eduqué a mi muchacho. Fui papá y mamá, como muchas mujeres venezolanas. Lo hice Bachiller, y cuando tuvo que irse a estudiar a Caracas, hablé con un familiar y a cambio de convertirme en su cocinera, aseadora, limpiadora, cachifa…nos dieron el cuarto de servicio de su apartamento para que viviéramos. Él comenzó a trabajar en el hipódromo. En esa época los estudiantes se ayudaban haciendo los escrutinios jueves, sábado y domingo, o ayudando en los entonces llamados “sellados” que le reportaban una cantidad suficiente para mantener sus estudios, y además le dejaban tiempo para cumplir con ellos. Ya en la Universidad conoció a una hermana y entonces supo de su padre, que para ese momento era un adinerado hombre de negocios en Valencia. La hermana los puso en contacto y comenzó una relación que con el tiempo se fue estrechando. Mientras, yo hacía quehaceres en casa de familiares para contraprestar el techo que nos daban. Nunca salíamos, porque cuando había que salir era yo quien tenía que cuidar la casa. Creo que nos acostumbramos a eso...y con el tiempo yo pasé a ser, también para él, esa asistente doméstica que es más útil como tal que como mamá. Estudiando, se enamoró de una muchacha de la “alcurnia” caraqueña. Con familia venida a menos, pero esas son más pretenciosas que las de verdad verdad! El día que la llevó a que me conociera, yo estaba en mi cuarto, detrás de la cocina…el cuarto de servicio. Aunque trató de disimularlo, me hizo “fo”. Un saludo frío, un beso casi que con asco y cinco minutos de visita me hicieron percatarme que allí yo no tenía vida.

- ¿Se casaron?
- Sí, mientras estudiaban. A los meses salió embarazada, me llamaron para que “los ayudara”. Ese día ella fue muy amable conmigo, aunque me dieron de nuevo el cuarto de servicio porque de los dos que estaban desocupados “uno era para el bebé, y el otro era para huéspedes”. Lo acepté…total, terminé por creer que ése era mi lugar. A los días de mudados, Luisa se me acercó y me dijo, vieja esta noche por favor quédate en tu cuarto porque tenemos visita y tú sabes, es gente muy delicada, muy fina…así no se sienten mal ni tú, ni ellos. Te traje algunas cosas para que me hagas los pasapalos…no te preocupes por los trastos, que los puedes lavar mañana cuando te levantes. Esa noche me di cuenta que no solo iba a ser la cachifa en casa de mi hijo, si no que mi nuera me lo iba a hacer notar cada vez que hubiera oportunidad.

- ¿Cuál era la actitud de tu hijo?
- Hablé con él. Le dije: Carlos no me quiero meter en tus cosas pero está pasando esto que te cuento y que me hizo sentir muy mal. Me dijo…esas son vainas tuyas mamá. Es que Luisa no te cae bien. No tengas complejos. Ella es una mujer sencilla, malcriada, mimada, pero sencilla…si pones de tu parte se la van a llevar muy bien. Además está embarazada...entiéndelo. Lo pensé, pero apenas se fue mi hijo al día siguiente, se me acercó y me dijo...mira vieja cuentera, estás en esta casa por ser la mamá de mi marido, pero no te pases porque te boto. Deja de meterle cuentos sobre mí. No pensarás que te voy a sentar a la mesa con mis amigos si ni siquiera sabes usar los cubiertos. Tú comes usando solo la cuchara. Pero además no puedes cocinar, servir y sentarte a la mesa a la vez. ¿Qué tal, si necesitamos alguna cosa? ¿Quién nos la va a pasar? Además esos vestidos tuyos deben tener como mil lavadas. En lo que podamos pagar a alguien que nos ayude, mejor te vas a tu casa….por favor, deja de avergonzarnos!

- ¿Qué respondiste?
- Nada hijo. Comencé a llorar. Yo había sufrido muchas humillaciones. Muchos desaires. Los pobres siempre los sufrimos, sobre todo cuando estamos “arrimados” en casa de familiares. No sé por qué algunos familiares nos cobran los favores, más fuertemente que los amigos. . Nunca pensé que en casa de mi hijo, donde sabía no sería la reina... pero por lo menos sí, una abuela querida, me iban a enrostrar en la cara mi pobreza. Lloré y pensé que ese era mi destino. Carlos fue alejándose de mí por culpa de ella. Un día le dije, que lo mejor era que yo regresara con mi hermana, que él había formado su familia y que necesitaba soledad e independencia. Me dijo que no lo dejara. Que yo era su vieja querida. Que hablaría con su mujer…y lloró conmigo recordando todas las penas que habíamos pasado para que estudiara y se graduara. Lo entendí, me propuse ser más tolerante aún, e ignorar cualquier “punta” de la niña. Ella dejo de hablarme. Solo lo hacía cuando mi hijo estaba presente. Con cualquier excusa no comía si yo me sentaba a la mesa. Me ensuciaba a propósito el piso y hasta un perro “meón” trajo al apartamento.

- Sería insoportable vivir así…
- Imagínate hijo, pero se puso peor después que parió. Me entregó el muchacho para ella poder salir. Yo, feliz de cuidar y mimar a mi nieto. Ella, pensando que me hacía un mal, lo que lograba era hacerme muy dichosa. Así fueron las cosas, mi hijo montó su propia empresa con mucho éxito y vino entonces el golf, los viajes, las amistades, las fiestas, cada uno por su lado hasta que se pelearon…

- ¿Se les acabó el amor?
- Sí. Ambos se montaron cacho. Definitivamente, la vida es un pañuelo. Ella le dijo a él que se iba con unas amigas del voluntariado a Margarita a un Tour benéfico, y él le dijo que iba a aprovechar para irse a Valencia a un torneo de Golf. Resulta que él se fue a Tucacas con una amiga y cuando estaba en el restaurant, vio a una pareja besándose frenéticamente…sorpresa, era Luisa con un amigo. Allí se dijeron de todo; armaron tremendo escándalo. Yo, ignorante de lo que pasaba cuando llegó ella al apartamento y me insultó, no sabía qué estaba pasando, ni me lo imaginaba!. Me dijo, es que la cabra siempre al monte tira…tenía que ser hijo de una fregona para ser como es…cómo me casé yo con esa vaina!!!...me voy de aquí para siempre…Me quitó al niño y se fue gritando. Al rato me llamó Carlos y me preguntó si había venido, le conté, le pregunté qué pasaba y me dijo...espera que ya voy para allá. Llegó, me contó su versión y me habló pestes de ella. Nos quedamos solos como un año. A veces ella venía y traía al nieto. Yo nunca salía hasta que un día me llamó desde la sala. Me saludó con demasiada amabilidad…me dijo que quería hablar conmigo, me pidió perdón, me aseguró que estaba arrepentida, y que tenía que ayudarla a rehacer la familia, por el bien del niño, que hablara con él… cuando se fue, me pidió la bendición.

-¿Qué hiciste, abuela?
- Hablé con él…pero estaba muy dolido en su honor, en su hombría. Celebró el que me pidiera perdón, pero hasta ahí. Ella me siguió visitando. Me llevaba cosas. Me dejaba el nieto. Me sacó al cine una vez. Me llevó a casa de su mamá, y por primera vez hablé con su familia en la sala de su casa. Yo que estaba acostumbrada a perdonar y a ceder, no podía olvidar lo que pasamos mi hijo y yo por el divorcio y abandono del que fuera mi marido. Yo no quería eso para mi nieto. Ni lo que viví para ella, aunque no hubiese sido buena conmigo. Creo que ninguna mujer merece pasar por las humillaciones que pasé, solo por trabajar para educar a un hijo debidamente. Así que me propuse juntarlos…y lo logré!. Nos volvimos a reunir esta vez como familia. Los primeros meses fui una consentida. Contrataron a una mujer para que me ayudara y ellos me sacaban, me tomaban en cuenta, estaban pendientes de mí. Pero después que ella sintió que lo tenía seguro despidió a la muchacha y comenzó poco a poco a regresarme a lo que ella consideraba mi puesto de cachifa. Esta vez, no sé que “poción” le dio a mi hijo, que lo volvió medio pendejo. Ella a abusar de mí, y él a decir que yo estaba chocha…que me suponía cosas, que se me había metido entre ceja y ceja-además equivocadamente- que Luisa era mala. Allí entendí que para algunos hijos a quienes damos todo, servirlos lo consideran un deber materno. Que cuando los hijos se casan, es esa familia que forma, su primera familia. Que primero la mujer, y después la mamá. Que hacerles la vida feliz para las madres es obligación sin contraprestación, pero para las esposas es una condición que debe corresponder so pena de perderla. Que al amor de la carne se le perdonan cosas, que no se le perdonan al amor de madre. Que por más que te esfuerces…una falda puede más que muchas noches de insomnio. Que después que pasan los años, solo corren cuando te pierden o cuando están a punto de hacerlo. Allí se lamentan entonces, del tiempo que no te dedicaron. De las rabietas injustas que te hicieron pasar. De los cariños que te negaron…cuando ya es muy tarde para enmendarlo. Por eso quería hablar contigo…quizás mi historia no sea conmovedora, pero te aseguro que es más frecuente de lo que te imaginas. Por ello hijo, si puedes, la publicas. Más que como lección, como un homenaje a esas madres que lo hemos sido todo, pero que nunca se nos reconoce, porque nuestros hijos siempre han pensado…que esa era nuestra obligación.

Me despido de ella. Contagiado de esa ternura que emana. De esa sapiencia que regocija. De esa vivencia que enseña. Logro flotar en su tibieza, cobijarme en esa calidez que no logro explicar cómo alguien pudo haber despreciado. En medio de tanto color vivido, ella ha aprendido a esperar en paz lo que para otros hubiera sido un infierno, restándose un día por cada experiencia sufrida. Por eso es capaz de dibujar en las sombras. De hacer llover en el desierto. De amar en medio de la intriga. De ver claro, en medio del encandilamiento. De vivir serena, en medio de su encierro, cuando descubrió la mentira de la libertad. Es mamá a tiempo completo. Papá con título supletorio. Abuela cada vez que la dejan. Tiene una lección aprendida que quiere compartir: en algún momento de la vida, hay que dejar atrás lo más turbulento del invierno!





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