A mis 22 años no existo

(Publicado en el Diario El Informador el 13.05.09)

A mis 22 años
no existo legalmente


Lic. Víctor M. Barranco C.

Ajeno. Como traído de la acera de enfrente, del otro faro, de la otra tarde…del otro día. De esa otra parte donde las azucenas se visten de un extraño y desconocido color. Como halado de los dioses, de los que iluminan la noche, el silencio, la tristeza, esa soledad de siempre que acompaña todas las tardes y todos los inviernos. Tiene 22 años viviendo, aunque no existe legalmente. Ha ido esculpiendo su vida palmo a palmo, trazo a trazo. Mira hacia atrás, y hay una memoria cenizosa incapaz de precisar familia, cuna, niñez o familiar afecto. Desde los seis años ha descubierto familias nuevas, hermanos de ruta, padres de afecto. Una Paraplejia Espástica y Vejiga Neurogénica Mielopatía Transversa le obliga a utilizar silla de ruedas, pero no le impide estudiar, trabajar, y construir una útil y eficiente vida. En el Honim, tiene el amor, la orientación, el apoyo y la oportunidad de estudio que le ha hecho un hombre de bien. Sin embargo, estudió bachillerato pero no puede ser bachiller. Puede y quiere trabajar, pero como no tiene acceso a una cédula de identidad, las cosas se le dificultan. Es un testimonio vivo, ejemplar, de un hombre de provecho. Inteligente. Zamarro. Un poco tímido, sin embargo no carga en la maleta ni frustraciones, ni rabias, ni pesos innecesarios. Es hijo de esa legión hermosa que de manos del Padre Fernando Santamaría, con la ayuda de hombres de buena voluntad, van creando familia, amor, amistad, creencias, fe, principios, profesión…en donde por mucho tiempo ha habido ausencias, vacíos y carencias. Sin embargo está en un limbo legal…extraviado de la ciudadanía formal. Como perdido entre tantos años, tanta aceras, tantos días recorridos de manos de la inexistencia. Aunque con una sonrisa en el presente, alguna ignorancia de su pasado, pero con ese grito de fe en el futuro que contagia. Que evade las dificultades, y hace con su disposición y talento, camino seguro a la esperanza. No reniega de su discapacidad, siente que ha sido su realidad de siempre, y no le amarga. Es lo cotidiano. No hay tempestades en su conciencia…más bien los huracanes hermosos y recíprocos del amor, en el desarrollo de su juventud. Ha descubierto para su bien, después de muchos años en el hogar, un sitio donde hay espacios para las flores, para el despertar alegre, para el compartir sin mezquindades, para hacer grandes los sueños pequeños…un lugar donde las ciruelas del afecto apagan cualquier posible tristeza. Ha descubierto una vida, una familia, un estudio, un trabajo, un amor, muchos afectos, otra noche, otra sed…y aunque no existe legalmente, por ahora, sabe que gracias a semejantes de buena fe lo aguarda el nacer en un nuevo día…cuando no sea solo dueño de su vida, sino que también de su identidad.

-Se llama Luis… María Elena, ejecutiva de El Informador me lo refiere. Lo acompaña Fabiola, quien le ha dado una oportunidad de trabajo. Al mando de su silla de ruedas entra a mi oficina y conversamos de su extraña situación legal…tiene 22 años viviendo, pero no existe legalmente ¿Cómo es eso Luis, que no existes legalmente?... le pregunto
- Así es, me dice. Tengo 22 años, pero no tengo ni cédula, ni partida de nacimiento. Solo una constancia del hospital donde nací. Una historia de vida que se resume de uno a seis años de edad con una tía, de seis a nueve años en un hogar en Caracas y de nueve años hasta hoy que tengo veintidós, en el HONIM acá en Barquisimeto
- No te presentaron…
- No. Me he buscado en todas las instancias, y no existo. Incluso tengo una constancia de no presentación suscrita por el Jefe Civil de la Parroquia Sucre del Distrito Metropolitano

- ¿Tienes algún recuerdo familiar?
- No tengo referencias ni recuerdos familiares. Lo que sé, es más por lo que he averiguado después de grande, más buscando el cómo recuperar mi identidad…que por alguna necesidad o curiosidad por saber más de mi niñez. No recuerdo nada.

- ¿Nada?
- Bueno… sé, como le dije, que estuve con una tía hasta los seis años. Entiendo que ella por problemas económicos no me pudo tener más y me llevó al Hogar Corazón de Jesús en Caracas. Allí estuve cerca de tres años. De allí me enviaron al Honim, donde tengo 13 años viviendo. Así puedo resumirle la historia de lo que soy. No hay más referencias. Ni recuerdos. Ni constancias. Ni papel de ningún tipo que me pueda ayudar en esta necesidad que tengo de existir legalmente.
- ¿Conociste a tus padres?
- No, no los conocí, ni tengo ninguna señal, ningún recuerdo de ellos. No sé ni siquiera cómo son, o cómo fueron. Ni siquiera de dónde son. Ni donde vivieron. Es más, ni siquiera sé en que sitio de Caracas vivía yo con mi tía.

- ¿Has vuelto a saber de tu tía? ¿Te ha visitado en el HONIM? ¿Ha procurado algún contacto contigo? ¿Saber de tu salud?
- No. Ella se desentendió de mí cuando me entregó al Hogar y a partir de ese momento, no supe nunca nada más de ella.

- Entonces, le digo, seguramente no eran solo problemas económicos. Porque ha podido verte en algún momento a lo largo de estos 16 años que saliste de su casa…
- Seguramente

- ¿Cómo te ha ido en el HONIM?
- Muy bien. Allí me han atendido excelentemente como a todos. Me han dado una vida. Un conocimiento. Un afecto. Una oportunidad de estudio. Un chance de trabajo. Tengo una familia. Allí he crecido, me he hecho un hombre de bien. Me he formado. He aprendió todo lo que sé.

- ¿Dónde estudiaste?
- Estudié primero en la Manuela Duin, y el bachillerato en el Liceo Alirio Ugarte Pelayo. Incluso lo terminé.

- ¿Entonces, eres Bachiller?
- No, no puedo serlo hasta tanto no tenga mis papeles. Hasta que no porte una cédula. Hasta que no exista como ciudadano. Tengo la constancia de mis notas. Los certificados de mis estudios, pero no puedo acceder al título hasta tanto no me cedule….
- ¿Cómo hiciste entonces para estudiar? ¿Para inscribirte?
- Con una constancia que me dio el HONIM pude inscribirme y estudiar…pero no puedo acceder a la graduación formal hasta que no se regularice mi situación legal. Fíjese que se me ha presentado una oportunidad para trabajar, y no puedo regularizar mi relación laboral porque no tengo papeles.
- ¿Dónde tienes esa oportunidad de trabajo?
- Con la señora Fabiola quien me trajo hasta acá, hasta su oficina y quien se ha preocupado mucho para que yo pueda resolver mi situación para poder seguir en Pare Estacionamiento, en la Avenida Lara en el Centro Financiero Las Vegas.

- ¿Qué haces allí?
-Estoy en un programa de cooperación. En la parte de contabilidad…”además con mucha eficiencia” acota Fabiola. Quien se siente, ha logrado una empatía, un afecto con Luis...a quien ayuda, más allá de cualquier deber formal de empleadora.

- ¿Vas a seguir estudiando?
- Es mi deseo, mi sueño, la meta de mi vida….son mis planes. Pero no puedo ingresar a la Universidad. Necesito una cédula que no tengo para poder inscribirme. No me dejan matricularme sin ese requisito. No existo, simplemente no existo legalmente.

- ¿Nunca te han pedido la cédula en la calle? ¿En algún sitio al que hayas ido?
- Hasta ahora las veces que me la han pedido, siempre ando con alguien. Además cargo una constancia del HONIM

- ¿Cómo sabes que te llamas Luis, si no tienes papeles?
- Bueno, se ríe, siempre me han llamado así. Y rescaté una certificación del hospital Dr. José Gregorio Hernández de Caracas donde dice que me llamó Luis Enrique y que nací el 31 de Enero de 1.987
- ¿Cuándo comenzaste a preocuparte por lo de la identidad? ¿En qué momento sentiste que era vital conseguir ser reconocido como ciudadano?
- Cuando salí de Bachillerato y no pude graduarme. Cuando intenté seguir en la Universidad y me fue imposible matricularme. Ahora que se me presenta esta oportunidad de trabajo, y es necesario resolverlo para avanzar. Cuando ya en uso pleno de mi razón y mi vida, a los veintidós años, me doy cuenta que vivo pero no existo legalmente.

- ¿Recuerdas algo de tu niñez, de esos seis años con tu tía?
- Muy poco, de esa etapa de mi vida casi no recuerdo nada

- ¿Te acuerdas de algún primo, de algún hermano, de alguien más –aparte de tu tía- que haya vivido contigo?
- No
- ¿Por qué crees que se rompió el afecto de tu tía? ¿Por qué no te vio más después que te entregó al Hogar?
- Verdad que no me he detenido a pensar en esas cosas…no han sido de mi interés. Tampoco me ha hecho falta detenerme a pensar en ellas.

- ¿Cuál es la persona más cercana a ti?
- Mis compañeros del HONIM

- ¿Quién te aconseja? ¿Quién te orienta?
- El padre Fernando Santamaría

- ¿Tienes novia?
- Actualmente no

- ¿Has tenido novia?
- Sí

- ¿Cómo ves tu futuro?
- Quiero hacerme un profesional de la Psicología. Un hombre independiente. Formar una familia. Aunque sin romper mi vínculo con el HONIM…ellos, son mi familia.

- ¿Qué diligencias has hecho para regularizar tu situación?
- Hemos ido a Caracas varias veces, pero ha sido muy difícil avanzar en la consecución de la documentación que requiero sin vivir allá. No es fácil para alguien como yo sin mayores recursos, discapacitado, moverme con frecuencia a Caracas a diligenciar. Aunque he recibido la ayuda del Padre y ahora de la Señora Fabiola, ha sido muy difícil.

- Es muy extraño tu caso….le digo
- Bueno… no tanto, en el HONIM hay varios en la misma situación, aunque mucho menores que yo, pero también a la espera de poder ser ciudadanos formales, con todos sus derechos.
- Interrumpo la conversación y le digo que voy a llamar a un abogado amigo que siempre, desinteresadamente, me ha ayudado en estos casos. Llamó al Dr. Henry Alviárez, y en su presencia le planteo el caso por teléfono. Me hace algunas consideraciones de tipo legal, y me pide que le indique a Luis y a la Señora Fabiola que lo llamen… que él –como muchas otras veces en estas situaciones- se va a hacer cargo del caso sin que Luis tenga nada que pagar. Y que estima que para el año que viene, Luis va a dejar de ser un fantasma, y se va a convertir en flamante ciudadano. Un gesto común en el Dr. Alviárez, que agradezco profundamente. Se lo comunico a Luis y a Fabiola quienes de pronto comienzan a pensar – esta vez creo que con razón- que se inició la cuenta regresiva... ¿qué te parece, le pregunto?
- Excelente. Agradecido con el Doctor, que puede solucionar el gran problema…el gran obstáculo que me impide seguir avanzando en mi desarrollo personal y profesional.

Lo despido. Ahora con una sonrisa, en la antesala de su esperanza. Siento que en su mundo particular amanece. De nuevo, amanece. Y allí entre la soledad y el silencio, el amor vuelve a empaparlo todo de alguna manera. La mano tendida de nuevo que, junto a la que ha conseguido en el HONIM, pueden permitirle dejar atrás la noche, la tristeza, el viejo retrato del olvidado cuaderno. Avanzar y crecer sin detenerse en la raíz, sin necesidad de podas o ramas que recoger para adivinar el camino…sin que tenga que entrar, para consolidar el futuro, a jugar alguna consideración con el pasado. En su mente, en su cuerpo, en esa silla que le acompaña como herramienta de su locomoción, en el sitio aquel donde habitaron por mucho tiempo fantasmas… hay una oportunidad para que se imponga de nuevo la esperanza, la sonrisa, ese opacar las pesadillas que muchos años de lluvia, han terminado por regar –de alguna manera- el avance de frustraciones y tristezas. Por fin va a ser él. Sin dudas. Va a rescatarse legalmente. A confiar. A sentir el inicio de las cosas buenas llenando su tiempo. A reciprocar todo el amor recibido en el HONIM, las alegrías, las enseñanzas, el calor, la fe… la de ese andar al lado de Dios que, en algún momento, alivia definitivamente el camino y llena de mañanas el espacio vital del nuevo cuaderno. Amanece, para él, seguro que amanece. Y allí, entre la dificultad y el logro, junto a esa familia que ha construido, su fortaleza de hombre bueno, la mano amiga y generosa de quienes le ayudan….estoy seguro que la esperanza, va a dejar de ser para él…el más cotidiano de los sueños.

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