Vivo como me da la gana

(Publicado el 17.10.07)

Vivo
como me da la gana

Lic. Víctor M. Barranco C.

En su aliento seco, desvalido, perdido en su andar rápido y sin pausas por la angustia detrás de un sueño escribe historias propias de finales impredecibles...allí, donde los pájaros escriben su canto diario; donde las hojas toman su color, las flores su textura….la mañana era la excusa a tanto insomnio sufrido. Sentada en el aposento de su lucha, en el desconocimiento de sus derechos por otros, su figura arrancada a un almanaque cualquiera es el ejemplo de una vida llevada a cuestas durante 26 años, casi por accidente. En el trajinar de su mayor angustia, pecado diría ella, vio unas manos pequeñas, que si bien esculpidas en su dolor de diario, justificaron el desafío, la irreverencia, la adversa opinión de los demás. Ser madre soltera iba a ser desde ese momento una marca, una identificación, una provocación al sexo opuesto, además de muchas culpas que cargar...siempre. El, que le había prometido cuidarla, protegerla, después de hacer del sexo una consecuencia placentera, le llevó un frasco de pastillas para que interrumpiera el embarazo. Un medicamento que, según él, le devolvería la tranquilidad, y no avergonzaría a sus padres...mucho menos, le enfrentaría a ellos. La realidad descrita por él, masacraba la voluntad de hacer futuros en su accidental y accidentada incursión por construir una vida nueva, en medio del riesgo de muchos señalamientos. No quiso abortar. Cerró los ojos, y construyó una coraza para soportar las arremetidas que, aún hoy, cinco años después padece...y emprendió un nuevo sueño, con esa cicatriz que duele para siempre. Triste, sorprendida por todo aquello de lo que muchos fueron capaces para marchitar sus vivencias. Sola, abandonada por todos menos por el miedo, con esa angustia propia de los que en corto tiempo viven mucho y bastante, avanzó hacia la maternidad…con la ayuda, aunque no la comprensión de la familia, con la renuncia de los amigos, con la despedida de la juventud festiva y despreocupada, con un ropaje nuevo, sin pareja, a compartir su cuarto, su cama, su vida, lo que no tenía…con ese hijo que, sin nacer, justificaba cada obstáculo confrontado. Descubrió una senda, un camino, una ruta, una posibilidad nueva…lo hermoso del verano después de tanto pantano... Aprendiendo de su niño pequeño, de los mensajes infinitos descubiertos a través de la palabra escasa y de los libres sueños. De ese jugar inocente que justificó todos los huracanes y todas las tormentas. Era un comenzar de nuevo. Un luchar por ella misma. Así ha recorrido una nueva luz, una encrucijada de proyectos, ajenos, extraños….pero que le han transmitido una nueva proximidad a las ilusiones, un nuevo apretón con la esperanza. Hoy, entierra en todos los amaneceres su fe en el miedo aquél de diario, cuando al ver una mañana cerca…no llega a saber si, por fin, le pertenece.

- ¿Por qué me escribiste?
-“Le escribí cuando leí la entrevista que le hizo a una mujer joven como yo, que al salir embarazada afirmaba que no tenía otro camino que abortar. Yo, salí embarazada, fui abandonada por el padre de mi hijo quien se desentendió de todo, recibí la incomprensión de mis padres –aunque no puedo negar que su ayuda- y en medio de desprecios insultos, vejaciones, renuncias, carencias, tuve a mi hijo y hoy es mi mayor felicidad”.

- ¿No serán casos diferentes?
- “Es posible que algunos detalles, pero creo que las dificultades sociales y familiares siempre son las mismas en estos casos. Desde pequeña según mis padres fui una malcriada… a lo mejor aun lo soy, estoy tratando de lidiar con eso. Fui creciendo y tenía lo que mis padres me podían dar; aunque no recuerdo bien mi infancia hay cosas que poco a poco voy descubriendo. Evoco mi adolescencia y recuerdo haber vivido la vida que quería, siempre fui rebelde pero eran las circunstancias las que me hacían así, no quiero culpar a nadie, la verdad no se aún en quien recae esa culpa, solo sé que esa vida no la cambio por ninguna, mi adolescencia era disfrutar, viajes, diversión full, la bebida y el cigarrillo (aunque ahora lo dejé) todo era para mí lo mejor. Tenía mucha libertad, mucha independencia. Me permití conocer cosas que muchas a mi edad ni siquiera sospechan. Comencé a trabajar, sin necesidad de hacerlo, a los 14 años sin el consentimiento de mis padres; la necesidad de independencia me llevó a ello, y allí comenzaron los problemas con mi familia…ellos no entendieron, como muchos padres, que hay un momento para “el destete”, para la transferencia de responsabilidades, para el reconocer el paso de los hijos a la adultez. Muchos padres caen en la sobreprotección, y no dejan desarrollar a sus hijos, lo que trae consigo el rebelarse, el hacer cosas escondidas, y por supuesto...el equivocarse. Sin embargo, nunca me decaí por eso, siempre he sido fuerte, aunque no le niego que es muy, pero muy difícil batallar contra tu familia”.

- ¿Siempre tuviste problemas con tus padres?
- “Casi siempre, porque eran demasiado estrictos. Incluso, los soñados 15 yo no los disfruté como yo creo debía, ese día estaba con mis amigos cuando me mandó a buscar mi padre porque era un poco estricto y me empichacó la celebración. Eso me dio mucha rabia…el no poder disfrutar como quería, por eso la rebeldía, porque no estaba haciendo nada malo, estaba en una casa frente al edificio donde vivo, y solo quería compartir sanamente con mis amigos que me estaban haciendo una fiesta; pero ellos como nunca entendieron que lo que yo necesitaba de ellos como padres era confianza, comunicación, respeto, y sobre todo amor… y nunca me lo dieron. Solo reprimendas. Uno a veces se pregunta, porqué los padres no oyen a los hijos, por qué no le dan una oportunidad de explicarse, por qué no ceden un poquito, por qué no intentan comprendernos, en vez de imponernos a rajatabla su autoridad??? Pero qué va, nada de éso Licenciado; por ello siempre he tenido la espinita en mi corazón de que los demás son mejores para mis padres que yo, y aunque el recuerdo trato de borrarlo, hay algo muy dentro de mí que no me deja, no sé, de verdad si esto que yo siento, pueda llamarse rencor”

-¿Cómo fué tu paso a la adultez?
- “A mis 18 comienzo a saber lo que es ser mujer realmente, pero con la ilusión destruida de cómo me tocó esa primera vez… de lo traumático que fue para mí el pasar de niña a mujer. Fue casi una violación Licenciado, él creyó que no. Que éso era lo natural. No detenerse ante mi dolor, ni ante mi sangramiento y satisfacer solo su instinto por encima de mi bienestar… pero lo más difícil fue oír ante mi dolor y mi llanto…”eso me pasa por estar con una carajita”. Eso me marcó, a tal punto que es muy difícil encontrar placer en mis relaciones. Mi vida sexual se convirtió en un caos gracias a aquel día, aunque poco a poco he comenzado a tener confianza en mí misma”.

- ¿Fue allí cuándo quedaste embarazada?
“No, más tarde a mis 20 años. Y déjeme decirle que no me arrepiento de aquella noche… solo de con quien fue, un animal que al final como respuesta a su placer y a mi embarazo, solo atinó a decir que no me preocupara porque él se inyectaba para esterilizarse. Cuando lo llamé para decirle de “nuestro” embarazo solo me sugiere que aborte, que él ni quiere, ni debe hacerse cargo. Que nos evitáramos problemas, que éramos muy jóvenes”

-¿Qué le respondiste a su proposición?
“Que yo si iba luchar, con él o sin él. Lo dejé a un lado y parí a mi precioso bebé sola; cuando él nació yo tenía 21 años y me sentí feliz de poder construir un futuro para él, por encima de conveniencias sociales y de la irresponsabilidad de quien lo engendró...no sabe cuánto disfruté cuando lo tuve por primera vez entre mis brazos”.

-¿Conoció él a su hijo?
- “Sí, apareció después y gracias a la ley le pasa cien mil bolívares mensuales a mi hijo para sus gastos, aunque creo que debería de darle más”

- ¿Cómo está tu hijo?
- “Hoy en día tiene 4 añitos y es lo más preciado que tengo en la vida, gracias a él sigo adelante, sé que hay amores diferentes, también se que el amor de madre a veces es egoísta... pero es que lo hombres se van. Tus hijos según como los críes, van a estar siempre ahí. Cuando lleguen las dificultades…el día de tu muerte. Sé que no todos somos iguales, pero así mis padres me traten mal y yo a ellos –y éso es algo que quiero cambiar en mi vida- se que podemos contar el uno con el otro. He cometido muchos pecados, muchos errores, ojala Dios me perdone pues no he querido hacerlo por mala porque sé que no lo soy, y las personas que me rodean lo saben también. Lo he hecho por hacerme un lugar en la vida. Por ser la dueña de mis actos. La única responsable de sus consecuencias. Por reparar las injusticias de que fuera objeto. Por demostrarle a mis padres que más se consigue con el amor, que con el castigo”.

- ¿Cómo te encuentras ahora?
-“Ahora a mis 26 años cuando he pasado por muchas cosas malas y buenas, desde relaciones de parejas caóticas a ilusiones bonitas, desde amistades que creía que eran incondicionales, realmente auténticas y sin embargo, en la primera dificultad, me lanzaron a un hoyo del que gracias a Dios pude salir… que fueron frías como la nieve cuando necesité de su calor, de su apoyo, de su compañía…a este pasar hoy a amistades que realmente valen la pena, quienes me han acompañado en el tránsito de una vida desordenada a una que poco a poco voy construyendo para bien, segura que aún me queda mucho por vivir, disfrutar con libertad, sin miedo a nada. Sin importar el que dirán, porque a mí nadie me da lo que necesito, soy yo la que se esfuerza por conseguir lo que tengo, mi vida es mi vida y la vivo como me da la gana, tengo un lema “como vamos viendo vamos yendo” nunca me dejo derrotar por nada y si algo no es simplemente lo desecho, porque algo que no sirve se bota y sigues adelante en la vida hasta alcanzar la felicidad soñada, duélale a quien le duela”

Toda una mezcla de irreverencias, frustraciones, obstáculos, logros y resentimientos, en solo dos décadas y media de vida. Un catálogo de lo que muchos hijos son, solo porque –en su apreciación- sus padres no llenaron sus expectativas. Débil, en su pretendida fortaleza, punza en su mudez nocturna el sitio de la vida donde nunca amanece. Como quien sonríe cada tarde, pero solo para espantar los fantasmas que le acosan. Como quien trata de dibujar manantiales, y le salen charcos de dificultosa aceptación. Triste, como quien desea cambiarlo todo, y sin embargo despierta cada día descubriendo que está viviendo de nuevo el mismo paisaje. No olvida aquella rigidez paterna, aquellas enseñanzas aldeanas de castigos y ensañamientos. Solo para descubrir que en su rebeldía, hay mucho del amargo secreto de los logros pequeños. Así, vive. Como haciendo de cada día un escenario distinto para su molde de huesos. Empinada hacia adelante, esta vez en la compañía de su hijo, pero con un vacío muy adentro que mancha papeles y arruga sonrisas, que sigue en marcha lenta reventando la espuma sembrándola de cementerios. Un catálogo de colores necios, que afincados en su nuevo ropaje, y convertidos en palabra altiva le acompañan en su desafío de la mano de nadie…tan solo, de la mano de su hijo, y del ruido infatigable del viento.




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