Me sentía una niña sucia

(Publicado en El Informador el 30.04.08)

Me sentía
una niña sucia

Lic. Víctor M. Barranco C.

Apenas a los cinco años, perdió la inocencia. El novio de una tía, violentó su niñez manchando con sus aberraciones esa etapa donde todo debiera ser color pastel. A pesar que se lo dijo a la tía…ésta siguió con su novio, como si nada. Fue la maestra la que le explicó que no estaba bien lo que le hacían. Que no era cariño el que le daban. Ella a quien su abuelo le había dado todo, al extremo; niña consentida, mimada, egoísta, dueña de sus caprichos…cuando entendió lo que había vivido, se sintió sucia. Fea. Llena de esa rabia de ser abusada, violentada, precipitada al abismo, sin peajes, ni alcabalas, ni reductores de velocidad. Había descubierto que detrás, donde sembramos pasados, donde guardamos silencios, donde recordamos los miedos, las humillaciones, las agresiones, las propias mentiras…solo la sombra accede, a realizar concesiones, por cada tiempo vivido. Había sido llevada prematuramente al fondo de lo tenebroso, de lo repugnante, donde anidan los insectos, donde se aposenta la humedad, donde crecen las larvas, donde pareciera existir un camino final…especie de silencio absoluto de una soledad inmerecida. A ese extremo, donde se acaban los caminos, donde la sonrisa es una caricatura, donde se entristecen los colores, donde se suicidan el día y la noche…donde hay una esquina guardada, un rincón oculto, para ella –viajera de la vergüenza- llena de tanto recuerdo repulsivo. A tal punto, que su primer beso le provocó náuseas. Que se alejó del sexo masculino. Que muchos pensaron que había abordado otra preferencia sexual. Que obligada por sus amigas, y para demostrar que era mujer-mujer, se hizo de novios…pero igual le repugnaron. No dejó de sentirse sucia. Esa agresión a los cinco años, sigue marcando su vida. Sus relaciones. Su repugnancia al sexo. Su bloqueo en materia de amor. Ya no está el abuelo complaciéndola y abrigándola. Su madre, quiere desmitificar la imagen complaciente del ausente, para dizque hacerla vivir la realidad. Pero en ese accionar, la sofoca. Aunque, para su beneficio, la ha enseñado a ganarse las cosas con su esfuerzo. Ama el rosado, como recuperando el color pastel perdido de sus primeros años. Escribe con talento. Maneja imágenes, metáforas y hechos con destreza. Su papá, distante. Tiene de él, recuerdos de su castigo, y del mucho miedo que le tenía. Lo machista que era. Hoy papá y mamá, hacen vidas separadas. Siente que es una chica distinta, a sus 19 años. Madura, serena, con una claridad meridiana en lo que quiere. Ella, obligada por las circunstancias a conocer el sitio donde habitan las lechuzas, lo oscuro, sabe que su experiencia vista desde su óptica actual, es solo el aviso del final de ese viaje, que emprendió una tarde, desde una hamaca…casi por accidente.

- La saludo. Ya habíamos intercambiado varios correos. Ya habíamos andado parte de sus inquietudes. Esta vez, me iba a contar su historia
- “Hoy por fin he decidido contarle mi historia, la vida me ha golpeado muchas veces... los sueños poco a poco se han ido destrozando uno a uno sin querer darme cuenta que es por mi culpa. Desde muy niña viví con mis abuelos, ellos me dieron todo lo que quise tener y hasta mucho más, pero la felicidad no dura para siempre y ésta no iba a ser la excepción. Mi abuelo se fue del hogar que arropaba mi vida. Luego de ello, un triste vacío se empezó a formar dentro de mí. Pasaron los días y las lágrimas seguían haciéndose sentir, se iban evaporando con el transcurrir de las horas...esa etapa fue superada, la presencia de aquel ser ya no era necesaria, me hacía falta el abuelo pero ya no como antes...luego los novios de mi tía comenzaron a pronunciarse... y uno de ellos comenzó a borrar la inocencia de aquella niña para despertar sentimientos prematuros, extraños, confusos, incomprendidos. Una vez más sentí lo despiadado de los seres humanos y la cochina conciencia y pensamientos babosos de otros, comenzaron a dar vueltas en mi cabeza.”

-¿Qué te hicieron los novios de tu tía?
- “A los cinco años, uno de ellos me hizo perder la inocencia. Me tocó indebidamente estando yo en una hamaca, me dijo que no era malo. Mi tía se percató y me cargó…me pidieron no decirle nada a la abuela. A esa edad no sabía lo que pasaba. Un día le conté a mi maestra, y ella me explicó. Crecí, y me di cuenta. Me sentí entonces una niña sucia…fea…sentí una enorme rabia, un gran rencor.”

- ¿Cómo era tu vida entonces?
- “Yo era una niña consentida. Mi abuelo me lo dio todo, y eso me hizo muy egoísta. A tal punto, que un día llegué a mi casa, y una compañerita que me visitaba me refirió que había ido a Mérida y allí le habían comprado un muñeco que cargaba. Inmediatamente le pedí a mi abuelo que me llevara a Mérida. Me dijo, bueno vamos a preparamos para ir el fin de semana. No, le dije...ahora mismo vamos! Y esa misma noche salimos para Mérida y me compraron muchos muñecos que, a mi regreso, se los enrostré a mi compañera. En la casa de los abuelos vivían mis primos, y siempre hubo discordias por las preferencias hacia mí. Un día cocinaron hígado, y a mi no me gustaba. Pues a mis primos los obligaron a comérselos, y a mí no. Eso avivó un rencor…una diferencia, un rechazo hacia mí”.

- Luego, ¿cómo se desarrolló tu vida?
- “Pasaron así muchos años, comencé a ir al liceo y allí era otra cosa, allí había un mundo distinto al cual yo no pertenecía. Todas las personas que estaban allí eran tan falsas, eran solo hijos de mamá y papá que no tenían, ni tendrán, la menor idea de lo que quieren... vinieron los problemas nuevamente, las mentiras los chismes, nuevas sensaciones se comenzaron a experimentar... tantas travesuras... Allí di mi primer beso y no fue mágico como para recordar. No marcó lo bonito de aquello. Solo dejó una huella más en mi corazón que en el fondo seguía siendo sensible, ingenuo, muy inocente.

- ¿Cómo fue eso?
-“Había quedado marcada. Me hice de un novio solo debido a que como rechazaba a los hombres, mis amigas insistían en que podía estar tomando un camino sexual equivocado. Que pudiera tener otra preferencia sexual. Total, ellas no sabían lo que me había pasado. Un poco para complacerlas, me hice novia de un compañero, pero cuando me besó...nuevamente me sentí sucia. A tal punto, que hasta vomité después de besarlo. Las “amigas” que tenía tampoco fueron de mucha ayuda puesto que me condujeron a realizar cosas que no quería hacer, a convertirme en alguien completamente distinta a lo que realmente era, las acciones fueron torrenciales de agua salada que empañaba mi visión a lo firme y real... me alejaba de todo lo bonito y noble de la vida. Una vez en una fiesta, insistieron con lo del novio. No sé qué cosa le pusieron a mi bebida. A eso con licor que me obligaron a consumir. Perdí la razón, y el tipo me tocó. Sus manos pasearon por mi falda... y la risa de quienes lo observaban se hacía cada vez más fuerte... "mis amigas" me decían que continuara, que estaba bien. Una porquería se quedaba pequeña para lo que llegué a sentir después. Incluso llegué a pensar que nunca me gustarían los hombres”

- ¿Cómo reaccionaste?
- “Fueron pasando mis días y mis noches sin valorarme como mujer, como niña como ser humano. Irrespetando mi cuerpo, mis principios, mi todo. Los días en aquel liceo culminaron y pasé a formar parte de otro alumnado en una institución distinta. En ella, me reencontré con una de mis mejores amigas de la primaria, allí se suponía que iba a empezar una nueva vida y fue así; en gran parte cambió mucho la historia de lo que era mi existir... Ahora muchas cosas eran distintas. Comencé a valorarme y a quererme un poco más… hasta que el supuesto amor apareció, las hormonas se alborotaron y caí de nuevo. Él solo jugo con mis sentimientos, supo lo débil e inocente que era y no lo pensó dos veces, me hizo llorar, me hizo sufrir, me arrancó por completo la esperanza de ser amada de verdad... me hizo creer que el amor no existía; que era solo cosas de locos, algo muy sublime como para ser para mí. Sentí en muchas oportunidades que el amor y la felicidad no eran términos escritos para mí. Aún así señor Víctor esta humilde servidora siguió adelante, pude seguir sonriendo, ayude a quien lo necesitó... y continúe viviendo.”

-¿Qué otras cosas hiciste por presión de tus “amigas”?
- “Logré experimentar muchas cosas... coloquialmente metí la pata... empecé a ingerir alcohol y a desviarme por un camino que no era nada bueno pero con todo y esto, nunca llegué a consumir drogas ni a prostituirme ni nada de ello...”

-¿Has tenido sexo?
- “No. Ni quiero tenerlo. Me da asco. Me asquea el sexo”

- ¿No te ha pasado nada bueno?
- “ Por cosas extrañas de la vida y de Dios pude ayudar a un buen hombre, que me recordó que sabía escribir, que me recordó que poseía talento, que me dio la oportunidad de saber que lo que estampaba en una hoja a alguien le interesaba, porque muchas veces escribí cosas que ni siquiera yo me hubiese imaginado escribir, pero nadie quiso escuchar lo que hacía; mi mamá no tenía tiempo, mi papá no estaba en casa, mi abuelo se había ido y mi abuela ya no vivía conmigo. Pero él era otra cosa, siempre se mostró atento a lo que yo hacía y ahora el frío no congelaba y el fuego no quemaba, estremecía... no sé en que momento dejó de ser así, pero lo cierto del caso que junto a él pude saber qué es la felicidad y noté que tan maravilloso era Dios …y pude sentir mil y una emoción; pero como le dije al principio nada dura para siempre y ésta no iba a ser la excepción... la felicidad tocó mi puerta por tan solo 20 días. Después de una conversación por la noche todo se esfumó... las sonrisas se quedaron dormidas en el limbo de la lumbre... ahora mi más fiel compañera, la soledad, retornaba a su más fiel hogar, mi corazón.”

- ¿Por qué me has contado todo esto, si dices forma parte de tu más guardada intimidad?
- “Porque me gustaría que las jóvenes de hoy en día se valoraran y se respetarán un poco más. La vida es mucho más de lo poco que sabemos y logramos ver, porque por desgracia no ampliamos nuestra visión ni vemos más allá de nuestras propias narices. No nos damos cuenta que cada segundo que pase sin hacer nada, es un instante que se está perdiendo y que no se recuperará. Sabemos que existe un Dios pero no buscamos de él, sabemos qué es el bien y qué es el mal, pero no hacemos nada para evitar las cosas feas. Entendemos que es mejor darse su puesto, pero los principios y los valores que tenemos son decadentes. No nos damos cuenta que la pobreza humana está acechando a un mundo entero, en donde lo putrefacto gobierna los sentidos de cada uno y lo malévolo ronda nuestras ideas, para hacerlas realidad. Nos apresuramos a tener amores, sin saber ni siquiera si es el momento oportuno. Sin pensar en los padres, ni en nada que se le parezca. Solo importa la ropa de moda, la canción del momento, la rumba de esta noche y después ¿que? muertes, violaciones, desilusiones, fracasos, lágrimas y hechos que lamentar, sin saber que la vida es mucho más que éso. No apreciamos lo que tenemos y siempre nos guiamos por lo superficial. Poco conocemos el verdadero significado de la felicidad. Todos sabemos que la vida es una sola y aún así no aprovechamos lo que tenemos a nuestro alrededor. La esencia de la vida consiste en apreciar las cosas que tenemos aunque sean pocas, y darnos cuenta señor Víctor, que los pequeños detalles de nuestra existencia son los que nos van hacer crecer, no solo como persona, sino como seres humanos...”

Sabia reflexión…sobre todo si solo se tienen 19 años. Ha debido madurar pronto. Agobiada por ese recorrer la misma noche, de ese trasegar la misma historia, anclada en el mismo puerto donde partir o llegar es casi lo mismo, la sembradora de espejos colecciona cuentos que, en el sitio de su amor, escribieron autores desconocidos, o en todo caso, ausentes. Apertrechada en esa soledad gratuita de los obligados a llorar casi por costumbre, enterró su rabia en el recuerdo de quienes la hicieron enfrentar su desventura para sobrevivir, indemne, todo este tiempo. Hoy, con su sol al final de la jornada, entierra en sonrisas, en el brillo de sus ojos, en la madurez de sus palabras, en el entendimiento de su ayer…en el sarcófago aquél, que aunque recuerda, ya no le marca tan definitivamente…lo sufrido. Esperando tan solo por tropezar con otra soledad, que acompañe a la suya y le ayude a borrar lo vivido, a reencontrarse como mujer, y a no temer al amor...que al parecer es lo único que, ahora, le falta.










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