Estoy traumatizada con el sexo

(Publicado en El Informador el 28.05.08)

Estoy traumatizada
con el sexo

Lic. Víctor M. Barranco C.

Tiene 35 años. Unas ganas inmensas de compartir, de vivir, de casarse. Se ha enamorado, ha intimado casi hasta la entrega total, pero cuando llega allí no puede seguir. Tiene un problema serio, que no sabe cuál es, pero que lo vive en medio de frustraciones y grandes angustias. Esta traumada con la posibilidad de tener sexo. No sabe a qué se debe, pero tiene una gran vergüenza en comentarlo. En preguntar sobre eso. Sus amores no la han ayudado, al contrario, siente que de alguna manera han contribuido a que su pena sea cada vez mayor. No sabe si es enfermedad, complejo, o la respuesta a alguna de las humillaciones que recibió de sus novios por su conducta ante la intimidad. Por eso está sola, con esa tristeza que produce el despedirse de las cosas que ha soñado tener, y que sabe que son gratas y naturales. Del hambre del género, de esa pasión infinita que ha visto vivir y que en ella se interrumpe tantas veces, y ante la que tiene que callar en cada oportunidad. Impotente, con ese extraño olor a olvido, a pena, a ser incompleto que se cuela en su cuarto nada más apagar la luz, con ese ocre sabor en su verdad de mujer con tanto ayuno afectivo, sueña como los niños aquellos que no quieren ser grandes….nunca. Abandonada, y hasta humillada, por los que quiso, los que horadaron aún más su condición de mujer, su fé y hasta su amor, inventa muecas en el lugar aquél donde alguna vez habitó su sonrisa. Se siente mayor. Con el tren pasando. Y se pregunta por qué ella, a su edad, tiene un trauma en el sitio donde la naturaleza sembró las herramientas de la alegría, la maternidad, el placer de pareja, la realización personal, y hasta la culminación afectiva. Cada mañana, y siempre sin querer, ve acortarse los días, disminuirse las horas, marchitar sus veranos...regresar los inviernos. Manchar el sitio de sus sueños, sin haber nunca, podido empezar a soñar del todo. Le han herido las esperanzas, sobre todo, quienes estuvieron más cerca. Hoy, alejada de suntuosas verdades, viste el traje de la indiferencia, se construye caretas para justificar su soledad, y con lo que queda de pudor vuelve a tapar unos pies cansados, por ese camino recorrido en continua angustia, con todo cerca y ese miedo a vivirlo, a disfrutarlo como Dios manda, por ese temor, ese trauma, que le impide intimar con el sexo contrario, incluso con los que mucho ha amado, y han estado lo más cerca...y lo que es peor para ella, con la tarde cayendo y, esa certeza interior de que va a estar siempre sola, y virgen…como los sueños pequeños.

-Luce nerviosa. Cómo quien todavía no se decide. Hablo con ella, y trato de darle confianza. Cuando lo hace, me cuenta todo muy rápido, como si tuviera muchas ganas de drenar de una sola vez ese ardor que ha guardado tanto tiempo
- Para empezar quiero decir que esto que le voy a decir no se lo he contado a nadie. Pero en El Informador he visto su página de los miércoles desde el inicio de la misma y al leer otras experiencias me convencí de que si le cuento a alguien que haya tratado varios temas sobre el sexo, con respeto, profundidad y resguardo de la privacidad del entrevistado, entonces él quizás me pueda ayudar con un consejo acertado de cuál y por qué es mi problema. Aunque no lo parece soy muy hogareña y a pesar de que tengo 35 soy virgen, pero no porque nadie se me acerque, sino porque siempre tengo problemas con ese asunto.

-¿Te parece la virginidad la marca de la moralidad?
-No, no es por eso que soy virgen. Nada que ver. Soy lo suficientemente adulta como para entender que eso es solo una membrana, que o determina nada en la actualidad. Quizás en el pasado. Pero hoy por hay, nada que ver. Lo que me sucede es que cuando algún hombre, por muy enamorado de él que yo esté, avanza hacia ese estadio de la intimidad que es la relación sexual plena, me corto. Reacciono inadecuadamente. No lo puedo soportar. He estado cerca. Muy cerca diría yo. He hecho un esfuerzo. Y mire usted, he sentido placer…pero hasta ahí. Cuando estoy cerca de consumar, exploto y no puedo seguir. Reacciono incluso con miedo, con horror, como si me fuera a pasar algo muy malo. Incomodo a mi novio, y hasta allí llega todo.

- ¿Odias a los hombres?
- No, de ninguna manera. Tuve mi primer novio a los 15. Un amor infantil de agarraditas de manos y besitos en los labios, para luego no vernos una o dos semanas por miedo a no saber qué decir o cómo reaccionar; lo cierto es que salí después con otros muchachos de mi edad pero cuando llegué a tener 16 salí con un hombre de 25. Allí todo cambió. Pasé del noviecito, al novio de verdad. Fue cuando aprendí a besar pues él me enseñó. Con él era todo diferente a como hasta esa fecha había sido. Me sentía mujer grande, puesto que él ya se las sabía todas; salimos durante tres años, mis padres no querían saber nada de esa relación porque pensaban que me iba a distraer y que no iba a estudiar. Y mire que no fue así, porque actualmente soy graduada universitaria. Eso se acabó, sin que pasara a mayores. Mi avance más audaz en la relación fue poder hablar del tema sin tabú, algún toqueteo y una maestría en el beso.

- ¿El problema es la intimidad con ellos?
Es posible. Recuerdo la primera vez que me tocaron. Fue precisamente a los dos meses de salir con este muchacho: un día en mi casa me alzó la blusa y me tocó …me sentía tan avergonzada que me puse a llorar, dijo entonces que lo perdonara, que estaba muy apenado conmigo, que él no llevaba malas intenciones, que no quería irrespetarme, que se sentía sucio por lo que había hecho; luego, a partir de ese hecho y por un buen tiempo no lo volvió a hacer hasta que poco a poco fue de nuevo intentándolo y yo cediendo, hasta que después lo hacía y yo ya no me avergonzaba. Disfrutaba de sus besos. Un día la cosa fue a mayores y él seguramente pensó que había llegado el momento de tener relaciones, entonces quiso tener intimidad conmigo…forzó un poco la situación, sintiéndose seguro por mi respuesta de mujer a sus caricias.. pero que va, Licenciado me puse de nuevo a llorar y él, con mucha paciencia, me consolaba y no insistía… hasta otro día y así sucesivamente Jamás llegó a consumar conmigo una relación plena, a pesar que una vez llegó a desvestirme mientras me acariciaba, de inmediato yo empezaba a decirle que no, no y no por favor, porque me daba terror que me lastimara. Incluso, una vez, ya molesto me dijo “si tanto te preocupa ser virgen déjame decirte que si sigues así, te vas a morir virgen” y así ha sido hasta ahora; después de los tres años que salimos, me propuso casarnos pero como yo ingresé a la Universidad sentía que no debía hacerlo, que no lo quería lo suficiente para tomar la decisión de casarme…y lo dejé, creo que por su bien.

-¿Fue tu única experiencia?
Conocí otros chicos y empecé a salir con otros muchachos de mi edad, él por su parte se casó con una compañera mía del colegio, ahora tiene hijos pero siempre que puede me molesta. Se burla de mis miedos. Hace chistes con mis lloronas. Creo que sus chanzas sean tal vez la causa de que no pueda tener relaciones sexuales a pesar de que soy una persona superadulta. Tuve otra relación seria hace dos años con otro chico de 28, decía que me amaba, me tocaba, nos excitábamos besándonos pero tampoco pude tener relaciones sexuales a pesar de que me decía al oído que me deseaba y que soñaba hacerlo conmigo, incluso llegó a decirme “que me iba a tomar por la fuerza, y que después de esa primera vez, seguro que no tendría más miedo. Que lo iba a hacer despacio, con suavidad, tomándose el tiempo que hiciera falta.”, me sonrojé tanto que lo hice avergonzar. Decidí formalizar el compromiso, a ver si casándome y con todo el tiempo por delante, como él mismo decía, podía vencer mis fantasmas. Justo cuando nos íbamos a casar me enteré que una muchacha estaba embarazada de él aunque siempre me lo negó. Eso destruyó mi amor, mi esperanza, y diría que hasta la de él de quien sé estaba bien enamorado de mí y dispuesto a calarse mis temores. Un mes de terminar conmigo, tomó la cruel decisión de quitarse la vida.

-Eso ¿te traumatizó?
Quiero pensar y ya me convencí que en esa decisión no tuve nada que ver… aunque a veces pienso que si no hubiera sido tan tonta, y al menos hubiera intentado darle rienda suelta a las peticiones que me hacía, no se hubiera matado. Pero creo que todo ser humano es un mundo diferente y que si tomó una decisión tan terrible fue porque tenía tal vez algún problema demasiado grande que llegó a sofocarlo. Y no precisamente el mío. En todo caso, nunca lo averigüé…y él, a nadie se lo dijo.

-A partir de allí, ¿tuviste alguna otra experiencia?
Hace 7 meses conocí a un hombre de 44 años por medio de una amiga –a quien también conocí hace poco-. Después supe que salía con ella, incluso me enteré que vivían juntos, pero cuando nos conocimos no me dijeron nada de eso… hasta que me confesó que estaba enamorado de mí. Al principio rehusaba esta situación, pero después que se sincero conmigo acepté su invitación. Salimos y la pasábamos muy bien, me invitaba a almorzar a su departamento y en menos de 2 segundos ya quería intimar conmigo, era como un fanático de las relaciones sexuales. Me decía groserías y yo menos iba a tener relaciones con un hombre que no sentía nada y que sólo quería aprovechar el tiempo conmigo. Porque cuando terminamos me dijo que “cuando te mueras los gusanos van a vomitar porque vas a morir virgen”, me criticaba, se burlaba de mí, me decía que no sabía lo que me perdía, que el sexo era rico... Pensé que lo amaba y dije tal vez sea última oportunidad, estaba decidida a hacerlo: me propuso vivir juntos, tener un bebé. Yo le pedía tiempo, hasta que un día me dijo que ya estaba cansado de rogarme para tener relaciones conmigo y que yo jamás iba a aceptar acostarme con él, hasta que la última pelea fue muy dura: lo busqué con el pretexto de devolverle un texto y fui a su departamento y me dijo que las mujeres todas eran basura, le dí una cachetada muy fuerte, me golpeó también, cosa que jamás me había pasado, después me besó, me llevó a su dormitorio y vi su cama distendida pues había estado con otra, lloré, lo volví a pegar, me besó y dijo que me amaba y desde ese momento decidí no llamarlo ni buscarlo más. Se había burlado de mí. Pienso que son los dos o tres novios que he tenido quienes me han traumatizados con el sexo, o en todo caso, quienes han ayudado a agravar mi problema. Creo que no tengo salida. Que no voy a ser madre, ni esposa…ni siquiera amante. A veces me siento tan deprimida y sola pero quiero que alguien me diga qué es lo que pasa, por qué no puedo tener relaciones sexuales como una persona normal y disfrutar de esos momentos como cualquier otro ser humano; deseo casarme, enamorarme, tener niños, pero no sé si lo lograré con todo lo que acabo de contarle, espero que usted pueda ayudarme.

La despido. En su mundo de fantasmas muy particulares, es posible que los prejuicios tengan alguna carta jugada. Que los tabúes sobre el sexo, tan comunes en algunas familias, hayan dado al traste con su posibilidad de ser feliz. Que la ignorancia en la materia, o el pudor mal entendido de hablarlo en familia, haya construido paredes, muros infranqueables, para quien siente que el sexo es grato, placentero, pero hasta el límite fijado por esos resquemores. Por ello vuelve siempre, cada tarde, cada segundo con las manos desnudas, deshechas de tanto asir esperanzas, con ese hueco de miedo en el sitio que pudiera permitirle ser mujer completa, madre algún día y que ha marcado su ruta, su camino, su vida…y hasta su soledad ingratamente. Carga un trauma en la mente, en los principios, en el esperar grato de los primeros sueños. Por eso ya sin prisas, ignorante de su tiempo, víctima en el amor de los insultos, las traiciones y ese huracanar permanente con los mismos nubarrones, comienza a conformarse con lo que tiene. Con lo que definitivamente es, en medio de toda clase de preguntas. Alcanzada por el silencio, por las noches, por los mismos grillos que una y otra vez reavivaron su angustia frente a la intimidad…regresa, cada momento a la tierra, al barro, al sitio aquel donde alguien o algo, quizás ella misma…la hizo virgen para siempre.

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