Si no logro operarme

(Publicado el 18.04.07)

Si no logro operarme
Mis días están contados


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.

Con una sensación de cansancio en los ojos, en la mente…en el sitio aquel donde el amor era solo anuncio de lluvia…ella retomó su paz, la aprendida calma, la obligada serenidad. Ese temor que marca sus huellas, su vida, ese camino al abismo recorrido tantas veces. En la tarde, el mismo frío, la misma inquietud, la cotidiana angustia. Ya no siente en su corazón alegría de niña. Ni su mente hace fantasías con personajes de leyenda. En su cuarto… ni cotillones, ni silbatos. Nada que le alegre el instante al sentimiento. Sus lápices solo escriben en negro. Dibujan sombras y nubarrones. Solo el alma le apunta y no le dicta ya, ni cuentos ni canciones. Se acabaron las risas, y una podredumbre –de la misma sangre- ha comenzado a robarle lágrimas de mujer a su padecimiento. A sus quince años, los duendes no harán más rizos con su cabello; ni el sol iluminará sus ojos en la mañana, ni el olor a rosas de su primavera. Ni verá más el rojo hermoso que vestirá la flor en su noche buena. Animo, le dicen sus compañeras del colegio, desde el bosque frondoso de la mentira piadosa. Pero su enfermedad, no tendrá piedad, ni compasión, ni receso. El dolor atacará con fuerza sobre su almohada. Su sangre que debió ser alimento vital de energía temprana, resultó tan solo el medio letal que acaba poco a poco con sus ilusiones. Su salud, intermitente, le hará viajar…sin saber si será para siempre. Inventa fortalezas y sonrisas, para que quienes habitan en el sitio de su amor, vuelvan a batir sobre sus camas el sueño de la esperanza. Para que, unidos en su dolor, sientan que el aprendizaje nunca termina… sino que continúa en la vida de otros.
Una adversidad gratuita –porque no puede ser otra cosa- se ensañó con su sangre…y la medicina, quien le promete la salud lejos del país, lo hace solo a cambio de muchos millones que su familia no tiene. Sin embargo, toma prestado el canto de los turpiales y lo reparte cada día, tratando de engañar a quienes presienten en lo más profundo de su percepción… su partida en medio del temor y el sobresalto.
Pero en su intimidad, vuelve cada segundo a ser la niña a quien le habían pintarrajeado sus cuadernos. Y en su cuarto desde entonces, confundida entre la luz del este, la de la luna, y la que le transmite desde la tristeza su mamá en la mirada….descubre que el sol nunca se va para siempre, aunque hayan techos que rompan de cuando en cuando su luz.

- ¿Cómo te sientes?

“Cansada, Licenciado. Me siento bien, pero cansada. Esta mañana ni siquiera pude “hacer” mi cama. Pero esto es natural cuando uno está enferma. Sin embargo, a medida que transcurre el día, voy tomando calor y recuperando fuerzas. Mi mamá y mis hermanas me ayudan. Incluso, algunas amigas vienen y entre todas hacen lo que son mis tareas cotidianas…las escolares y las domésticas. Espero que la semana que viene pueda volver al colegio. Han cesado las hemorragias y creo que pronto estaré de nuevo en la pelea”.

- ¿Eres optimista?
“Tengo que serlo. Soy optimista sin remedio. Por mí y por los míos. Sé que tengo una enfermedad muy grave, que si no logro ir a Estados Unidos a operarme, mis días están contados. Pero tengo fe. Esta estampita de la Rosa Mística que me acompaña, me transmite fortaleza. Mi papá, mi mamá, mis hermanos, mi familia, mis amigos…no merecen esa tristeza. Quiero, y sé que voy a vivir, para ser como las demás. Claro, que soy optimista Licenciado..muy optimista”.

- ¿Y el dinero para la operación?
“Algunos periodistas me han ayudado desde sus programas. Hay artistas preparando un maratón para mí. Mis compañeras andan con tarros de plástico recogiendo. Mamá y Papá han empeñado hasta lo que no tienen, para lograr el dinero. Me han ofrecido ayuda desde el gobierno regional y municipal. Mucha gente, aún sin conocerme, está colaborando con mi causa. Hay demasiada gente buena en este estado…lo que hay es que convocarlas”.

- ¿Te sientes diferente a tus amigas?
“No me siento, simplemente soy diferente a ellas. Siento que en estos momentos tengo más amor a mi disposición, más ayuda, más gente preocupada a mi alrededor que todas ellas juntas. Porque nada une más que la necesidad. Nada motiva más que el dolor. Nada hace más feliz a muchos, que el ayudar a salvar a alguien enferma como yo. Aunque mí vida no se escapa, ni la voy a dejar escapar, se refugia en el amor de quienes me rodean, en su generosidad, en esa tristeza que obliga a salir adelante, en esa calamidad que no admite pausa. Es una lucha contra la muerte, con una diferencia, que yo le llevo ventaja ….pues ella esta sola de aquél lado, y mire a mi alrededor el poco de gente que me acompaña”.

- ¿Has crecido como mujer?
“Solo como mujer, pues sigo siendo pequeña de estatura…me dice, con una picardía exquisita que adivino en su gesto.
Si, me he hecho grande. A tal punto, que a veces soy yo quien le da ánimo a mis padres, a veces soy yo quien los consuela. Quien les llena el alma de dulzura, cuando siento que es amargo lo que pasa por sus mentes”.

- ¿Y tus padres?
“Ellos, han sufrido más que yo. Los oigo llorar de noche en su cuarto…y dibujarse rápidamente una alegría, cuando irrumpo en él y los sorprendo. Crear escenarios para mi disfrute. Justificar mi males y mis dolencias, como síntomas necesarios para mi recuperación. Celebrar cada minipaso que doy en mi mejoría. Pedir a Dios, ser ellos los enfermos. Estar dispuesto a darlo todo, porque Dios me brinde una “ñapa” de vida, porque la Providencia me extienda la pasantía por este mundo. Ellos son, sencillamente, maravillosos”.

- ¿ Tienes miedo a morir?
“Eso, licenciado, es una posibilidad. Una posibilidad en la que pienso muchas veces. Con la que duermo todas las noches. Y cuando lo hago, siento una mezcla de rabia y tristeza. De injusticia y resignación. Pero eso de verdad, que no está planteado sino en las estadísticas frías de los hospitales y centros de salud, con respecto a mi enfermedad. Voy a vivir. Estoy segura que Dios no me ha traído hasta acá, y me ha hecho sufrir tanto, por nada. Mi Dios, no va a someternos a esta tortura, si no estuviera dispuesto a abrir ventanas y puertas para que salgamos de ella. El, ha motivado a mucha gente para ayudar. Para acompañarme. Para darme no solo dinero, si no ese abrazo, ese cariño, ese beso amigo que me proporciona bombonas extra-grandes de vida. Tengo miedo de morir, pero por ellos. Por mis padres.
Más que por mí, por el dolor que sé, voy a dejarles”.

¿Qué pensaste cuando te enteraste de tu enfermedad?
“Primero no me querían decir. Pero se impuso el criterio de los médicos que era mejor que yo supiera lo que tenía para que ayudara en el tratamiento. Para que tomara muy en serio la encrucijada en que estaba. Lloré. Se me vino el mundo encima. Más que en la muerte, pensé en que iba a ser una joven diferente. Se acababan las fiestas, los paseos, la playa, la independencia, la tranquilidad…la alegría. Mientras las muchachas de mi edad andaban en las tiendas buscando la ropa de última moda…yo andaba en las farmacias y droguerías, buscando la droga de última generación. Mientras mis compañeras bailaban, esa noche yo recibía una transfusión. Sin embargo, alguna ventaja logré. Comencé a alegrarme por cosas muy sencillas. Por gestos muy pequeños. Y fue más grato un día sin mareos, sin vómitos, sin hemorragia… que la mejor de las fiestas. Y celebré con mejor ánimo un mes sin transfusiones, que una escapada a la playa. Una sonrisa de mamá o papá, que un permiso para bonchar”.

- ¿Cuándo Viajas a operarte?
“Espero que en unos 15 ó 20 días. Ya está todo preparado para operarme. Faltan pocos papeles. Los organismos oficiales regionales ya hicieron contacto con el hospital donde van a intervenirme. Hay gran parte del dinero requerido ya ofertado. Después que me operen, voy a ir a hablar con usted para que así como me ayudó a que la gente se interesara por mí…me ayude a decirle a otras enfermas, que hay posibilidad. Que la vida no termina en la primera dificultad. Que hay un mundo de cariño, más allá de lo cotidiano, esperando por expresarse. Que sí somos solidarios con el dolor ajeno….. Que yo, soy el mejor ejemplo. Y que, tranquilos, porque detrás de cada dificultad la vida aguarda, pero solo para compensarnos luego….”

Se marchó al Norte. Nos dijeron que salió bien de la operación y celebramos. Con ese regocijo íntimo de pensar que la niña, con su optimismo, su lucha, sus malos ratos le había sacado tarjeta roja a la muerte. Pero, siempre el pero, una complicación acabó con su vida solo unos días después. Y la mujer que se hizo grande a los quince años, ahora se hizo acompañar de las estrellas. Nos dejó unos pinceles para pintar su vida, y cualquier otra, que quisiese un sueño. Ese día el sol se detuvo en su recuerdo, e iluminó de nuevo aquel cuaderno a quien le habían arrancado sus primeras páginas a destiempo. En medio del dolor, dijo su nombre, pero estaba como durmiendo. Y en vez de responder al llamado, cerró los ojos de nuevo –esta vez para siempre- y permitió que, serena, la luz eterna le robara espacios a las sombras de su vida terrena. Entonces , y a partir de ese momento, ella recibió en sus nuevos cuadernos, aquella tarea que en medio de su enfermedad, el sol siempre se negó a iluminar…el camino de la eternidad.
Los padres hoy, siguen viendo en sus noches y en sus días a su niña. Sin embargo, por mucho que quieran, por mucho que sientan, por mucho que se esfuercen no podrán bendecir, ni besar lo que el destino no los deja… la vida de su niña, o el color de las estrellas.
Solo cuando vuelvan a descubrir que el sol es siempre luz, habrá un camino para reemprender el sueño..y saber que desde ahora, ya nada más podrá entristecerla…ni arrugar su cara, ni amargar su existencia, ni ensangrentar su cama. Ahora la sonrisa, la acompaña para siempre.
Sin embargo, más allá del abrazo de los demás..más allá de saber que hicieron todo lo que podían hacer …más allá de su fe en Dios…a partir de esa forzada e inexplicable despedida, ellos -quienes le dieron la vida- y la vieron morir…sentirán que el dolor no tendrá, a partir de ese momento, más piedad sobre su alma. Y que la tristeza, altiva, imponente se desplegará sin pudor sobre lo que les queda de vida. Porque nadie está preparado para enterrar a sus hijos…la ley, esa que dicen rige la vida, es que ellos algún día, entierren a sus padres. …Aunque, como toda ley, no siempre se cumpla por igual para todos.

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