Me falta piel

(Publicado el 25.04.07)

Me Falta Piel
Para un Moretón Más


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.

Sabe del dolor. Lo ha sentido en el alma, en el pudor, en el sitio de la vergüenza, pero también en la piel, en el cuerpo, en el lugar donde las marcas que lo consecuencian..son también visibles para los demás.
No quiere compartirlo con sus hijos, solo para que éstos no cambien la idea que tienen de su padre...o quizás por ese rubor inconfesable en la dignidad que, aunque maltrecha, suele asomarse en su vocación de madre, en su vergüenza de mujer.
Es víctima de la relación de pareja, o más bien de su pareja…pero también –siente ella-de no haberse preparado, de no poder desempeñarse sola, de sentir que no tiene herramientas para asumir su vida y la de sus hijos, de no poder contar a otros, por vergüenza, sus tristezas...de creer siempre que ésa, la de hoy, será la única vez que su “amor” la agrede físicamente.
Cuando es tarde, y presiente que su marido ha bebido de más..o cuando uno de los niños se cayó y se hizo algún moretón, o cuando simplemente es viernes o día de pago, y hubo dinero o tiempo para que él celebre con sus amigos…se prepara en silencio.
Sabe de antemano que la noche será tormentosa. Que comenzará con un reclamo, con una ofensa, con un empujón…con ese desafío al respeto que se prometieron cuando se unieron como pareja… después él irá profundizando su ira. Le halará el pelo, la batirá contra la pared, la gritará, la vejará. Algunas veces , en medio de la ira, se quitará la correa y le castigará físicamente, hasta que en medio del ataque…le pida perdón. Le diga que la quiere, que lo cegó la rabia, que no es su culpa, que le jura por sus hijos, por su madre, por Dios que nunca más se repetirá esa escena…y ella entonces, se inventará nuevamente una serenidad, una esperanza, una fe, un perdón, y en medio de la lesión múltiple..le creerá de nuevo; y lo ayudará a acostarse pensando que mañana será distinto. Que fueron cosas de “los palos”. De la ira. Que perdió el control por la rabia, por algún mal entendido. Que él no es así. Que fue solo un error. Un momento de locura. Corresponderá a sus caricias, le complacerá en la cama…porque ésta, seguramente, sí será la última vez.

- ¿No crees que tu marido está enfermo?
“Pienso que sí. Le he dicho que vaya donde el médico, y con ello lo que hago es desatar su furia. Le he pedido que deje de tomar, y ese es el inicio de una nueva pelea. Le pido que recuerde, o trate de recordar, cómo pierde los estribos, la racionalidad, cuando bebe o se pone bravo..Porque en el fondo, yo se que me quiere. Yo se que quiere a sus hijos,. Que es un hombre familiar, incapaz de hacerle daño a nadie. Cuando está sobrio, cuando está contento, cuando las cosas le salen bien, vuelve a ser el hombre amoroso que conocí y del que me enamoré…entonces me hace sentir la mujer más feliz del mundo y entiendo que todo lo malo que pueda tener, es consecuencia del trago…y no porque él sea así de malo”.

- ¿Tus hijos saben que te pega?
“No sé. A veces siento que lo presienten. Son muchas las veces que no puedo explicarles suficientemente un moretón. O un rasguño. Muchas las oportunidades que me vendo la cara diciendo que tengo una cataplasma para el dolor de muela, o un tratamiento facial para las arrugas, a objeto de ocultar alguna consecuencia de su agresión, pero ellos inquieren.
Algunas veces los vecinos les han preguntado, porque me lo han dicho, si han visto algo anormal, o si sus papás pelean mucho. Y ellos, entonces niegan cualquier posible desavenencia hogareña.
Pero de verdad, me preocupa que lo sepan. Ellos quieren mucho a su papá, y él a ellos. Y no me gustaría cambiarles esa imagen. Mucho menos que vieran a su madre como una afgana en manos de un talibán, sometida, agredida, y sin protestar. Esa especie de trapo sucio que cualquiera puede arrojar al cesto de la basura. Ese pedazo de papel sanitario que alguien usa, y después arroja con asco. Ese pedazo de carne a quien se lastima sin razón y sin conciencia”.

- ¿Y qué sientes tú como mujer, como persona, como ser humano? ¿No piensas que has permitido que él vaya muy lejos?...¿No te habrás acostumbrado a esa relación de amor y odio que presagia una tendencia masoquista en nombre del amor?
“Si le soy sincera, siento de todo. Pero sobre todo siento una gran pena por mí. Hay días en que me siento insignificante. Indigna, y hasta sinvergüenza a veces. Son muchos años llevando palos. Muchos años siendo la mujer fiel, servidora. La cómplice, la amiga, la cocinera, la cachifa, la madre de sus hijos, la madre supletoria, la hermana comprensiva, la amante complaciente. Aunque de pronto me entra el diablo en el cuerpo, y en mis momentos de desesperación, de locura, de rabia infinita…cuando la impotencia a veces me lástima más que sus agresiones… hasta he planificado como deshacerme de él, como responder a la agresión, como denunciarlo, como no permitir que siga abusando de mí cada vez que se emborrache. Entonces me hago la promesa que ésta vez será la última, que me le voy a enfrentar así me cueste la vida…y entonces, pienso en mis hijos, y me da miedo. Pienso en mi futuro, y callo. Pienso en el pan de los míos, y acepto. En ese momento me condeno, y me pongo a llorar”.

- Pero..tiene que haber una solución..
“Pero qué puedo hacer. Yo no trabajo, y a mi edad, cómo le garantizo a mis hijos el sustento. Pienso que si me rebelo, mis hijos van a quedar en la calle. Que si protesto más allá de cuanto lo he hecho, serán ellos quienes paguen los platos rotos..y quién sabe si hasta sin madre los dejo. Lo peor que puede pasarle a una mujer, es tener que ser cobarde por miedo al hambre de sus hijos. Traicionar su autoestima para que no les falte el pan. Ser siempre la perdedora porque nos equivocamos al escoger.
Hay noches en que quisiera hablar con mis hijos o con una amiga, momentos en que de verdad me hace falta alguien que me escuche, que me comprenda. Alguien que me tienda una mano. Que hable con él. Que lo haga entrar en razón. Como si ello fuera la única posibilidad de solidificar la línea que me separa de la muerte. Pero me da lástima conmigo misma, y prefiero llorar...solo llorar”.

- ¿Se repite con frecuencia la agresión?
“Al principio era muy de cuando en cuando. Pero ahora por cualquier cosa me da un manotazo, y a veces hasta se saca la correa y me cae a correazos.
Ya no lo contradigo...lo más grave para mí, como mujer, es que a veces después que me pega, me obliga a hacer el amor…y me siento doblemente agredida. Cierro los ojos, y acepto ese acto que a veces me hace más daño que los correazos en silencio y como castigo por mis miedos. Esa humillación que va más allá del dolor de mis carnes. De ese ultraje que lesiona mi dignidad y empobrece a extremos míseros mi autoestima.
Porque ¿cómo puede sentir placer alguien que apenas segundos antes ha sido maltratado físicamente? . ¿cómo me puedo respetar, si después de la agresión le doy todo el placer que mi verdugo me pide, así sin rechistar?”.

- ¿Sientes amor por él?
“Si. Y me da rabia. Lo quiero y mucho. Ha sido y es el único hombre en mi vida. Creo que está enfermo. Creo que me quiere, a su manera, pero me quiere.
Cuando me pide perdón, llora, lo siento sincero…entonces hasta lo comprendo.
Llego a odiarlo cuando me pega, sueño con deshacerme de él cuando lo hace, lo aborrezco cuando me obliga a la cama cuando estoy toda golpeada y lo que siento es desprecio…por ambos. Pero después recapacito, y sumo lo que me da, lo que me ha dado...recuerdo cuando está sano, y aunque no olvido, perdono. Si, perdono de nuevo. Me justifico, creyendo que lo que me da a mi y a mis hijos, bien vale cualquier sacrificio”.

- ¿Alguien sabe de tu tormento en silencio?
“Solo una amiga”.

- ¿Y ella, qué te dice?
“Que lo lleve a un médico o que lo deje. Ella teme que algún día me mate.
Me regaña y me dice que no me respeto...y cuando me habla, pienso que es verdad, pero ¿qué puedo hacer? Yo no soy de Barquisimeto. Mi familia es del llano, y piensa que soy feliz. Los compañeros de trabajo de mi marido piensan que somos un ejemplo como pareja. Mis vecinos lo quieren., Es un profesional respetado, exitoso. No tiene otras mujeres. Total, pienso que nadie es perfecto.
Yo creo que muchos no me creerían si se los digo. Y él, definitivamente me mataría, porque eso arruinaría su carrera y su prestigio”.

- ¿Y tu vida, no te importa que él te la arruine?
“Mi vida ya no tiene remedio. Me falta almohada para contener las lágrimas. Me falta cuerpo para tanta indignidad sentida. Me falta piel, para un moretón más. Me falta entereza para denunciarlo. Me falta valor para renunciar a él. Me falta coraje para desenmascararlo delante de sus hijos. Me falta saber de algo para irme de la casa. Me faltan ojos para seguir llorando...entonces, que voy a conseguir. Uno en esta vida, se acostumbra a todo, incluso a los golpes.
En cada moretón que he tenido, hay un testimonio de buena esposa. De buena madre. De compañera fiel. Esa especie de sacrificio por mi hogar, mis hijos..por él, que ha sido y sigue siendo, sin dudas, el amor de mi vida”.

- Y si no cambia..¿vas a iniciar una nueva vida, o vas a vivir con el riesgo de perderla en sus manos?
“Yo creo que este es mi destino. Dios sabrá protegerme. Soy mujer de un solo hombre. No creo que llegue a más de lo que ha llegado. Espero que algún día me oiga y vaya a un médico….yo ya no tengo ninguna vida que iniciar, solo hacer lo posible por tratar de terminar la mía con alguna dignidad..y sin tanto dolor”.

La dejo, no hay palabra que la convenza. La han convertida en un saco de tristezas. En un espacio vacío en el que la protesta por la vida, habita en medio de una batalla de silencios.
Inventa excusas para justificar la tormenta. No hay tulipanes, ni colores, ni rosas, ni aromas que enciendan su vida. Solo hay nubarrones, lluvias, y barro en el camino.
Comparte el papel de muchas mujeres que transitan la violencia doméstica en silencio. No hay ayuda, y callar, solo contribuye a no empeorar las cosas, aunque estimule - a veces sin querer- a animar la procesión que lleva por dentro.
No hay luz en sus ojos. La rodean fantasmas que habitan en sus sombras, recordándole cuán infeliz se puede ser, cuando no se es capaz de gritar, de protestar una agresión venga de donde venga. De reclamar su derecho a decir no quiero, y no pase nada. De vivir una verdadera relación de pareja. Porque hoy día después de haber vivido su propia muerte….comienza a morir lo que le queda de vida.
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