Soy Feliz cuando Duermo

(Publicado el 18.07.07)

Soy Feliz cuando duermo
Porque olvido


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.


Tiene 42 años, pero parece de 60. Carga una hija en brazos de apenas meses. Tiene en el rostro la marca de la vida, cuando se ensaña con alguien para abrirle surcos a la decepción. Tiene 10 hijos. Unos viviendo con ella y otros, en la calle...o en manos ajenas. Confió en que cada amor que tocaba a su puerta, era una ventana a la seguridad, un camino a la protección, al abrigo, a esa necesidad de calor, de necesaria intimidad, que se grita en silencio en las muchas noches de soledad y carencia ... o en todo caso, una oportunidad segura de comer completo. De no pensar en cómo será mañana. De resolver. De darse ella y darle a sus hijos la tranquilidad deseada. Colegio, ropa, comida…cosas tan elementales como ésas. Pero una y otra vez se ha equivocado. Una y otra vez se ha embarazado; unas veces por accidente, otras “sin querer queriendo”, pero las más… por pensar que el embarazo le garantizaba la seguridad de una compañía. De la protección deseada. Del hombre afectivo. De la pareja para compartir. De otros hombros para soportar la carga. De otros ojos donde mirarse cuando el dolor, la decepción o la frustración azota. Pero siempre se equivocó, pocos la buscaron para ser esposa. Ni siquiera como compañía permanente. Ninguno conversó con ella más allá de lo necesario, de lo estrictamente elemental, de lo meramente cotidiano. Ninguno le construyó balcones para que se asomara a la felicidad. Tampoco nadie le regaló una flor. Ni una torta en su cumpleaños. Si acaso algún trapo, para lograr terminar de convencerla, cuando dudaba en oportunidades sobre alguna petición de compañía. Hoy, tiene ronchas habitando en su memoria. Ese moretón en el alma que promete ser eterno. Un dolor profundo hacinado entre sus muchas frustraciones. Los pies cansados de recorrer miserias. La piel curtida por tanta humillación..cada vez que pide a la pareja de turno dinero para alimentarse, y alimentar a sus hijos… adivinando la contraprestación a cumplir para que puedan satisfacerle su petición. Tiene además un rancho, y en él una mesa, dos sillas, una cocinilla de dos hornillas, un televisor en blanco y negro, un radio, tres o cuatro platos de plástico, un par de vasos y una sola cama que alterna entre sus hijos y sus hombres. Allí, se han tejido pasiones, amores, negocios, y abusos sin discriminación. Sin jerarquía. Sin pausa.

- ¿Qué piensas de ser madre?
- “Es algo muy lindo a veces, y muy feo las otras. Hay mamás que juegan con sus hijos, como en las novelas. Que le compran teteros, cunas, y hasta leche. Hay mamás como yo, que ni siquiera leche le podemos comprar. A muchos de mis hijos le he hecho tetero con el agua de la harina pan, o de la pasta. Le he hecho pañales con cortinas viejas. Visten no lo que quieren, si no lo que pueden. Para ellos es habitual la sobra, la chiva, lo que otros han usado y desechan por viejo o por malo. Jamás han sabido lo que es un estreno. Comprarse algo nuevo. Mis hijos no han tenido comida, mucho menos cuna. Ni juguetes. Cómo puede ser una madre feliz el día del niño Jesús, el de Reyes, el ahora día del niño, su día, cuando no hay nada que celebrar en casa. Cuando un hijo pregunta, ¿por qué a mi no me trajo el niño lo que le pedí, y al amiguito sí??...Soy madre por accidente, aunque ejerzo casi a tiempo completo. He parido diez veces, y tengo solo 4 hijos”.

- ¿Cómo es éso?
- “Porque 6 de mis hijos no están conmigo. Porque hace años que no los veo. Porque tuve que escoger entre ellos y el hombre que nos mantenía a mi y a los otros hijos. Entre el pan para los más, o la distancia para los pocos. Y en el caso de dos de ellos, que los dí a una señora que si podía darles lo que yo no podía...bien; yo los parí, pero si esos dos estuvieran conmigo estarían pasando el trabajo que juega garrote…por ello muchos me juzgan como una bicha, como una mala madre, sin saber que llevo una herida profunda que duele a todas horas y todos los días..pero no me arrepiento, justo por ellos. Porque hoy, paridos por mí, son hijos de otros… viven bien, comen caliente y hasta estudian...lo que no hacen sus hermanos y nunca hubiesen podido hacer ellos mismos, si vivieran conmigo”.

- ¿Los extrañas?
- “Siempre. A cada momento. A cada hora. Aunque a veces prefiero tratar de olvidarlos, y pensar que están mejor sin mí, que conmigo. Que no los tuve, que solo lo soñé, pero…
Yo, señor, he tenido muchos maridos. Pero no por mí, aunque algunos dicen que las mujeres solas, que las madres solteras, que las que tenemos hijos de varios hombres, somos unas zorras. Nadie sabe lo que es acostarse con un hombre, solo porque ese hombre le lleva la comida a nuestros hijos. Estar con un borracho a quien no quieres, solo porque sabes que él acallará el llanto del hambre de tus hijos. Soportar ser utilizado como hembra y no como mujer, solo porque piensas que éste sí va a ser quien va arreglar todos los problemas. Las que critican eso, es porque tienen un marido que les da todo… y para que vea como son las cosas, algunas hasta le montan cachos a esos hombres. Dicen que el hombre bueno es pendejo. Se burlan de los hombres fieles y hasta hacen cuentos por detrás de los maridos que les ayudan en sus labores domésticas. Mientras que otras hacemos de mamá y papá, de tíos, de padrinos de hermanos, y no vamos a la cama por amor, si no por necesidad. El sexo ya no es un placer, ni una obligación de pareja, es una tortura a la dignidad. Nosotras, las que somos clavo y martillo, rosca y tuerca, a veces tenemos que hacer cosas que no queremos”.

- ¿Pero no hay otro camino que la cama?
- “A veces no. El otro camino es éste. Pedir. Dar lástima. Salir con esta niña con lluvia, sin saber si se va a enfermar, a ver a quién conmuevo… a ésos que cuando me dan 50 ó 100 bolívares piensen que han cumplido con la vida..y la mayoría de los casos es verdad porque a veces con esa platica, tengo que decidir entre comprarle leche a la niña o el Tempra o el Corilin para el resfrío por andar conmigo llevando agua y sereno en la calle. Sin embargo, cuando uno está con un hombre y les da lo que ellos quieren, son miles de bolívares lo que te dan… y hasta ropita para los muchachos te llevan...ése es el camino más fácil, pero el más duro. Hay que estar en el cuero de uno, para saber lo que es acostarse con quien uno no quiere… pero cierro los ojos, y pienso que por lo menos en los próximos dos días mis hijos van a comer completo...y entonces vuelvo a estar en paz conmigo misma y me perdono”.

- ¿Qué ha pasado con los hombres que te han embarazado?
- “Se han ido. Nadie quiere responsabilidades ajenas. Aunque también he tenido amores bonitos. Gente que me ha querido, pero que no quería a mis hijos... eran muchos y muy tremendos.
Hubo un señor que manejaba una buseta, Ramón, que hasta perfumes me regalaba. Hablaba conmigo, me ofrecía llevarme a otro lado, pero quería solo tenerme a mí y solo a los hijos que él tuviera conmigo...y lo pensé. Estaba enamorada. En ese entonces tenía los dientes completos, y hasta buena moza estaba... pero dígame señor, después de tener uno hijos, ¿cómo renuncia a la felicidad de ellos por la felicidad de uno??? . Vivimos como dos años juntos...me mantuvo, ayudó a mis niños, pero un día se fue...y desde ese día no meto más hombres a mi cama. Hoy prefiero pedir, dar lástima, que vender mi cuerpo para mantener a mis hijos. Aunque lo hice tarde, diez hijos por medio… y muchos hombres después”.

- ¿En algún momento eres feliz?
- “Si, a mi manera. Soy feliz cuando le compro un bambino a mi niña, y ella sonríe. Cuando alguien me regala un pantaloncito, y mi otro hijo estrena, aunque sea usado...cuando a escondidas me asomo a la casa donde viven los dos hijos que parí, regalé y son de otros, y los veo limpiecitos, bien comidos, saliendo al colegio…y parecidos a mí. Cuando puedo repetir la empanada que me gusta. Cuando como caliente y no sobras. Cuando quien me da dinero, me sonríe y me trata como gente. Cuando mis hijos me piden la bendición. Cuando en medio del hueco en que vivo, siento el abrazo y la mirada de alguno de ellos. Aunque cuando soy más feliz es cuando duermo, porque olvido”.

- ¿Y en ti, cuando piensas?
- “Cuando me quiero morir, y me doy cuenta que no puedo. Cuando me quiero ir de aquí, y oigo llorar a los hijos que me quedan...es allí cuando siento que debo cuidarme para vivir hasta donde pueda. Hasta donde mi Diosito, me deje. Cuando me veo en un espejo, y me veo tan fea, que asusto. Cuando miro a quienes fueron mis amigas en el pasado, y parezco la madre de ellas. Cuando siento envidia porque alguien me habla de lo bien de su familia. Cuando llega el final del día, y no tengo dinero para llevar a mi rancho. Cuando ya no hay un hombre que me diga nada...cuando nadie se ocupa, ni pretende, ni desea mi pastelito”.

- ¿Madre hay una sola?
- “No. Yo parí diez hijos, y soy madre solo de cuatro. Dos de ellos consiguieron una mejor madre que yo. Madre hay muchas...pero para ser buena madre no basta solo el querer serlo, porque yo si los quiero, hay que tener con qué serlo. Es muy fácil ser una buena madre cuando hay enfermeras que nos cuidan los hijos…cuando hay juguetes para distraerlos, teteros que mitiguen su hambre, compotas para la merienda. Es fácil hacer de mamá, cuando puedes pagar el colegio, el estreno, cuando lo complaces paseándolos aunque sea una vez por mes. Cuando piden y hay con qué darles. Cuando puedes darles ejemplos de aseo, de higiene, desde la holgura económica. Difícil es ser madre en las circunstancias que a mi me tocó. Difícil es hacer a un niño feliz sin poder alimentarlo completo… Yo quisiera saber si alguna de las que me critica, hubiera soportado mi pobreza. Las cosas por las que he pasado. La miseria en que he vivido. Los abusos que he soportado. Yo creo que para ser una buena madre, hace falta algo más que corazón..porque, fíjese, que de ése yo tengo de sobra..y sin embargo, como usted ve no ha sido suficiente”.

La dejo. Siento que si hay alguna mujer con conciencia de madre, aún sin saberlo a plenitud, es ella.
Es clara, en su ignorancia. Rica, en su pobreza. Sobrada, en su experiencia. No se miente, ni le miente a los demás. En su mundo no es necesaria la mentira. Ya es suficiente engaño, su propia verdad. Su propia vida. Buscó la felicidad con ahínco, yo diría que con desesperación; y aunque la tuvo cerca y pudo quedarse con ella la tiró al cesto de la basura, por sus hijos. Aprendió a filosofar en la angustia, en ese libro de las miserias al que mucho se teme, pero a quienes lo han vivido como ella les ha podido enseñar el color de la felicidad, aún en medio de las crueldades.
Maestra de las desgracias, ella tiene una concepción del amor, mucho más allá de las cosas buenas.
Veo sus lágrimas, y siento ese lloviznar adentro que se le sale por los ojos, capaz de empapar a todo aquel de mediana sensibilidad.
No tiene risas que repartir, pero se siente feliz con las cosas más pequeñas de la vida.
Es capaz de adivinar alegrías, en las sonrisas de un hijo, a pesar de sus tristezas.
Fui a hablarle, pensando que algo podía enseñarle… y fue ella, quien me enseñó la inmensidad de mundo….en medio de lo que yo pensaba, era solo un rincón de la pobreza.

0 comentarios: