SOLO QUIERO DEJAR DE VIVIR ESCONDIDA

(Publicado en el Diario El Informador el 22.09.10)


Hay un retozo de la desesperanza, justo en el sitio de su amor paterno. Un continuo desbordarse de maremotos…allí, donde la ausencia de respuestas teje grises figuras de mortificaciones eternas. Tiene un retozo de la frustración, justo donde la consanguinidad se mezcla con la pena, la rabia, la impotencia, en ese reclamo del corazón que no puede explicar la razón, ni aún violentando la conciencia….el que produce un largo cansancio en ese saber que todos los suyos viven con una careta puesta y ella, ya adulta, y capaz de comprender las debilidades de la pasión que la razón no entiende, sin embargo debe continuar habitando ese espacio de caracolas que le han impuesto obligándola a disfrazarse de nácar para poder volver en paz, una y otra vez, a su mutismo de siempre. Su vida es una orgía de farsas, de confusas formalidades, de extraños vacíos, de afectos maltrechos, de lazos arrugados, de viejas callosidades que en esa relación informal -pero no extraña- en que se relaciona con su familia… subyacen en ese espacio donde nadie se atreve a enfrentar la verdad…aunque ella haya hecho todo el esfuerzo por tratar de conseguirlo. Siente que tiene una familia de segunda. Un padre a tiempo parcial –que privilegia su atención a una familia principal- con miedo a que ésta sepa de su existencia. Una madre que no termina de entender que ella creció, que es adulta, y que es capaz de comprender el gran amor que le hizo aceptar esa condición detrás de la formalidad, para defender –como defiende- lo que mucho quiere. Unas hermanas de quien ya sabe casi todo, una de ellas a quien conoce personalmente, pero que no se ha atrevido a revelarle sus nexos de sangre por temor a que el padre cumpla la amenaza de no verlas nunca más… si se descubre esa segunda familia. Ama a su papá, aunque esté convencida que solo puede tenerlo en horarios diurnos. Ama a su mamá, aunque no entiende que no le cuente y le haga parte de una decisión que tomó, y que ella está dispuesta a respetarle. Desea que su padre reconozca ante sus hermanas su existencia, para dejar de vivir esa vida de embustes que la aturde y que en esta época, no tiene sentido. Desea salir de ese manantial de mentiras en que se encuentra involuntariamente sumergida, haciéndole comparsa a una consecuencia del miedo. A esa inútil verbena de risas, que acompaña su secreto. Ese viejo antifaz que trata de cubrir las vergüenzas paternas ante su “primera” familia. El conocido ardor, la misma amargura…ésa que tiene 18 años marcando la voz, el paso, los ratos felices. La búsqueda de esa verdad que no llega…a pesar de tanto anunciarse. Por eso siente que llegó la hora de tomar las iniciativas…descubrir y descubrirse. Romper con ese arenal que encubre las vidas de su mejor afecto. Limpiar ese polvo y rearmarlo todo en su vida, con los restos. Celebrar una nueva oportunidad…respetando lo que cada quien quiera conservar de la que ya tiene…pero rompiendo de una vez por todas, con esa angustia de ser la hija única de una familia de segunda.

-Llega con una prima y una amiga…me dice que después mucho pensarlo tomó la decisión de contarme su historia. Le pido, entonces, que me la cuente
- Buen día Licenciado, después de mucho leer sus EN VOZ BAJA decidí visitarle para contarle mi problema, una angustia que vivo innecesariamente. En anteriores ocasiones traté de escribirle, de entrar en contacto con usted, pero mi falta de valor nunca me dejó, a pesar de las muchas ganas de hacerlo. Tengo 18 años, muy próxima a cumplir los 19, pero desde muy chica he tenido que sufrir por la doble vida que mi padre tiene. Él vive una vida de mentiras, siempre a escondidas… y yo, como consecuencia de ello, he tenido que sufrir al ver que lo tengo y no lo tengo. Que lo disfruto a tiempo parcial. Que no puedo disponer de él, si no en determinados momentos del día. Que por su bienestar, he tenido que vivir a escondidas en las diferentes redes sociales como twitter y facebook para que mis hermanas y su esposa nunca lleguen a encontrarme, nunca lleguen a saber que yo existo…que soy también su hija. Aunque debo decirle en honor a la verdad que él siempre ha estado monetariamente a mi lado, pero sentimentalmente, afectivamente, casi nunca lo he tenido. Las veces que necesite de su presencia muchas de ellas no pudo acompañarme, porque estaba en su casa con sus hijas, su esposa… pues yo, siempre he tenido que esperar. Han sido innumerables y desagradables situaciones por las que he tenido que pasar por él, por su miedo a que se sepa la verdad, nuestra verdad…fíjese que hasta tuve que hacerme pasar por otra persona para poder conocer a una de mis hermanas…son 18 años que he vivido a escondidas, creo que injustamente, por culpa de él y mi madre.

-¿Cómo es eso que te hiciste pasar por otra persona para conocer a una de tus hermanas?
- A través de una de las redes sociales, ubiqué a una hermana…mayor que yo, por cierto. Papá siempre me dijo que yo tenía unas hermanas, aunque nunca me dio detalles sobre ellas. Accedí a la red con un nombre supuesto, y me hice aceptar como amiga por una de ellas, hasta que establecimos un fluido contacto. La invité a que nos viéramos, a que nos conociéramos…y así lo hicimos. No sabe Licenciado lo impotente que me sentí de tener a mi hermana, a quien lleva mi misma sangre al lado, y no podérselo decir. Hablar con ella, con unas ganas enorme de abrazarla, y sin embargo tener que reprimirlo. Se me revolvió en segundos esa mezcla de alegría y rabia que llevo dentro, producto de esa escondedera que mis padres me han impuesto. No sabe cuánto quería intimar con ella, decirle quién era…pero más pudo la amenaza de no ver nunca más a mi padre si llegaba a hacerlo, que proporcionarme esa alegría de compartir con quien es mi familia y como yo, no tiene culpa de los errores o sentimientos de culpa de nuestros padres…mucho más, porque soy hija única. Hija única de una segunda familia.

- ¿La has seguido frecuentando?
- No, más bien ahora me le escondo…me ha invitado, incluso, a su casa. A la casa de mi papá y su esposa…imagínese!

- Pienso que era una buena oportunidad, que perdiste…
- Lo que pasa es que uno se habitúa también a esconderse. Sobre todo cuando salirse de “esa línea” tiene la amenaza de una sanción tan fuerte como es la de perder a tu padre…a sentir vergüenza, no por provenir de una unión informal como la de mis padres, unión que respeto y comprendo, si no porque han asumido –y me han condenado a mi a hacerlo- el que esa es una relación de segunda. Una relación pecaminosa. Algo que se debe tener escondido. …y van 24 años ya, tapándose la cara. Corriendo de los sitios donde “alguien pueda enterarse”. Teniendo a papá casi que en horario de oficina. No pudiendo ir a ninguna parte sin tener que salir como la Cenicienta, a las doce, porque papá después de esa hora debe volver donde su “primera” familia. Fíjese Licenciado que en días pasados, visitando las ferias de tintorero con papá y mamá, da la casualidad que nos encontramos de frente con una de mis hermanas, ella me miró, nos miró a todos y le preguntó a papá… "¿papi que haces aquí"? …y yo, entre asustada y feliz, pensé, ya…que bueno, por fin se acabó la farsa… papá me va a presentar como su hija a toda su familia, y se va a terminar esta angustia de tantos años…este temor cuando salimos…esta fiesta de antifaces que ha sido siempre mi vida…pero qué va….para mi sorpresa no fue así. Mamá, que cuida la tranquilidad de papá, que aceptó la vida de sobresaltos por amor… lo que hizo fue esconderse y esconderme, mientras mi papá le respondía a la pregunta de la “hija de primera”… ando con unos amigos hija, pero ya casi me voy!... Qué lástima Licenciado. Qué desilusión. Y déjeme decirle que dentro de mi corazón la rabia a veces se convierte en desazón. En pena ajena. En ese padecimiento propio de ser siempre la que tiene que sacrificarse. La que no puede decir muy duro de quién es hija…..no le vaya a complicar la vida a su papá….pero de la mía Licenciado, quién se ocupa?...¿quién ha hecho algo por saber cuánto daño me ha hecho el ser siempre la que recibe lo que de otras queda? ...el que papá siempre me oculte. Me niegue. Me ignore. El que mamá le siga el juego lesionando la autoestima más allá de los límites de la propia conveniencia. El que entre los dos me obliguen a sentir vergüenza de lo que soy, como si ser hija del amor fuera pecaminoso!

- ¿Has sentido muchas veces esa vergüenza injusta?
- Si…han sido muchas las veces en que la he sentido y he debido callar. Como cuando los regalos del colegio a los padres en su día. Los hacía con el mayor esmero para complacerlo…y aunque siempre se los entregué con el mismo gran amor que se los hice…él los dejaba guardados en cualquier parte de la casa, nunca se los llevó… como si no le diera importancia. Ese tener que soportar desde muy pequeña a los demás preguntar ¿por qué tu papi se va en las tardes de tu casa? ¿Por qué no duerme contigo? ¿Por qué él está en tu casa solo horario de oficina, y a veces ni viene.....? No es fácil para una niña responder cosas que ella cada noche se pregunta a sí misma sin obtener respuesta.

- Tu mamá ¿qué dice?
- Ella lo sigue. Lo protege. No quiere que se moleste y cumpla su advertencia de no volver a vernos nunca más. Como muchas veces ha anunciado hará.

- ¿Ella trabaja?
- No.

- ¿La mantiene tu padre?
- Sí, al igual que a mi

- ¿La quiere?
- Él me ha dicho siempre que sí. Dice incluso, que no quiere a su esposa. Que duermen en cuartos separados….pero también nos ha dicho que si su familia se llega a enterar de nuestra existencia, no vuelve nunca más a casa

- ¿Has hablado con él?
- Con mi papá no se puede hablar de ese tema en sana paz…con mamá tampoco. Se molestan y terminamos peleando. Y pensar que mi papá era mi héroe. Lo más grande que tenía en la vida, mi ejemplo a seguir…y él mismo se ha ido encargando de borrar esa imagen bella en que siempre lo tuve. Cuánto quisiera que se sinceraran él y mamá conmigo, que habláramos como personas adultas del tema. Sin ofuscarse. Tratando de entender la visión del otro. Acabar de una vez por todas con ese torneo de hipocresía…ese saberlo todo, fingiendo ante nosotros mismos que no lo sabemos.

- ¿Por qué me escribiste?
- Porque me gustaría no solo que me escuchara, pues –como ve- son muchas cosas que he vivido. A tal punto que a veces hasta siento algo de rencor hacia papá y son muchas las veces que finjo estar bien con él, pero la procesión va por dentro. Ya no se que hacer para recomponer esta tragedia que tanto daño nos ha hecho a todos como familia y a mi en particular, como persona. Cómo lograr regresar a la verdad y vivir bien, a la luz de todos…sin resentimientos. Por eso quiero hacer saber esto que estoy viviendo, lo que siento y que parece a nadie le importa. Lo que quiero gritar a ver si ellos me oyen. Desatar ese nudo que por tanto tiempo me ahoga. Darle un espacio a la familia, por encima de cualquier conveniencia coyuntural. Saber si en algún momento de mi vida, y no cuando sea ya muy tarde, puedo ser también una hija de primera. Una que se pueda mostrar con orgullo de padre a los demás. Pero sobre todo a quienes son y serán siempre sus propias hermanas. Que mamá entienda que soy mujer y que no hay intención de juzgamiento. Solo de aceptar los hechos que ya nadie puede cambiar…ni siquiera disimular con tanta mentira. Recomponer la familia en algún momento, aceptando la verdad de lo que somos. La decisión que ellos tomaron. Respetar mi derecho a ser una hija en toda la extensión de la palabra, y no a ratos solamente. E intentar que usted lo publique, y por ello estoy aquí con dos testigos de excepción: mi amiga más cercana y una prima muy querida, a ver si logro que mi papá al leerlo comprenda el daño que se hace y nos hace y termine de una vez por todas con esta farsa que tenemos como familia, y que lleva ya 24 años de ocultamiento. Pero sobre todo Licenciado, a ver si logro en algún momento… dejar de vivir a escondidas!

Ha comenzado a juntar las partes, aunque sin permiso de la vida. A tratar de recomponer en la carne lo que habita en la sangre… lo que el afecto en algún momento deberá reconocer. A buscar los pedazos esparcidos, y a tratar de armar de nuevo esa vida que el convencionalismo social, el miedo, la farsa… le desbarató desde su nacimiento, pero sobre todo cuando se hizo mujer y produjo la estampida de preguntas. Ha vuelto a buscar los naranjas, los violetas...algún color capaz de aplacar tanto gris experimentado. Tanto negro guardándole debido duelo a la verdad que yace en el sitio de su amor paterno. Tanta mentira en tan poco tiempo. El inicio del fin de ese injusto prólogo donde se ha quedado atorada, para ella, la vida. Tanto camino de inesperado acceso. Tanto puente con miedo a ser cruzado. Ha visto a su padre, ahora ajeno, perderse muchas veces en su otra familia…y la cicatriz de esa herida, sangrar cada vez que la oculta o la niega. Un rompecabezas de preguntas, armado desde la rabia de una accidentada confusión familiar…el desprecio de otros enterrando sus botas en esa lección recién aprendida de ser pero no poder decirlo. Siente que su vergüenza no es producto de la saña de otros…es propia. Muy particular. Es esa pena de saberse producto del amor, pero en su mismo nombre, tener que llorar la obligación de ocultarse. Ha sentido de cerca la niebla, el tul impuesto para que no lo vea todo. Un cambio de camino, sin que le haya dado tiempo a cruzar descalza sobre el conocido río. Hoy resiente de quienes consiguen una luz nueva, sin apagar las otras. De quienes abren ventanas nuevas, sin cerrar las suyas. De quienes se mintieron antes…se mienten hoy y pretenden mentirse siempre. Pero no siente rabia ajena…solo lástima de lo que no puede resolver, aún siendo posible. Siente que no hay ganas en la otra acera, pues muy a su pesar, papá y mamá no se han dado cuenta, o no han querido darse…que es en su jardín de hija, donde la brasa sigue ardiendo.

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