He perdido dos hijos

(Publicado el 03.10.07)
He perdido dos Hijos
Por Apatía Médica

Lic. Víctor M. Barranco C

26 años. Su ilusión de ser madre, trastocada traumáticamente…en dos oportunidades. En un hospital de Acarigua, dos veces se equivocaron, dos veces se descuidaron, dos veces la hicieron vivir el tormento de no poder ser madre….entonces, dos veces tuvo que llorar, impotente, frente a sus hijos muertos. La primera vez, en medio de la alegría de tener su primer descendiente fue sorprendida con un aborto inesperado, justo en el consultorio de su médico. La trasladaron al hospital y allí, una doctora sin sensibilidad, ni sentido de su responsabilidad profesional y humana, no solo obvió el exámen de rutina que era obligante en aquel momento; sino que la dejó a medio parir, por más de dos horas, en una camilla con su hijo muerto a medio salir, en medio de sábanas ensangrentadas que estrellaron su alegría en ese muro nebuloso de la incomprensión, donde no es posible ninguna respuesta. Cuatro años más tarde, en el mismo hospital portugueseño, sin que nadie se diera cuenta de su historia médica llegó a parir de nuevo después de un trajinar de desprecios e indolencias médicas, al decir de ella, a su deseada niña Angie Josue…pero a quien, por el descuido y apatía profesional de quienes juraron en nombre de Hipócrates atenderla, solo pudo ver viva por unas pocas horas. Se habían ramificado sus miedos y repetido sus angustias. Ella, que huía buscando en la medicina caminos, veredas, cualquier tratamiento que la guiara en ruta segura, descubrió que la habían engañado de nuevo. Que ni siquiera en el momento de su crisis una mujer, médico de profesión… y que pudo convertirse en el ángel salvador de sus niños, hizo algún esfuerzo para ello. Cerró los ojos, hurgó en la memoria, y solo consiguió borrascas y anocheceres sin luces ni señales, sin historias ni cuentos con finales felices…solo dos oportunidades en que el descuido, la apatía, la insensibilidad de quienes estaban obligados a darlo todo por una vida...la llenaron reiteradamente de luto y de miedo. Hoy, respira en medio de estremecimientos buscando el aire que se les negó a sus hijos. Preguntándose qué hay debajo de su vientre, que solo cosecha fechas de invierno. Frente a la nada, sentada en el reposo después de sus particulares guerras, piensa en satisfacer su maternidad con alguien que le garantice la atención adecuada. Que pueda tener sus hijos vivos, que pueda rozarlos con sus mejillas, que su recuerdo no sea en medio de la soledad del cementerio, sino brincando y saltando en cualquier parque de la ciudad, o en cualquier cama de su casa. Y desafiando lo que le ha sucedido, ha comenzado un nuevo camino de búsquedas infinitas y aunque temerosa, por la angustia de lo vivido, inventa atajos buscando una seguridad que no termina de alcanzar. Y tan solo desea, tan solo espera la oportunidad de poder oír el grito, el llanto, una risa, una voz, una seña, cualquier cosa que le garantice poder ver algún hijo vivo. Por eso transita sin pausas el camino del amor, aunque tiene dos eternas razones para la rabia. Eso sí, sin poder saber aún, cuándo por fin… alcanzará el final del camino.

-Dime Ámbar, ¿qué te pasó?
- “Tenía 3 años de casada cuando salí embarazada, observaba mis controles médicos desde que tenía 4 semanas, ya que fue en ese momento que me enteré del embarazo, me controlé con uno de los mejores médicos de Acarigua y con los mejores aparatos para hacer un mejor seguimiento a mi embarazo. Este doctor siempre me hacía los ecos mas no me examinaba ginecológicamente. Cuando tenía 5 meses de embarazo y me dio un cólico, entonces me acosté, me coloqué un supositorio ya que mi esposo había llamado al doctor, y éste así lo indicó. Como a la hora el dolor era más grande, entonces decidimos ir para el hospital. Cuando los doctores me examinan me dicen que ya no se puede hacer nada porque ya tenía las membranas afuera, me colocaron un medicamento y sin medir palabras un doctor me abrió las piernas y con una vara blanca y larga me rompió la bolsa del útero… yo angustiada le pregunté: “¿qué está haciendo doctor?” y él me dijo: “usted está abortando y tiene que parir a su bebé que ya está muerto”. Me dejaron en una camilla a esperar que el medicamento me provocara los dolores para expulsar a mi bebé. A mi lado había una paciente que estaba hospitalizada, fue la que me orientó cuando los dolores se hicieron mucho más agudos, fue ella quien me indicó que debía pujar fuerte y con la boca cerrada para poderlo expulsar…pasé mucho tiempo en esa situación y yo siempre sola, sin atención de ningún tipo, encima de un charco de sangre, solo con la compañía de Dios y de la paciente porque ningún médico hizo presencia, desde que me ingresaron como a las 11 am hasta que parí a las 8 pm. Como a la media hora de haber expulsado a mi bebé fue que los médicos me atendieron, me cambiaron de camilla y me llevaron a hacerme el curetaje. Yo les preguntaba el porqué a los médicos y solo me contestaron “cosas que pasan”.

- ¿Difícil recuperarte?
- “Como a los 2 años empezamos a buscar otro bebé bajo la supervisión de otros médicos. Quedé embarazada de nuevo, e inmediatamente empezaron los cuidados, gracias a Dios tuve todo el apoyo por parte de mi familia y la de mi esposo. Mi suegra es enfermera y tiene más de 15 años trabajando en el hospital. Ella me recomendó que me viera por la consulta de mujeres con embarazos de alto riesgo. Le hice caso y siempre iba para mis consultas, aunque aparte me veía con uno de los mejores médicos privados para hacerme los ecos. En las consultas de alto riesgo del hospital hubo médicos que me trataron de mala gana, le cuento por qué. Cuando tenía 5 meses y medio comencé a botar un flujo, voy a mi consulta de alto riesgo del hospital, la doctora me manda un tratamiento por 10 días y me dijo que si seguía con el flujo tenía que volver a la consulta. El tratamiento terminó y el flujo continuó. Volví a la consulta me atendió un doctor, que ni me quiso examinar; solo dijo que con el tratamiento que me había mandado la doctora, más lo que él me prescribió, se me iba a quitar el flujo. Me hice el segundo tratamiento y el flujo continuaba. Ya estaba preocupada por lo que busqué el consultorio privado de una de las doctoras que ya me había visto en las consultas de alto riesgo del hospital. Esta doctora fue súper antipática conmigo, lo primero que me dijo cuando entré a su consultorio privado fue lo siguiente: “usted no tiene historia médica por acá, su historia está en el hospital”. Después de insistir me examinó, me mandó otro tratamiento y en eso le pregunto: “¿tengo que seguir con mi reposo?”, porque mi familia desde el primer momento del embarazo me cuidó mucho y me mantenían en reposo. Y la doctora toda seria y como amargada me contestó: “yo no sé quien le dijo a usted que tenía que guardar reposo, su embarazo esta normal” y ella siguió escribiendo el tratamiento que me estaba indicando”.

-¿Y no cambiaste de médico enseguida?
- “Me hice el tratamiento por siete días, al quinto día sentí una molestias, acudo a la consulta de alto riesgo del hospital, me atiende una doctora, ella me dice que le cuente qué me pasa. En ese momento que ella me está atendiendo también estaba echando cuentos con dos pasantes y un colega, por lo que se podrá imaginar, cómo me atendió. Cuando yo termino de hablar me dice que me desvista y que me acueste en la camilla para examinarme…cuando me ve acostada y me dispongo para que me chequee ginecológicamente, lo primero que hace es arrugar su rostro demostrando asco y me pregunta: “¿Qué se colocó usted? Y yo le contesté: “le acabo de decir que me estoy colocando óvulos porque tengo un flujo que ya me lo han visto varios médicos y no me lo han podido quitar”. Entonces ella con su asco no me examina, me mandó a vestir y lo que me dijo fue: “siga su tratamiento y manténgase en reposo”.

- Definitivamente te tocaron todos los médicos malos...
-“En vista de lo sucedido vuelvo al Hospital y el médico que me recibe me dice: yo no examino ginecológicamente a nadie, pero con usted voy a hacer una excepción. Déjeme terminar con el eco y luego se cambia para chequearla”. El doctor termina de realizarme el ecosonograma y me dice que todo está bien, perfecto… “su embarazo está muy bien cámbiese para revisarle el flujo que tiene”…me empieza a examinar y pregunta: “por Dios hija ¿usted tiene dolor?” yo le contesto: “no doctor ¿Qué pasa?” Y él dice: “le tengo que hacer tacto” y cuando me lo hace me dice: “hija usted esta pariendo, váyase de emergencia al hospital para ver si le pueden retener el parto”…a tan solo 5 días de haber visitado a esa doctora que le dio asco examinarme y a tan solo 6 meses y medio de embarazo Licenciado, y apenas a segundos de que el mismo médico me realizara el ecosonograma y me dijera que mi embarazo estaba perfecto, ahora todo estaba mal…¿qué le parece Licenciado?... El embarazo me lo pudieron retener solo por 24 horas. Al siguiente día sangré mucho, me pusieron a parir y me dijeron que si la bebé lloraba al nacer teníamos esperanzas de que se salvara. Parí, mi bebé lloró, pero pasito… solo me duró un día viva. A mi bebé la llamé Angie Josué. Angie porque ese fue el nombre que ya le habíamos escogido su papá y yo. Y Josué porque así le habíamos puesto a mi primer bebé que nació muerto”.

-¿Qué esperas ahora?
- “Encontrar acá en Barquisimeto la atención, la calidad humana, el profesionalismo médico que no conseguí en Acarigua, poder ser madre por fin; y que usted publique mi caso y eso sirva para que los doctores que lo lean, tomen conciencia y tomen su carrera con más cariño… ya que ellos tratan es con seres humanos”.

Me despido de ella, y de verdad no sé si es que las cosas están tan malas a nivel de la sensibilidad de la gente, o es que a ella le tocaron en suerte los peores de la profesión. No es posible que quien debería estar adivinando amaneceres en su vida, esté casi al final del camino sin que haya podido encontrar su realización, disfrutar de ese sitial donde se avizoran todas las sensaciones, tener esa llave mágica de la maternidad que abre sin temores el sitio del amor. Poder estar en ese mundo nuevo donde la risa de un niño hace vibrar todas las fibras...donde no hay sed, ni xerófilos, ni corrosión….donde hasta el manantial más pequeño sirve para crear el propio universo...donde la atracción es cautiva…y la vida, diminuta en tamaño pero inmensa en satisfacción. Hoy, con los sentidos dispersos, sembrados en el viento, en la cama, en los techos, en el recuerdo de sus dos hijos muertos...con esa doble amargura carcomiendo, increpando, haciendo figuras odiosas en el norte, la conciencia, la conducta…aguarda por la esperanza. Con el mismo miedo de tener que enfrentar a la muerte en una nueva maternidad… con un diario de los errores de otros, cebados justo en el sitio de su realización como mujer; espera a que en su vida también otra bata blanca y otro estetoscopio le devuelvan la sonrisa. Por éso, sentada sobre todo lo sufrido…junto a su marido confía en que, más temprano que tarde, habrá un final feliz para su hasta ahora dificultoso deseo de ser madre. Solamente éso….madre.

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