Cuando vi a mis hijos

(Publicado en El Informador el 19.05.08)

Cuando vi a mis hijos en la morgue
…perdí parte de mi vida


Lic. Víctor M. Barranco C.

Artista. Escultor. Fundador de la Unión Cultural de los Barrios. De la Fundación Nacional de Cultura Popular. Guerrillero en los años sesenta, cuando era la idea, el sacrificio, el desprendimiento, el servicio a los demás, la solidaridad, la que acompañaba a aquellos jóvenes en medio de la montaña en su sueño revolucionario. Pero ante todo, padre a tiempo completo. Hombre cultor de la tierra y de sus hijos. Piel curtida en la lucha de los sueños y de la esperanza. Firmeza de espíritu que se resiente ante el vil asesinato de dos de sus hijos, justo cuando creía que era su lucha, su dignidad, la que contagiaba a quienes hoy empuñan las armas del estado…y no, la corrupción, el malandraje, los vicios del poder a los que se enfrentara en el pasado y que hoy le azotan, implacablemente, en medio del arrebato injusto y aberrado de un pedazo de su piel, de su amanecer, de su luz… cercenado por el envilecimiento impune de quienes debían representar la seguridad del pueblo. Iván Pérez, el cultor de amaneceres, el soldado de la libertad, el revolucionario a tiempo completo hoy humedece sus ojos con el recuerdo trágico de sus dos hijos muertos. Cobardemente masacrados. Con la autoridad protegiendo las sombras y la justicia detenida en esa conveniencia bastarda de quienes se solidarizan con quienes le sirven, aún en las inmundicias. Por eso, preñado de rabia paterna, de impotencias y frustraciones, en medio del dolor, se asoma sin miedo al sitio donde deambulan las moscas, en el fondo de la alcantarilla, donde la tierra cultiva solo miserias...para detenerse en medio de su pena, sentarse con los amigos, la familia…llorar a los hijos, y sacar unas cuentas. Allí, en la oscuridad, donde concluyen las aceras, al fondo del abismo, donde habitan las dudas y los temores, debajo del fango, donde los uniformes enterraron su ira…una voluntad de justicia, marca su rostro, en medio del más ruidoso silencio. Hoy, en su diaria pesadilla, el recuerdo de los cuerpos destrozados de sus hijos a manos de uniformados de azul, le sacude y son solo los más osados los que atestiguan las tormentas en el viejo cuarto oculto, de inviernos detenidos. Acompañado de quienes siguen fieles a su compromiso con el hombre, con la familia, con la idea, con el sacrificio…continúa soñando con imágenes de amor, buscando en medio de su gran dolor, algún futuro que permita no solo la justicia…sino el alcance, aunque sea en medio de la lluvia, de su deseada libertad infinita.

- Entra a mi oficina acompañado del poeta Víctor Pereira, Semeruco, y de Eulogio Gallardo. Es Iván Pérez, el guerrillero, el artista, el paridor de sueños que llora a sus hijos muertos…lo saludo, y le pregunto, ¿qué se siente al perder un hijo?...él, quien ha perdido dos
- Se le mueve a uno el cimiento del alma, me dice. Es perder parte de la vida misma. Es un dolor indescriptible. Es la mayor de las tragedias, El peor de los castigos, algo que no le deseo ni siquiera a sus asesinos. Cuando vi a mis hijos en la morgue, hice una retrospectiva. Los recordé cuando nacieron, en su niñez, en su juventud, en sus travesuras, cuando aprendieron dignidad y firmeza en un hogar recto y revolucionario…cuando se hicieron hombres de bien. Cuando me confiaron sus sueños. Cuando empezaron a hacerlos realidad. Cuando me ayudaron en la granja, en la familia, en la vida. Cuando tuvieron hijos y trascendieron. Cuando me citaron a la morgue para su reconocimiento y me tocó verlos vilmente masacrados. Víctimas de un ensañamiento de la delincuencia uniformada. De la corrupción de los estamentos del estado. Desfigurados. Con tiros de gracias en la espalda…y además calumniados. Sus criminales, no solo se cebaron en su juventud, en su virilidad que no pudieron doblegar, sino que de manera cobarde, y protegidos por algunos de sus jefes, inventaron una historia de confrontación y delito a quienes como usted ve en los documentos que le acompaño, era uno un excelente estudiante del séptimo semestre de Estudios Jurídicos en la UNEFA, con calificaciones –que le acompañó- sobresalientes; y el otro, trabajador de la tierra como yo. Se fueron, me dice, preñados de sueños. Esperando el pequeño crédito que habían solicitado, para seguir trabajando la tierra…ésa, que los recogió en su tránsito al infinito. Esa que no podrán seguir cultivando. Esa que ya no podrá ser espacio para su siembra.

- ¿Un desvío en la revolución? ¿Una falla en el proceso? ¿un hecho aislado en el gobierno? ¿Una frustración en el corazón y en los sueños?
- Nunca creí que en este proceso, iba a ser yo víctima de una aberración semejante. De una injusticia tan monstruosa. De una complicidad inexplicable. De tanta podredumbre. De esa negación desvergonzada de valores como la vida, la dignidad, la justicia, la solidaridad, la vergüenza. Mis hijos fueron torturados bestialmente. Ellos fueron a depositar un dinero en el banco, y fueron secuestrados según supimos. Como no pudieron doblegarlos, se ensañaron con ellos. Nosotros no participamos de este proceso por un curul o un cargo...sino por el logro de una patria soberana. Yo creo en la utopía posible. En el pasado cuando nos alzamos en armas, no estábamos en nuestra lucha ni con Rusia, ni con los gringos. Estábamos soñando y tratando de hacer realidad el bienestar venezolano. Hoy no hay doctrina, solo pragmatismo. Y en las policías hay mucho delincuente enquistado. Hay muchas denuncias, y no pasa nada. Esa policía corrupta, pareciera estar amparada. Nosotros somos revolucionarios con pasado histórico, del que estamos orgullosos, del que nunca vamos a arrepentirnos.

- Tomo prestado conceptos del poeta Víctor Pereira para describir a Fabricio:
- “Emprendiste desde el vientre combates existenciales, para llegar a tiempo a la irreverencia universal de la vida. Tus pasos de niño acompañaron la prisa de los enfrentamientos subversivos. Creciste entre los cantos y arrullos maternales y entre himnos y versos revolucionarios. Esta simbiosis de dialécticos sueños, aceró tu espíritu de joven rebelde, amante de libertades contra la opresión. Tu pecho fue siempre trinchera del amor, de solidaridad y de combate por la vida infinitamente soñada. Qué mente asesina, qué mente criminal ahogó tu verso preñado de mañanas combativas por la emancipación de los tuyos. Fabricio, nos dejas tu olongo atisbado de sueños y tu rebelde existencia para combates clandestinos”

- De igual manera tomo palabras del poeta Pereira para describir a Engel Alexander:
- “Del biomágico vientre materno se acuñó la esperanza armada de vida libertaria, y abriste tus ojos infantiles en años duros, perseguidos y clandestinos sueños de padres, madres y camaradas de morral con utopías posibles. El zarpazo canalla y criminal implosionó todo intempestivamente, arrebatándonos tus risas, tus manos armadas de lápiz y papel, tus manos creativas y productivas, tus manos que empuñaron en el amanecer del 27 de Noviembre del 92 la pistola revolucionaria disparando flores de nuevos amaneceres. ¡Cómo creció en esos días tu alma de hombre enamorado de nuevos días revolucionarios! Alexander, nos queda tu amor y tus huellas de caminos infinitos.

- ¿Qué les han dicho las autoridades?
- Nada. En vez de ayudarnos, de alguna están protegiendo a los asesinos…en todo caso, favoreciéndolos. Es tan grave la actitud del gobierno que, incluso, el día del sepelio agredieron al cortejo fúnebre. Nos atacaron con bombas lacrimógenas. Arremetieron contra nosotros que solo cargábamos nuestros hijos muertos, nuestro llanto y nuestro dolor. Imagínese Licenciado, qué daño pueden hacer padres, madre, hermanos, amigos de dos jóvenes asesinados… en el momento de su entierro?? ¿¿Quién va a estar pensando en nada, cuando el dolor arruga el corazón y no hay espacio en la mente más que para el silencio y la tristeza?? ¿¿A qué mente enferma o cómplice se le ocurre que los padres vamos a irrespetar la memoria de los hijos muertos??? Hay una protección desde la más alta cúpula de gobierno. Hay una mano muy poderosa que protege estos abusos. Hay un silencio en la alta esfera del poder, que los señala. Que los acusa. Que evidencia de alguna manera su irrenunciable responsabilidad en este tipo de desmanes, que comienza a hacerse peligrosamente cotidiano.

- ¿Qué pasa, si no pasa nada?
- Vamos a volver a nuestro escenario natural que es la calle. A pedirle a Chávez que retome sus ideas iniciales, porque sin justicia no hay revolución. A solidarizarnos con todas aquellas familias que han pasado y pasan por lo que nosotros estamos pasando. A pedirle al poder judicial que se autónomo. Que no permita que le sigan cerrando las puertas donde tiene autoridad y orden para investigar. Que hagan respetar sus investiduras. Vamos a realizar una marcha a Caracas, para la que estamos convocando a todos aquellos que han sido víctimas de abusos policiales y vendiendo unos bonos que la gente puede comprar para ayudarnos en esa tarea, a través de los siguientes teléfonos: 0414/3517552 de Víctor Pereira; 0416/1508948 de Eulogio Gallardo y el mío, de Iván Pérez el 0414/5191413.

- ¿Qué piden para los asesinos?
- Solo que sean juzgados como son, como asesinos. Sin fueros o privilegios oficiales. Que se cumpla la orden del juez de que vayan al retén judicial y no sigan en locales de protección superior. Si un obrero, un profesional asesina, carga con todo el peso de la ley. Eso debe ser, por lo menos igual, si el delincuente es un policía. Ambos son igualmente asesinos.

- ¿Eres optimista en cuánto a eso?
- Sé que hay mucha presión. Sin embargo le pido al Juez Oswaldo González quien dictó las primeras medidas, que no se deje presionar. Que siga enalteciendo la investidura que tiene. Que no permita que se desvíe el curso de la investigación. Tengo confianza en él. Yo estuve en la audiencia, se dijo que iban a Uribana, y eso no se ha cumplido aún. No puede haber asesinos de primera, y asesinos de segunda, porque si a eso vamos, es mucho más criminal aquél que porta las armas del estado legalmente, pues tiene una ventaja. Es a ése a quien hay que castigar más severamente.

- ¿Hablaste con el Gobernador?
- Me llamó, me dio el pésame y hasta allí. Le pedí que depurara esa cloaca que tiene en la policía

- ¿Has recibido alguna ayuda oficial en tu deseo de que todo se aclare?
- Al contrario, han tratado de intimidarnos. Están deteniendo los carros que llevan grafitis alusivos a este reclamo de justicia. Nos han tratado de meter miedo, sin saber quiénes somos y de dónde venimos. Aunque tengo que decir que no son todos los funcionarios los que están delinquiendo. Son una minoría. Un pequeño grupo, pero que como está protegido hace y deshace a sus anchas y perjudica a toda la institución. Son muchos los funcionarios decentes que nos llaman, que nos apoyan. Que se avergüenzan de compañeros como ésos.

- ¿Qué piensas en las noches, qué le pides al futuro?
- Que sean mis hijos las últimas víctimas de estas aberraciones policiales. Y recordar la vigencia de las palabras de Argimiro Gabaldón quien decía: “el camino es duro…pero es el camino”

Me despido de ellos, después de una grata conversación sobre Engels, Hegel, Guevara, Gabaldón y muchos otros. Los dejo que regresen a ese replantearse el principio, la ideología, la creencia que están reclamándoles a quienes recogen lo que ellos sembraron. A descubrir sus pausas, a hurgar en el silencio, a descifrar los viejos escritos, los viejos recuerdos. A buscar una luz, un norte, algún rumbo...una señal que marque el camino, la excusas, el por qué se extravió la brújula…pues no hay excusa para un nuevo equivocarse. A resolver las tramas, a remendar el sitio donde guarda su hambre de justicia junto a los sueños de sus hijos muertos…allí donde mil dardos color ocre recogen la tarde que marcha despacio al suicidio diario de la razón, viendo el anochecer trágico en cada partida. A enfrentar los espejismos, a cruzarse en el sintió donde la miseria humana lo lleno de dolor y angustias...como siempre, despacio y sin avisos. Donde el arma servida por el estado para proteger, le cercó de pesadillas y truncó los sueños, la vida, el amor no solo de dos hombres jóvenes que tanto pudieron darle a la tierra, a su familia, a sus hijos…sino de un país a quien, en medio de una creciente impunidad, se le acaba las razones para soñar.

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