No somos bichos raros

(Publicado el 15.08.07)

NO SOMOS BICHOS RAROS


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.


Luce solo, a pesar de la compañía. Íngrimo, en medio del ruido que le circunda. Tiene fama, reconocimiento profesional y la comprensión de la familia; pero en el techo de su cuarto , cada noche, ve fantasmas de censura y argumentos de rechazo que reviven angustias capaces de retozar –sin control alguno- en su almohada. A sus pocos años, algo más de veinte, definió su sexualidad, cuando en la búsqueda de un camino, cuando signado por la curiosidad de los primeros tocamientos, fue sorprendido por la primera mentira...y con ella, sorprendido también en su primera violentación física. El dolor en el sitio del sexo. La contranatura abriendo caminos, irreversibles, a una conducta que si bien disfruta, no ha dejado de atormentarle. El diario reprimir de un deseo, de una conducta, producto de lo que fuere, pero una conducta asumida en secreto, negada en público, padecida a diario...solo por el temor a no ser aceptado en su preferencia amorosa. La lucha de cada minuto entre el ser y el deber ser. Entre lo que cada quien aspira para sí, y lo que los demás aspiran de cada quien. El machismo enseñado convertido en añicos más allá de una formalidad, de esa formalidad que es para la sociedad la propia libertad. El sentimiento de traición al padre convirtiéndose en acelerador de insomnios cada noche. De desilusión. De esa frustración que solo sienten quienes, irremediablemente, son diferentes a cómo quieren y sienten que deben ser. La voluntad empeñada de cambiar hecha a sí mismo miles de veces…y miles de veces violentada. La novia pública, para disimular ese desvío de lo lógico, de lo comúnmente aceptado, de lo signado como tara, aberración o desvergüenza como cruz pesada, como castigo obligatorio, como marca letal en el sitio de la vergüenza. Tiene pareja, aunque lo presenta unas veces como socio, y otras veces como primo. Ese amor, a quien niega cada vez que asume una actitud pública. Esa pose machista aprendida de la complacencia social y familiar. La hombría sin esguinces y sin concesiones que le enseñaron en casa y que no puede darse el lujo defraudar, sin herir de muerte la sensibilidad, el afecto y la felicidad de los suyos. Tiene también una incertidumbre...el saber si algún día, desde su homosexualidad, podrá conformar una familia normal -como le enseñaron-. y como él la desea…aunque sea de su mismo lado de la acera.

- ¿Te sientes diferente a los demás?
- “Mucho. A pesar que río como ellos, que amo como ellos, que soy buen estudiante como ellos...cuando conversamos, cuando compartimos, me siento...y soy, diferente. Mis amigos hablan de mujeres, de posiciones sexuales, de conquistas femeninas, de datos de chicas, de parrandas, de machismo...y yo callo. Mis amigos, se presentan amigas, hacen arreglos en grupo,...y yo, no participo. Mis amigos se ufanan de sus relaciones, las aumentan, las cacarean, se enorgullecen de ellas...y yo, me avergüenzo a tal grado de lo que soy, que miento sobre ellas. Mis amigos compran regalos para sus novias, van a tiendas, regalan flores...y yo, sólo compro llaveros, pañuelos, o cosas para hombres. Y no son para mí, ni para mi papá. Mis amigos van a la discoteca, y salen a la pista a bailar con sus parejas...se besan y acarician públicamente...yo, si lo hiciera con mi pareja, con el amor de mi vida… iría preso, o sería sacado del sitio por inmoral. Mis amigos visitan a sus amores, tratan de conocer a su familia...y yo no puedo visitar a la del mío, la de mi de novio, so pena de ofender a la mayor parte de la familia. Cuando salgo con una amiga, ella sabe que soy diferente. A veces más que amigas, solo tengo alguna que otra cómplice, que me hace la segunda en alguna actividad o compromiso social o familiar, donde requiera ir acompañado formalmente… con una pareja socialmente aceptada. Me pongo esa careta que muchos como yo cargan solo para complacer al mundo y para castigarse en secreto. Para vivir esa hipocresía que complace. Esa deshonestidad que valoran y me evita la desgracia. Esa mentira que prefieren compartir..solo porque aceptar una condición como la mía, levanta sospechas en quien la acepte.
Definitivamente, no es que me siento..es que soy, sencillamente diferente”.

- ¿Es tu vida personal entonces, una mentira?
- “En algunos casos, sí. Yo diría que en lo atinente al convencionalismo social, a la apariencia formal. A lo que quisiera mi familia. Porque en lo íntimo, en lo estrictamente personal, yo amo. Yo me libero. Yo comparto. Yo me siento amado....y disfruto a plenitud lo que soy. Lo que escogí ser. Lo que pertenece al estadio de mi privacidad…pero que pocos me perdonan. Y no es esa posición de “locas arrebatadas” que han caricaturizado los homofóbicos en programas cómicos o en chistes malos...yo soy un hombre serio, como muchos homosexuales. Lo único es que tenemos una orientación sexual diferente...y en lo privado, en lo íntimo. No entiendo por qué debemos ser censurados por éso”

- ¿Te atormenta esa apariencia social, el qué dirán...o la preferencia sexual que tienes o te obligaron a tener?
- “No sé. Me has puesto a pensar sobre algo que he venido aceptando sin más, sin tratar de explicar nada, sin siquiera saber si lo escogí o me obligaron a tenerla. En todo caso, creo que la inmensa mayoría de homosexuales, son producto de una violación. Allí queda un trauma, una huella, el único camino, que obliga –de alguna manera- a seguir en lo que alguien nos inició a la fuerza. A veces veo una mujer, y en alguna ocasión tuve contacto sexual con un par de ellas, y siento atracción...pero en lo sexual, no me gusta...es como si estuviera predispuesto, como si fuera parte de mi genética, parte de mi equipaje...aunque en lo afectivo, puedo asegurar sin temor a equivocarme, que nadie te acaricia como una mujer.

- ¿Te sientes mujer atrapada en el cuerpo de un hombre?
- “No. Soy un hombre pleno. Pienso como hombre. Me visto y me comporto como tal. No soy una loca. Lo único es que tengo una preferencia sexual distinta a lo tradicional. Porque una cosa es la preferencia de cada quien, y otra el relajo. La aberración. No, soy un hombre y me comporto como tal”.

- ¿Cómo es la relación con tu pareja?
- “Como toda relación, con altos y bajos. Mi madre sabe, lo acepta...a regañadientes, pero lo acepta. Hasta nos cocina, a mi pareja y a mí. El, como un hombre… como un hombre que ama a su pareja. Me exige, me cela, me regaña, me recrimina...y para que tú veas, a pesar de ser mi pareja, se comporta las más de las veces como el eje de la relación, aunque no me crea una relación de subordinación, ni es él al final quien decide. Yo te diría que, salvo por los prejuicios sociales, por el misterio en que tenemos que vivir...somos una pareja común y corriente, de preferencias cotidianas, de actitudes tradicionales, de vinculación estrechamente familiar….solo sexualmente diferente”.

- ¿En la cueva en que tienes que vivir, podrás crear una familia...o estás condenado a morir solo...sin hijos...sin nietos??
- “No tienes idea de las veces que lo he pensado. En estas sociedades en que vivimos, la homosexualidad es un delito...y la soledad es parte del castigo. ¿cómo tengo hijos, si con una pareja del mismo sexo lo pueden ser de él solo; o míos solos...pero nunca de los dos?..y cuando pienso en ello, dimensiono lo que hago, me entra un sentimiento de culpa y siento que es una aberración, un acto contra natura, que tiene un castigo divino y un castigo social. Que es algo malo, y por eso el rechazo...pero entonces también pienso que me gusta, y que nadie debe impedírmelo, porque con ello no le hago daño a nadie. Al contrario, lo que trato es de ser feliz. Pero qué difícil es serlo desde mi óptica sexual!! Aunque tienes razón, vivimos en una cueva...la gente dice que en el closet...y en esa cueva, lo que no tenemos, debemos soñarlo..aunque sea para conseguir tan solo, una nueva frustración”.

- ¿Feliz?
- “Como todo el mundo, solo a ratos”.

- ¿Conforme con el camino escogido?
- “No. Y te aseguro que ningún homosexual lo está. Pero es lo que tenemos, es el cómo somos..y eso es irreversible. Hoy día ya existen legislaciones que permiten el matrimonio homosexual. La adopción de hijos. Muchos aceptan que hay otras formas de relacionarse como pareja. Me imagino que en unos años, la homosexualidad y la heterosexualidad tendrán el mismo respeto, las mismas consideraciones y los mismos derechos en las legislaciones del mundo. No somos bichos raros. Ni desechos sociales. Ni pervertidos. Somos hombres y mujeres con una concepción diferente a la de la mayoría. Pero eso forma parte de la vida privada de cada quién. Nadie puede ni debe ser juzgado por sus preferencias en materia de pareja. Eso, solo les atañe a los interesados. Lo que si te puedo asegurar es que para mí...la homosexualidad, la no pervertida, la no caricaturizada… es solo una forma más de relacionarse desde el estadio del amor”.

Lo escucho, y no dejo de respetar su valentía...su decisión de ser libre para escoger como ser, y decirlo...aún a sabiendas que va a ser rechazado. Pienso, y siento que está condenado a la soledad, a desconocer lo hermoso –desde la virilidad- de sembrarse en la tersura del sexo opuesto. De amar sin la carga de no saber si es una consecuencia o una venganza la escogencia del ser amado. Sin ruidos en el sitio del sexo, que no sean los naturales. Está lleno de sombras. Quizás porque todo lo que se hace escondido, en nuestra cultura, es señal de estar mal hecho. No es fácil abstraerse del hecho social...y ni siquiera él, que señala su condición como irreversible, puede hacerlo. Una madre que lo comprende, pero que no lo acepta...una pareja que le acompaña, y que aunque mantiene una relación homosexual, no es como él, ni tiene sus angustias... sino que es como cualquier pareja, pareciera definir lo extraño de la circunstancia en que se encuentra. Una relación de amor tormentosa, mal puede ser una relación de amor. Una pareja que hay que tenerla escondida...mal puede ser la mejor pareja, sea del sexo que sea. No poder involucrarse en las conversaciones y en los planes de los amigos, obliga a preguntarse el por qué de ser distinto..y si realmente vale la pena. Para él….parece que sí. El castigo social que padece, familiar y personal, en el sitio que sucede al silencio..más allá de la soledad..en la verdadera intimidad..no se deshace en la convicción de lo que es..de lo que decidió ser..simplemente, aumenta cada día a pesar de los avances para quienes piensan como él, en otras partes del mundo. . Crece. Y le señala en cada espacio, que más allá de su cueva, hay quienes están dando su misma pelea por ser aceptados..la mayoría de las veces sin mucho éxito. Sin embargo, en la soledad que sucede al silencio, él no deja de pensar que es cómo demasiado castigo, para seguir considerándose….“como todo el mundo”. Y eso, definitivamente, le dificultará asumirse tal y cómo es, ante los demás….quién sabe por cuánto más tiempo.


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