Me llamo Stephanie

(Publicado el 27.06.07)

Me llamo Stephanie
Con S y Ph


Por: Lic. Víctor M. Barranco C.



Tiene 14 años. Cuerpo de mujer. Alguien le robó la primera inocencia, y a partir de entonces, ha repartido su prematura adultez en cualquier cama, sábana, carro o lugar escondido que se preste para ello. Tiene el brillo del desprejuicio y al oficio más antiguo del mundo, el que ha sobrevivido a todas la libertades… rasgando sus primeras sonrisas, convirtiéndolas en ese rictus aprendido que convence a quienes se convierten en los verdugos de sus alegrías, en corruptores de sus casi infantiles carnes, a cambio de un poco de dinero. Mercadea sus servicios sexuales, en la Avenida Lara con la Avenida Los Leones, diagonal a un conocido banco…después que ofrece limpiar un parabrisas, vender unas flores o pedir algún dinero a quien puede convertir en algún momento en su cliente. No sabe del amor, quizás no sabrá nunca. Ni de la caricia delicada, ni del beso correspondido en medio de las complicidades de las primeras pasiones. Ha compartido ese rato de intimidad, con los golpes, el olor a alcohol, y hasta el sadismo de quienes, en su perversión, siembran en su piel joven todo tipo de aberraciones. Se sabe el centro de atención. Y ha descubierto –para su propio perjuicio- cómo puede hacer que muchos hombres hagan su voluntad..con tan solo complacerlos en algo que, para ella, solo significa una oportunidad de ganar dinero. No sabe del respeto que se debe a sí misma. A lo mejor ni le interesa. Solo sabe que sin mucho riesgo, sin mucho trabajo, y a veces hasta con un poco de placer..puede hacerse de una buena cantidad todos los días. En la mirada que se asoma detrás del vidrio del conductor, adivina la disposición y presiente la libidinosidad. Con ella juega. Con ella comercia. Con ella dibuja en su vida esa mezcla de alegría y horror que le ha puesto precio a sus servicios. Solo de sexo oral. Solo de una vuelta en el carro, y ya. Solo de una humillación que no concientiza. De una miseria que no siente, pero que la marca. De un abuso que no deja huellas, pero sí cicatrices. De una pena, que algún día comenzará a vivir traumáticamente como consecuencia.

Señor, le hago sexo oral por diez mil bolívares, me ofrece...y pensando que oí mal, le pregunto..

- Perdón...¿qué dices?
- “Párate un poco más adelante y te digo. No te vas a arrepentir..me dice. Ten paciencia y me lo vas a agradecer..añade”

- Presiento la oportunidad de ayudar, de hacer algún trabajo periodístico, de contribuir con mis campañas contra la corrupción sexual de menores que tantas veces he emprendido y por las que he conseguido mis más queridos reconocimientos profesionales y mis más encarnados enemigos….Entonces, me detengo más adelante dispuesto a conversar con ella, se acerca a mi carro y me repite...
- “Que le hago sexo oral por diez mil bolívares”.

- Y tú, ¿no estás muy joven para eso?
- “Ah no, no me vayas a sermonear... ¿quieres o no quieres?”

- ¿Cómo te llamas?
- “Dime Stephanie....así me llamo. Con S al principio y ph en vez de efe”.

- ¿Desde cuándo te dedicas al sexo?
- “Desde los 12 años. O desde los 11. Verdad, no recuerdo. Fue mucho después que me desarrollé. Mucho después de mi primera regla…pero eso que importa. ¿acaso eres policía..o cura..o gobierno??”.

- ¿Cómo comenzaste?
- “Un día, como siempre, mi mamá necesitaba plata. El chino del abasto cada vez que la veía le decía, que si yo iba más seguido al abasto, él podía ayudarnos. Que por qué tanto padecer, si él estaba dispuesto a ayudarnos, a ser nuestro amigo, la mano protectora, el pan de cada día. Mi mamá no le hacía caso… pero ese día era mucha la “pelazón” en mi casa, y entonces habló conmigo. Me dijo: Stephanie –con S y Ph como me dijera al principio- vas a tener que ir casa del chino, a ver si resolvemos algo con ese degenerado. Ese como que está enamorado de ti. Trata de ser amable con él. Eso sí, si te toca te dejas...pero nada de aquello. Lo puedes tocar, pero hasta ahí”....Y me fue describiendo las lecciones que la madre le dio, para iniciarla en el mundo del comercio de su cuerpo. Un relato trágico, no sé si de perversión o de inocencia. De necesidad o conveniencia. De irresponsabilidad o ignorancia. De vergüenza o de necesidad. De vagabundería o sobrevivencia.

- ¿Eres Feliz?
- “Pero vale pana, quien va a ser feliz haciendo lo que yo hago. Aunque a veces llego a hacer hasta 100.000 bolos al día, lo que me resuelve a mí y resuelve a mi mamá. De vez en cuando consigo alguien que me trata con cariño… que después que me monta en el carro...me da una plata, y no me hace nada… ni me obliga a hacer nada. Me aconsejan. Uno se puso a llorar, porque después que me montó en el carro y que vio a su hija en mis ojos. Me habló mucho, me hizo cariño, me compró una ropa y hasta me ofreció llevarme a su casa para que viviera con sus hijos. Sin embargo hay otros que me tratan mal. Que me usan y después no me pagan, que quieren que les haga cosas que no hago, que me quieren retratar desnuda o haciendo cosas raras… y si reclamo, me pegan. Algunos gozan haciéndome llorar, y tratan de hacer cosas que mi mamá me ha dicho que no haga, así me ofrezcan toda la plata del mundo. Mi mamá me cuida mucho. Yo no beso a nadie en la boca..ni me desnudo delante de nadie”.

- ¿Y por qué mas bien no trabajas en otra cosa?
- “Epa, tú como que eres cura. Porque eso hoy contigo ha sido sermón y sermón.
Yo no se hacer más nada, chico. Esto lo hago rapidito. Me monto en un carro, me dan una vuelta por la Venezuela, y de nuevo me dejan aquí. Sobre todo mucho doctor, y mucho chamo con billete me buscan. Y hasta una señora en una camionetota bien chévere, me da mi paseíto si la complazco. Una señora bien perfumada que va mucho al club ese que está ahí a dos cuadras.
Hay un doctor muy conocido, que sale en los periódicos, que viene todos los jueves a las 7 de la noche. Ese me da hasta veinte mil bolívares por vez. El otro día, me trajo un vestido con el que quería verme. Es viejo, pero está enamorado de mí. Me dice que algún día, me va a comprar una casa”.

- ¿Y tú le crees?
- “Quisiera creerle..pero qué va. Si la mitad de los que han estado conmigo me hubieran cumplido, tendría carro, casa y burda de billetes”.

- ¿Vas al liceo?
- “Si. Allí hasta un novio tengo, que ni se imagina que hago esto. Con él rumbeo, salgo, me voy a la playa...y casi siempre soy yo quien lo brinda. El se la pasa pelando. Me trata bien. Me gusta. No me maltrata”.

- ¿No te pregunta de dónde sacas el dinero para brindarlo?
- “Claro que pregunta. Pero le digo que soy buhonera..que vendo un contrabando, y el tipo se lo traga. Además me quiere mucho para arriesgarse a perderme. Así que no pregunta mucho, no vaya a ser que le consiga las cinco patas al gato”.

- ¿Te arrepientes de lo que haces?
- “De qué me voy a arrepentir. Si fue mi mamá quien me metió en esto. A mi siempre me han dicho que las madres quieren lo mejor para uno… y si mi mamá me dice que es bueno… entonces es bueno y punto. Yo pienso que si no me dejo hacer lo que mi mamá me dice que es muy malo, entonces nada me va a pasar”.

- Yo conozco una Fundación, le digo, que se ocupa de niñas como tú. Las ayudan... les dan cobijo, protección... las enseñan a hacer cosas productivas ..les dan educación, aposento, cariño, respeto…si quieres te pongo en contacto con ella.
- “No, me dice, déjame que yo vivo mi vida. Yo no necesito nada. Además nunca me ha pasado nada. Yo me cuido sola. Yo se todo de la vida. Tengo real, hago lo que quiero, y nadie me regaña si llego tarde a la casa..si tengo novio..o si tuve sexo con alguien. Soy independiente y voy a estar en esto hasta que consiga otro cosa que hacer, que me dé tanto dinero como el que ahora gano. A mi me gusta lo que hago. A veces lloro, pero bueno...siempre tengo real en la cartera. Y bueno pana, basta tanta habladora…me voy contigo o no??. Mira que estoy perdiendo tiempo. Deja la cotorra y procede”.

- ¿No le temes a Dios?
- “Cuál Dios?....¿el que me hace pasar hambre?...¿el que nunca me dio ni ropa, ni casa, ni cariño, ni familia?..¿el que solo me dejó este oficio como alternativa??..¿el que le da plata al chino para que me manosee porque yo no tengo??..¿cuál Dios, pana??”

- ¿Nunca has rezado?
- “Muchas veces a la virgencita, así no me escuche. Cuando me monto en un carro y presiento que me van a hacer llorar. Cuando estoy sola y tengo miedo. Cuando mi mamá se enferma. A veces, me arrodillo y prometo cambiar, si puedo salir de aquí. Pero no pasa nada..y entonces pierdo hasta el rezo”.

- ¿No te ha sorprendido la policía?
- “Qué va mi amor…ésos los que quieren es cositas gratis. Si se las doy, me dejan tranquila. A veces me piden solo plata…me amenazan y tengo que dárselas. Hay un morenito, que anda en moto a quien se la tengo jurada. Se llama Manuel. Ese cada vez que me ve, me pega”.

- ¿Y el resto de tu familia?
- “Cuál familia..yo no tengo eso. Los panas que limpian vidrios conmigo, y las chamas que hacen lo mismo que yo. Solo mi mamá es mi familia. Ella me cuida. Me atiende cuando estoy enferma. Me compra dulces. Y siempre me aconseja. A ella le cuento todo. O casi todo”.

- ¿No te gustaría tener una familia, una casa...?
- “Ay vale, contigo. Mejor me voy, porque estoy apurada, no vas a salir conmigo y estoy perdiendo plata. Dime, o te limpio el vidrio, o tengo sexo oral contigo... pero deja la preguntadera que pareces policía”.

No la molesto más. Lleva el ombligo al aire, también el sentimiento y el pudor. Sucios los pies, el cuello y, lamentablemente, el sitio de su respeto. No sabe de límites, ni de afectos. No sabe de sí misma. Tiene una madre que la comerció, y dañó su vida para siempre…en nombre del “pan de cada día”.
El comercio sexual en adolescentes, es hoy día una plaga de la que todos nos enteramos, y pocos hacemos algo por erradicarla. En sus ojos, la vivacidad no de la adolescencia, sino de la comerciante de su adolescencia, que sabe manejar ya el arma de la seducción para vender cada día su inocencia. Porque el comercio sexual, no mata la pureza de niñas como ésta, las lacera cada día, cada momento en que las degenera, las deprava, las vulnera, las tatúa…la mayoría de las veces, para siempre.
Tiene en el sitio de su intimidad, la marca de la violencia. Y en su mente, la justificación a ese horror en el sitio donde debía haber amor.
¿Qué pensará, me pregunto, quien satisface sus bajos instintos en esta niña, cuando llega a su casa y abraza a sus hijos?
¿Podrá alguien satisfacerse en niñas como ésta, sin sentir en la noche un dedo que le acuse para siempre?
¿Dónde nos perdimos? ¿Dónde hicimos del otro, tan solo una suma de indiferencias? ¿Dónde el alma se encalleció, para poder escrutar en la inocencia ajena, salidas a esa violencia consentida, aceptada, maternalmente inculcada, que da náuseas y parece cosa de cuentos?
En Lara, El comercio sexual infantil, es un negocio floreciente… para el que no hay castigo. Para el que hay solo, una cadena de complicidades.
Seguramente, porque muchos de los que debieran reclamar o castigar en nombre de la ley, la justicia, la racionalidad... son algunos de los doctores, que son asiduos clientes de Stephanie….así, con S y Ph.

0 comentarios: