Es Más Difícil

                                                                                         (Publicado el 14.03.07)

Es Más Difícil
Ser Niña
Que Niño de la Calle


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.


La miro. Tiene apenas algo más de la docena de años. Sin embargo, lleva heridas, cicatrices, experiencias, que suman lustros y lustros de tristeza. En su mirada solo el reflejo de lo que no puede lograr. No tiene norte, ni sueños, ni muñecas. Solo esa rabia inmensa de sentirse despreciada por los demás. No hay zarcillos, ni cadenas, ni adornos. No sabe lo que es acariciar un peluche, montar una bicicleta, o vestir a su barbie preferida...es más, ni siquiera sabe que es una barbie. Conoce la violencia muy de cerca. Ha sido violada, primero en su niñez, en su fantasía infantil, en su derecho a soñar, a ser mimada, a recibir la protección y el cariño de su familia… y más tarde, físicamente. Tiene un callo en el corazón, igual al que tiene en sus pies. La gente habla de lo terrible que es ser niño de la calle, quizás sin saber, que hay algo más terrible que ello y es ser niña de la calle. No hay cuidado, ni delicadeza. Nadie atiende con amor su paso a la adultez. La primera regla es taponada con periódico o trapos viejos... a la brava, como se vive en medio de tanto desalmado tratando de buscar su compañía temprana, solo como producto de una aberración pederasta. Se le secaron los ojos, porque en su ambiente, tampoco las mujeres lloran, aún siendo niñas. En el mundo que le toca vivir, cualquier delicadeza o cualquier debilidad –propia de su género- se puede pagar con la vida. Tiene en la piel, el mapa de su existencia, y el testimonio de la culpa ajena, habitando en ella indebida e indefinidamente. No hay mañanas que soñar, ni esperanzas que recrear. No sabe de flores, ni de moda, ni de fiestas, ni de diversión… solo ese vivir día a día, que no da tiempo de ilusionarse, de fantasear, de jugar, de malcriarse, ni de pensar ningún camino.

- ¿Desde cuándo estás en la calle?
Desde que tenía 8 años. El hombre de mi mamá me violó, y mi mamá no dijo nada... solo lloró. Solo se quedó callada. Cuando lo acusé, él se molestó y la puso a escoger entre yo y la comida para los demás en mi familia, ella incluida. No le di tiempo a decidir, agarré mis trapos y emprendí entonces el camino de la calle, con un primito mío que tenía meses en ella, y siempre cargaba dinero. Siempre resolvía. Sin pedir permiso a nadie. Sin darle cuenta a nadie..y sin que nadie le pegara, lo regañara, o lo obligara. En vez de entristecerme, sentí que me iba a comer el mundo. Que se había acabado la regañadera, la escasez, la dependencia. Ahora si que iba a ser libre de verdad verdad.

- ¿Dónde duermes?
Donde me agarre la noche, y donde me puedan cuidar los panas. Porque si no, hay mucho viejo baboso que quiere estar metiéndole mano a uno. Mucho viejo sinvergüenza buscando lo que no se le ha perdido. Mucho vejuco bien vestido con demasiada porquería en esa cabeza.

- ¿Te has vendido sexualmente?
Qué va mi amor. De la calle sí, pero puta no. Nada que ver. Yo me fui de la casa porque me violaron, y de allí en adelante juré que nadie más me ponía una mano encima sino se casaba conmigo. Y el que lo haga tiene que verse con esta navaja que cargo aquí. No, pana. Aquí todos me respetan. Yo no me meto en la vida de las panas que lo hacen, pero qué va!!..yo no. Lo que viví fue tan horrible, que no lo quiero repetir.

- ¿Qué haces cuando no estás en la calle? ¿en algún momento no lo estás?
Yo voy donde una señora que me enseñó a leer y a escribir, y me está consiguiendo un cupo para estudiar. Poco a poco voy a ir superándome. Ella no solo me enseña a leer, si no que buenos modales. Ella me dice que tengo que ser una señorita, que no puedo estar toda la vida en esto. Y es verdad, ella tiene razón. Tú vas a ver que cuando tenga quince años, ya no estoy en estos lados. Seré una pava limpia, aseada, y con modales. La propia modelo.

- ¿Qué es lo que más te ha costado en esta vida en la calle?
Todo. Aquí todo cuesta. En la calle hay que ganárselo todo. Pelear por lo que quieres, y ganar para poder obtenerlo. Porque aunque pelees, si pierdes, no consigues nada. Primero, manejar a los panas que en la primera se zumban y ya quieren hacer cosas raras contigo. Y segundo, a los que creen que eres mango bajito porque estás en la calle pelando. Menos mal que manejar a los hombres es fácil. Después que sabes cómo es la cosa y no te dejas, todos te respetan. Yo tengo casi 13 años, y todos saben que conmigo, hasta aquí... mucho juego, mucha confianza, pero hasta aquí, pana.

- ¿De qué vives?
A veces pido. Pero la mayoría del tiempo voy donde la señora que me enseña a leer y le hago trabajitos a ella y a sus amigas en sus casas. Me pagan y me regalan ropa. Y a veces, hasta me hacen cariño. Tú no sabes lo sabroso que es que le hagan cariño a uno. Se me olvida todo... y hasta me dan ganas de decirle a la señora que me haga su hija... pero me da pena. Pareciera que estoy abusando y se puede poner brava. Y yo a esa señora no la quiero molestar. Yo siempre quiero que me tenga como su niña. Cuando me abraza me siento su hija. Tú no sabes cuánto quisiera que me dejara para siempre en su casa, aunque fuera trabajando duro. Aunque no me dejara salir.

- ¿Dónde guardas esa ropa?
En el morral que cargo, y a veces en casa de donde trabajo. Tampoco tengo mucha. Dos pantalones y tres franelitas. Dos pantaletas y una hilo dental. Un desodorante y ya. Ah, y un cepillo, pasta, jabón y desodorante..porque no hay cosa más fea que una mujer hedionda.

- ¿y perfumes, y labiales?
Y quién te dijo a ti que yo era modelo, pana. Tengo lo indispensable. Lo que puedo comprar. Porque no le acepto regalos a hombres... qué va, primero te regalan, y después vienen por el cobro. Ningún hombre te da nada de manera desinteresada. Esos, siempre tienen alguna vaina escondida. Algún mal pensamiento, alguna vaina mala en mente.

- ¿Qué diferencia hay entre un niño y una niña de la calle?
Mucha mi amor. Uno es como más débil. Tiene como más problemas. Cuando uno tiene la regla todos saben. Cuando uno tiene algún mal, igual. Todos lo quieren manosear o agarrar a una. Algunos nos pegan y nos quitan los reales. Cuesta mucho entrar en sus grupos y que lo protejan a una, porque piensan que las niñas son miedosas y no sirven para la pelea. Algunos que te dan dinero en la esquinas, de una vez te proponen montarte en el carro. Es más difícil ser niña, que niño de la calle. Es como una doble maldición, como un doble castigo. Como una pena pero dos veces.

- ¿Has vuelto a ver a tu mamá?
La sueño. Pero la sueño no como es..sino como yo quiero que sea. Sueño que me abraza, que me hace cariño. Que me regala una muñeca. Que me hace un vestido. Que bota a uno de sus hombres por mí. Que llora por mí y no por ellos.

- ¿Solo en sueños?
Solo en sueños

- Hablando de sueños ¿Cuál tienes para cuando cumplas los 15 años?
El mismo que tengo para los trece. Salir de aquí. Poder vestirme como gente decente. Casarme y tener hijos. No tener que caerme a trompadas porque alguien quiera quitarme la única empanada que me voy a comer ese día. No estar a la intemperie. Tener un cuarto, una cama, una peinadora. Ir alguna vez a una peluquería, y que me laven el pelo, me lo pinten y me lo peinen. Poder usar siempre toallas sanitarias. Poder andar bonita. Tener alguien como la Señora Ana, que me quiera y me haga cariño, pero cariño bueno. Ser alguna vez tan solo una niña, así como las otras.

Cuando se habla de los niños de la calle, ciertamente poco se diferencia en el trato y en los planes, a unos de otras. Por eso oyéndola es que entendemos cuan mezquinos han sido los planes que los miran como ovejas, sin distinción ni de sexo, ni de nombre, solo como simple estadística a disminuir, aunque en esa masificación esté desvirtuándose el sentido pleno y eficiente de la atención. Aunque en ese actuar clientelar, religioso, humano frente a estos desprotegidos de la vida, faltara personalizar la atención. Hacerla más acorde a la identidad, para que pueda ser finalmente provechosa. Apenas una docena de años, y en el castigo que la vida le ha dado, no ha vacilado en crear espacios para el respeto. En medio de la podredumbre a la que se asoma cada hora de su vida, tiene fuerzas para estimular un cerco donde la autoestima aún no ha sido lacerada, y la capacidad de soñar, celebra cada día un nuevo amanecer. Nos enseña cómo, en medio de la dificultad, se puede seguir siendo una dama... como decían los abuelos, una verdadera señorita… a pesar de los pesares.

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