Mi negocio

(Publicado el 05.12.07)

Mi negocio
no es un burdelito por teléfono

Por: Lic. Víctor M. Barranco C.


Tiene un negocio que a muchos eriza el cuerpo. Comercia con la dignidad según unos, y según otros, solo con el placer. Mercadea carne, pero de la libidinosa. De ésa por la que algunos son capaces de darlo todo. Maneja una serie de muchachas –todas universitarias y mayores de edad, afirma- a las cuales coloca a través de discotecas, restaurantes, avisos en los diarios, internet, fiestas, agencias de modelaje o de acompañantes…entre hombres con holgura económica y a la búsqueda del placer, o la compañía, en medio de las carencias que da el otoño….o la timidez. Vive de lo más triste del ser humano. De la compraventa de sexo, como paliativo a las necesidades económicas de unas, y a las necesidades afectivas o primitivas de otros. Hace rato perdió la vergüenza. Incluso el respeto a la relación hombre-mujer. Más allá de lo que pudiera significar una simple transacción comercial. Se anuncia en la prensa nacional, y tiene su centro de operaciones en Carabobo. Allí busca y ofrece mercancía sin recato, ni limitación. En los tiempos modernos, en esta materia, se han abierto los horizontes y ampliados los límites. Incluso las preferencias y las resistencias. Por ello no se inmuta. Su trabajo es público y muy bien remunerado. Tiene contacto con hoteles y taxistas para el desempeño de sus funciones. Afirma estar haciendo una labor social con y para adultos, quienes tienen libertad de escoger cómo, dónde, cuándo y con qué…se divierten. Usa un nombre supuesto y cambia los celulares regularmente. Se resiste a ser llamado chulo o proxeneta porque, según él, ni explota ni practica la trata de blancas. Se siente como un gran relacionista público que tiene un negocio a la luz de todos. Nada escondido. Todo público y publicitado. Sin excesos. Sin explotaciones indebidas, asegura. Llega a los sitios de esparcimiento con dos tipos de “chicas” las que estudian y son encargadas previamente, y las que él llama “espectaculares” que departen, y se ubican al mejor postor entre los potenciales clientes. Arregla la cita, el tiempo del disfrute, el sitio donde se encontrarán y cualquier exigencia adicional que, obviamente, deberá honrar el recargo correspondiente. Habla del sexo seguro, de la necesidad de quienes como él ayudan a otros a vencer ciertas barreras que les impide alcanzar la felicidad…y tiene respuestas aprendidas para cuando el señalamiento hacia lo que hace, lo coloca –o trata de colocar- en medio de ese mercado perverso y clandestino, donde se hacen millones de bolívares, decenas de esclavas, muchas lesiones físicas y psicológicas, y hasta se aprovechan carencias, para ejercer la profesión conocida como la más vieja del mundo; aunque el niegue reconocer que eso es lo que en el fondo, él hace. Lo ubico después de llamar a varios de los teléfonos a través de lo que se publicita, y después de muchas negativas, es de los pocos que accede a hablar conmigo.

- ¿Cómo comenzaste en el oficio que realizas?
- “Por accidente. Yo me la pasaba rodeado de modelos y mujeres muy lindas. Alguna vez alguien conocido me pidió si le podía “hacer una segunda” con una de mis amigas, y él me regalaba algo. Lo hice, y me dieron una cartera. Este se lo contó a alguien...y poco a poco fui complaciendo amigos, pero haciéndome exigente en el “regalo”. Mis amigas me hablaron de otras amigas dispuestas a tener un dinero adicional para estar a la moda con sus trapos y maquillajes, si yo les garantizaba seguridad y me encargaba del negocio. Una cosa llevó a la otra, y de la amistad pasé al negocio. Fui seleccionando “material de primera” y hoy tengo 22 chicas que prestan un servicio V.I.P. en lo que se ha convertido en un gran negocio para ellas, y en una actividad segura y productiva para mí”.

- ¿Sientes que explotas la miseria humana?
- “No, que va. Mis chicas todas son de clase media para arriba. No es por hambre que hacen lo que hacen. Unas por curiosidad, otras por diversión, algunas por tratar de conocer un hombre rico que se quede con ellas para siempre, y las más como un “rebusque” para darse ciertos caprichos y gustos que con lo que le dan sus padres, no podrían. No te imaginas, cómo están de caras las cremas, los perfumes, las extensiones, las depilaciones...y qué decir de los gimnasios, las cirugías y las liposucciones… m´ijto!. Además, no tengo contratos con ninguna de ellas, la que quiera irse se va, y punto. Es más, casi todas las que están en el negocio, es porque me han buscado para entrar en él. Se relacionan bien, deciden si quieren ir más lejos o no con su acompañante, como en cualquier relación de pareja...y son ellas las que a fin y al cabo, ponen los límites. No manejo una red de prostitución. Solo un negocio de citas y damas de compañía para adultos, que además, como muchos otros se publicita a través de los medios de comunicación social...más público que éso, nada mi amigo”.

- ¿Cómo relacionas tus chicas?
- “Bueno hay varias modalidades. Una por recomendación de quienes han “usado el servicio”, otras, por un catálogo que tengo y que a personas recomendadas o que me den nota cuando hablan conmigo, les muestro. Y las menos, porque consiguieron mi teléfono y me llaman. Soy muy exigente con lo de los clientes, no acepto aberraciones, ni hotelitos, apartamentos o clubes de tercera. Es un nuevo concepto para establecer relaciones placenteras. No es un burdelito por teléfono…no que va!!!. Es una manera de relacionarse e intimar con ayuda, para aquellos que no pueden o no quieren hacerlo solos. Mis chicas son como mis hijas, y como tal las cuido”.

- ¿No sientes entonces que prostituyes a tus hijas?
- “Ay pana, se te salió el ácido que usabas en la televisión....no es así literalmente como debes interpretarlo, es metafórico. No me agredas porque suspendo la entrevista. Las cosas son como te las digo…y hasta ahí”.

- ¿Qué porcentaje es para ti, y cuánto para tus chicas?
- “Secreto profesional. Eso es secreto profesional. Lo suficiente para que todos nos sintamos satisfechos. Te puedo decir que lo mejor del mercado…para ellas y para mí”

- ¿No te has enamorado de alguna de ellas? ¿Has tenido sexo con alguna? ¿Hay alguna especial?
- “Para, para, una por una por favor. No me he enamorado de ninguna porque soy homosexual, aunque no te hayas dado cuenta a estas alturas de la conversación de ello...mucho menos sexo. Yo tengo una pareja estable que es abogado, y que no se mete para nada en esto. Y si…hay alguna especial, pero por otras razones. El trabajo y el amor no congenian ni en ésta, ni en ninguna otra actividad productiva.”.

- ¿Y esa pareja tuya abogado, no te ha dicho que de acuerdo a nuestras leyes, estás jugando con candela… que pudieras estar al límite de ellas?
- “Lo hemos hablado muchas veces, y cierto algunas cosas le preocupan. Sin embargo hemos visto la actividad desplegada en todo el país, recogida por los diversos medios, y aceptada por todos como una actividad social para adultos, absolutamente lícita y sana. Donde no caben los excesos, y donde es posible una relación de pareja como cada bien lo desea. Yo te diría que es una decisión adulta de quien lo hace o de quién deja de hacerlo. Es, además, electiva”

- ¿Gestionas encuentros homosexuales?
- “Hasta el momento, no. Aunque no tendría problemas con ello. Ese es un tema que sigue siendo tabú en nuestra sociedad. Son pocos los homosexuales como yo, o como el que entrevistaste en tu sección hace algunas semanas, que decidimos salir del closet y asumir nuestra sexualidad sin penas ni vergüenzas indebidas. En esta materia tenemos gran atraso en el país. Mientras en todo el mundo comienzan a reconocerse, incluso legalmente, uniones del mismo sexo...aquí seguimos condenando esto como una atrocidad. Sin siquiera detenerse a pensar la cantidad de homosexuales que hay, y que gracias a esa posición retrógrada viven un mundo de mentiras y traumas innecesarios. Creo que la religión es gran culpable de ello, a pesar que los más grande escándalos de homosexualismo se han dado en su seno. Por eso accedí a hablar contigo. Por el respeto que tuviste en tu entrevista. Por la seguridad de que no me ibas a maltratar”

- ¿Sabe tu familia lo que haces? ¿Te lo aprueba?
- “Nooo. Ni lo sabe, ni tiene porque saberlo. Yo tengo una agencia de modelaje, y es lo que piensan que hago. Allí tengo modelos solo para eso, para modelar, y otras para el negocio del amor, de la compañía grata, como yo lo llamo. Porque además cumplimos una labor social y de humanidad. Son muchos los que realizan su sueño de poseer una mujer hermosa a través de mi negocio. Soy un repartidor de fantasías. Un mensajero de la alegría. Si no fuera por lo que hago, muchos no habrían podido tener una mujer joven y hermosa entre sus brazos...y muchas de nuestras chicas no hubieran podido pagar una universidad privada para tener una profesión y hacer otra vida. Hay más de una profesional exitosa, de esas que sale todos los días en los periódicos que llegó allí, gracias a mí.”

- ¿No has tenido problemas con la policía?
- “No. Te repito, mi negocio no es un burdel, es una agencia de amistad y de amor. Una oportunidad para vivir, para sexuar, para satisfacer a dos partes con necesidades distintas pero que pueden complacerlas o satisfacerlas encontrándose...no es un delito amar, ni dar retribución económica, afectiva o material a quien nos regala su amor o su cuerpo. No puede ser delito proporcionar placer. Es como darle a la esposa o a la novia una flor, o una prenda después de hacer el amor...lo que pasa que eso en los novios, amantes o esposos es una exquisitez, pero en los otros, en los que no tienen una relación formal ni la quieren en uso de su libertad, es solo una aberración a la luz de los convencionalismos sociales...pero en el fondo, es la misma cosa”.

Reviso el catálogo, y son muchas las estudiantes universitarias o las profesionales que asoman sus encantos en el mostrario que porta. Un celestinaje de alto cuño donde no es la carencia, ni la marginalidad, ni el hambre quien obliga al oficio más antiguo del mundo…o a algo parecido, según él. Es el lucro o el desenfado, la curiosidad o la libertad, la praxis o la irreverencia, el dinero o solo el placer, marcando caminos en una concepción de vida donde la forma no cambia el fondo, ni resuelve el problema de los estereotipos sociales a la hora de los juzgamientos. El sexo como objeto de mercado, sofisticado en los métodos, protestatario en su expresión, libre en sus compromisos. Donde al día siguiente solo hay un teléfono, y la satisfacción personal de cada quien...la metálica por una parte, y la de ese tiempo de reverdecer para otros, aunque sea sabiendo que la autoestima no tiene capacidad monetaria de satisfacción, sobre todo en el sitio de la virilidad, a menos que éstas sea concebida únicamente como instinto primario básico, más allá de la capacidad de convencimiento que justifica la razón, y hasta la satisfacción de la conquista...no importa cuánto dure ésta. Un gestor de los afectos, que en criollo tiene un nombre desagradable, justificando –a lo mejor con razón desde su punto de vista- el más triste de los estadios para un ser humano...tener que pagar para que lo quieran.

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