Una operación debió salvarla

(Publicado en El Informador el 07.05.08)

Una operación que debió salvarla
…me la mató



Lic. Víctor M. Barranco C.

Una histerectomía. El consejo médico para una vida mejor, la referencia para un acto quirúrgico cotidiano y supuestamente sin riesgos en una mujer de 47 años en perfectas condiciones de salud, como lo demuestran los exámenes, el deseo de sus hijos de que estuviese en manos de quienes ellos suponían con mayor experticia lo que consecuenció su traslado desde El Tocuyo a un centro de salud privado en Barquisimeto…al final solo trajo la angustia, la presunta negligencia, el engaño, el abandono, la falta de explicación…y la muerte. La supuesta contaminación en la clínica: “se observaron Cocos Gram positivos aislados en pares y cadenas cortas. Bacilos Gram negativos abundantes. Hubo desarrollo de ENTEROBACTER SP”…le desarrolló un cuadro “compatible con sepsis de punto de partida abdominal” descubierto cuando fue internada en el Hospital del Seguro con una crisis de salud, además de “3000cc de material intestinal libre en cavidad, abundante fibrina, absceso interasas, interpiplón y pared, perforación a nivel de ileón. En pared abdominal se evidenció además gran hematoma que disecaba los músculos rectos (inferiores) con área de necrosis a nivel de tejidos subcutáneos a nivel de herida quirúrgica”. Un informe que, por lo menos permite hacer comparaciones y, sobre todo preguntas. Esas que nadie en la clínica contesta. Cobraron, varios millones…pero no explicaron, quizás –como dicen los deudos asesorados por algunos profesionales de la medicina- porque hay poco que explicar. La larva ancestral de cálidas ascendencias, había derramado su furia, o su descuido en la humanidad de aquellos, los condenados en las sombras de un cuarto frío cubierto de cerámicas…sin juicio previo, como culpables congénitos por una vida, que no llegó a vivirse totalmente. La natura espasmódica, modificada por la mano del hombre, susurró juicios leves, levantó voces, resonó en las tumbas y en los silencios. Sembró el miedo, el dolor en el valle inmenso del amor de sus hijos, ahora lleno de toda clase de pesadillas. La ausencia de respuestas, la gravedad de lo ocurrido, el informe médico del antes y del después, recubre la tierra que guarda la memoria de una mujer feliz quien hacía planes para el bautizo de su nieto…sin percatarse que, en el centro de salud andaba realenga una bacteria que, en opinión de sus deudos, y los informes especializados, la contaminó –a ella y a los suyos- con el color de la muerte.

- Se llama Yaneth. Me escribe, luego me visita en mis oficinas, y me hace receptor de su drama. Ese que seguramente los gremios van a desmentir, como lo han hecho antes, por esa solidaridad automática que viene aumentando el número de desconfiados…pero también el número de fallecidos. Le pido, que me cuente lo que le pasa.
- “Somos 4 hermanos, hijos de una mujer bonita, joven, maravillosa, y sobre todo muy alegre. Decidimos traer a mi mamá aquí a Barquisimeto porque queríamos que se tratara con médicos que suponíamos más actualizados, con mejores equipos, mejor dotados profesionalmente. En fin, como todo hijo, queríamos lo mejor para ella. Tenia que operarse. Debían hacerle una histerectomía. Nos recomendaron varias clínicas para ello. Buscamos presupuestos, indagamos condiciones, comparamos, y nos quedamos con la que supuestamente era la más limpia. Mi padrastro consiguió el dinero para pagar en la clínica. Le fijaron la fecha de la operación. Un día antes mi mamá se arregló su cabello, sus uñas… todo; y me dijo: bueno ya voy a salir de esto… menos mal. Nos fuimos, le mandamos a realizar todos los exámenes para ver si estaba apta para la operación y…estaba perfecta! El día de la operación, estábamos todos en la clínica con ella – era día martes - hasta que llegó la hora de ingresarla al pabellón. La operación duró como tres horas, las doctoras que intervinieron en ella, me dijeron que todo había salido muy bien. Me alegré mucho, y a todos le dije que mi mamá había salido muy bien de la operación.

- ¿Qué pasó después?
- “Llevaron a mi mamá a la habitación. Ella entonces, comenzó a sentir dolor. Le colocaban sus calmantes y así pasó todo el día. Creíamos que los dolores se debían a los gases o a la misma operación. Sin embargo, el siguiente día fue igual, calmante y calmante para el dolor. El jueves le dieron de alta y nos la llevamos para mi casa. Ese mismo día en la noche mi mamá no aguantaba ya el intenso dolor y pidió que la llevaran al hospital. Estábamos en El Tocuyo, allí le colocaron más calmantes y le pasó un poco el dolor. De nuevo se fue para la casa, y el viernes en la mañana se puso muy mal. Tanto era su dolor, que en el hospital de El Tocuyo no pudieron hacer nada y la remitieron para el Hospital del Seguro aquí en Barquisimeto. Ya estaba muy complicada. Estaba vomitando contenido intestinal, me dijeron los doctores; que por esa casualidad de la vida, eran los mismos médicos residentes que estaban en la clínica donde la habían operado y de donde salió tan mal. Le colocaron una manguerita por la nariz, y por allí empezó a drenar un agua negra. Me asusté, pero los médicos me dijeron que con eso se le calmaría el dolor. Decidieron entonces dejarla hospitalizada y llamar a la doctora que la había operado en la clínica… pero ella no apareció ese día. ”

- ¿Cuándo te enteraste de la gravedad de tu señora madre?
- “El siguiente día en la mañana era sábado y cuando pasaban la revista acostumbrada, una doctora me llamó y me dijo “su mamá está muy mal…la vamos a intervenir”. Me impresioné mucho cuando la vi de nuevo. La estaban preparando para una nueva operación. Le dije “mami te van a intervenir otra vez. No te preocupes, que vas a estar bien… tranquila, ¿si?”. Llamamos a la doctora que la operó la primera vez, y esta vez si apareció. Solo ella, la otra que intervino en la operación no la vi más desde aquella oportunidad. Antes de ingresarla de nuevo al pabellón del Seguro, las doctoras me llamaron y me dijeron que mi mamá estaba muy mal… que orara mucho, porque no sabían que podía pasar en la operación o después. Lo que supone que ellas estaban en conocimiento de lo que estaba aconteciendo. Me llené de miedo, estaba muy triste porque no me explicaba – ni nadie más lo hacía- qué era, en definitiva, lo que le pasaba a mi mamá. Qué me le habían hecho en la primera operación que se puso tan mal después. Pero al mismo tiempo me llené de valor para decirles a mis familiares que esperaban afuera, la mala noticia. Los llamé y les pedí que fuéramos todos a orar para que mamá se salvara,”

-¿Qué resultados hubo en esa segunda operación?
- “Pasaron como cinco o seis horas desde que la ingresaron. Transcurrido ese tiempo, salieron los doctores y dijeron “la señora se va a salvar”. Después de tanto llorar de tristeza y con ese miedo que me acechaba de perder a mamá, esa buena noticia en boca de los médicos, era como un bálsamo después de tanto sufrimiento, de tanta tensión, de tanta falta de explicación. Ahora lloraba y saltaba, pero de alegría. Le dábamos gracias a Dios, pues me había vuelto el alma al cuerpo. Nos dijeron: hoy no la pueden ver, mañana sí. Nos señalaron que le harían unas curas a su herida abierta. Nos fuimos a casa esa noche, más tranquilos. Con ella se quedaron mis dos hermanos. El domingo pasamos todo el día allá pendiente por si algo hacia falta,”

- ¿No la viste ese día?
- “Quería verla pero no sabia como la iba a conseguir, no estaba segura de aguantar verla así, entubada. Agarré un Cristo de madera de mi tía entre mis manos, y le pedí me diera valor. Caminé hasta la Unidad de Cuidados Intensivos donde la tenían; entré y allí estaba. Se me hizo un gran nudo en la garganta al verla. Estaba sedada. Comencé a hablarle, aunque la vi peor que nunca. Le dije “mami estás muy linda, te estás recuperando muy rápido. Mamita no te preocupes, la casa esta bien… todos están afuera esperando que te recuperes para volver a casa” coloqué mi mano en su frente y oré. Hoy, no sé si mi mamá me escucharía todo lo que le dije. Mientras la observaba y le hablaba, sus ojos estaban algo abiertos y opacos. Salí de allí. Fue tan fuerte ese momento!… demasiado fuerte”

- ¿Qué te decían los médicos?
- “Le pedí a la doctora que estaba allí que por favor me explicara lo que tenia mamá, ella fue muy clara conmigo y me explicó todo. Allí supe que mamá estaba muy delicada… que solo un milagro la salvaría. Yo tenía mucha fe, pues ella había soportado lo más fuerte que era la segunda operación. Salí de ahí, aunque no quería irme. Quería quedarme sentada a su lado. Estrechar su mano. Compartir su dolor. Sin embargo, me fui a caminar y a pensar. Tenia un miedo muy particular, una presión en mi pecho, pero no quería llorar… alguien me dijo que las lágrimas significaban debilidad, y yo quería ser fuerte. Necesitaba ser fuerte en ese momento. Llegó la noche, todos muy preocupados, asustados sería más exacto. No era para menos. Llegue a casa, me acosté con mucho miedo. A la 1:40 a.m. sonó mi celular, era mi tía comunicándome que mamá había muerto Yo estaba como sorda, ida. Se me había ido mi mamá, mi amiga, así éramos, y ahora tengo un dolor profundo… una tristeza que no cesa, su recuerdo y los momentos que vivimos juntas son los que me quedan, la extrañamos más cada día que pasa, en cada rincón de la casa la siento, y ahora solo la veo en sueños. Ni yo ni nadie se lo esperaba, estaba confiada en que –como me dijeron los médicos que después operarían a mamá- que la histerectomía es una oportunidad de vida para las mujeres... pero lamentablemente, para el caso de mi mamá no fue así”

- ¿De qué murió entonces?
- “Creo, según todo lo que hemos investigado, de una contaminación en la clínica donde le hicieron la primera operación. Ella entró a esa operación, perfecta…como usted mismo puede ver en los resultados de los exámenes previos cuya copia le estoy entregando. De allí salió con una bacteria, como dice el informe que también le entrego en este momento: “se observaron Cocos Gram positivos aislados en pares y cadenas cortas. Bacilos Gram negativos abundantes. Hubo desarrollo de ENTEROBACTER SP”… lo que consecuenció, entre otras cosas, como señala el informe respectivo, que también le anexo: “3000cc de material intestinal libre en cavidad, abundante fibrina, absceso interasas, interpiplón y pared, perforación a nivel de ileón. En pared abdominal se evidenció además gran hematoma que disecaba los músculos rectos (inferiores) con área de necrosis a nivel de tejidos subcutáneos a nivel de herida quirúrgica”. Y pensar, repito, que me aseguraron que la histerectomía es una oportunidad de vida para las mujeres. Estoy segura que mamá no quería morir… tal vez lo aceptó ya en el ultimo momento, pues estaba tranquila, serena…hasta un papelito me escribió pidiendo que oráramos por ella. Pero todo fue inútil. Se nos fue mi mami de solo 47 años tan llena de vida…no se imagina Licenciado, cuánto la extrañamos…”

Me entrega copia de todos los informes, como repitiendo la conseja bíblica de “quien tenga ojos, que vea”. Quien los lee, por lo menos sospecha que no le dijeron, y a lo mejor no lo hagan nunca…toda la verdad. Tendrá que arar en la indiferencia. Tendrá que atragantarse de esa solidaridad gremial, que exonera antes de investigar. Que ahogar su dolor, en esa excusa rayana en el chascarrillo de...hicimos todo lo posible. Pero nadie se sentirá obligado a dar explicaciones. Ni siquiera porque como cliente, en el más frío de los escenarios, tiene derecho –después de haber pagado millones- a ello. Por éso prosigue, despierta. Con esa sensación del sueño frustrado. Golpeada con la avasallante amenaza de tener que vivir su propia realidad, y descubrir que la esperanza prometida...simplemente no existía. Que la habían engañado. Que había sido víctima de quienes dibujaron destellos de luz, en medio de su larga noche, pero solo para calmarla temporalmente. De quienes le mostraron espejismos que, como fantasmas, se detuvieron en su mente…pero para burlarse de su dolor, dejando su ira enterrada en ese miedo de tener que andar despierta, siempre. Al final, solo una cosecha de moretones inunda su camino. Ese que, en mala hora ensució hasta el límite de la necrosis una vida joven, útil, alegre. Que deja en la orfandad, muchos amaneceres. Y un callejón embadurnado de mentiras, húmedo por las tantas lágrimas contenidas que, gracias a otros que debieron dar vida y solo convocaron la muerte, han hecho de su tristeza…una cotidiana costumbre.



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