Yo solo quería ser modelo

(Publicado en El Informador el 04-06-08)

Yo, solo quería ser modelo


Lic. Víctor M. Barranco C.

Nunca tuvo un padre en el verdadero y literal sentido de la palabra. El que le tocó en suerte, o en mala suerte –diría ella- hizo de su infancia algo menos que una tortura permanente. Fueron más los insultos y los regaños, que el amor, el mimo o los abrazos. Tuvo que estudiar educación, porque era la única carrera que él iba a financiarle. En su casa nunca pudo opinar, o tener algún derecho. Papá lo copaba todo, por las buenas o por las malas. Hace ya un par de años que no lo ve. Se le ocurrió criticarle su vida libertina. El irrespeto a su madre. Reclamarle su actitud frente a las mujeres. Tuvo tres novios, los tres la dejaron por otra mujer. Trabajó en eventos especiales. En fiestas. Como asistente de protocolo, también como mesera. Sin embargo, siempre quiso ser modelo. Un aviso en un diario, convocando para un casting, la animó. Fue al centro comercial en la Avenida Vargas donde fue citada para la entrevista, y allí se consiguió al flamante promotor de modelos, quien le aseguró ser productor de novelas, ejecutivo de TV y pare de contar. Le creyó. El hombre la entusiasmó y quedaron en hacerle unas fotos para el portafolio requerido. Soñaba ella entonces, mientras el tipo le hablaba. No sabe qué cosa le echó a la bebida, que la dejó de pronto abobada, sin defensas, sin respuestas. La montó en su carro y la llevó a un hotel vía El Ujano. Allí la violó. Y ella, quien no perdió el conocimiento, ni la razón, solo las fuerzas, el dominio de sí misma… no pudo evitarlo. Quería gritar, rebelarse, pero físicamente no podía. Cuando todo terminó y recuperó el dominio de sí misma, poco había que hacer. EL se burló de ella y le propuso prostituirse. Cosa que se dio más tarde, aunque no con él. Se le habían apagado las luces, cerradas las puertas. Desde ese día perdió el camino, y la sonrisa fue solo una marca en el silencio. La trágica invitación a un viaje sin término, ni llegada en el tiempo. En su andar despacio por aceras y vivencias, sus huellas desnudas de caminares marchitos regresaban siempre al mismo sitio, sin finales ni comienzos. En la antesala del arrepentimiento, como quien espera una nueva prueba, una nueva oportunidad, adivina en sus pausas la posibilidad de un mañana que aunque distante en el tiempo, le llegue algún día para apaciguar la tormenta que habita en sus sueños. En ese ejercicio donde hasta hace apenas semanas mercadeaba su cuerpo, recién conoció el cariño, la esperanza…a lo mejor el amor. Si no, algo muy parecido. Fueron unas semanas donde volvió a ser atendida, querida, respetada, mimada…pero que, como las cosas buenas, le duró bien poco. Por ello, en la noche, siguen sonando sus sirenas. Oyendo los mismos gritos. Pero imaginando con fe el día en que la caída de los remiendos, le permita cambiar en algún momento…su descolorida y mortificante ropa vieja.


-Luego de escribirme, llega a mi oficina. Menuda, dulce, con un brillo peculiar en sus ojos. La saludo, y en medio de sus reservas, decide contarme su tragedia…la de muchas muchachas que, pensando triunfar en el medio de la farándula, son engañadas y manipuladas
- Quiero contarle Licenciado lo que me pasó…lo que me pasa, a ver si leyendo mi historia, muchas muchachas como yo, pueden evitar lo que me ha tocado vivir. Lo que he padecido. Este camino tan triste, que ojalá nadie más se vea obligado a transitar.

- Cuéntame le digo…
- Soy una muchacha normal, nacida en un hogar donde nunca tuve un padre que se ocupara de mí. Solo insultos y regaños. Estudié Educación, por complacerlo. Porque me dijo que me pagaría una carrera solo si él la escogía. Solo si yo estudiaba lo que a él se le antojara. Solo si anulaba mis deseos, mis sueños, mi libertad de decidir y escoger.

- ¿Tienes hoy alguna relación con él?
- No. Hace ya más de dos años que no me habla, que no me ayuda, que no quiere saber de mí. Solo Licenciado, porque se me ocurrió reclamarle su actitud frente a las mujeres…más vale que no.

- ¿Tienes alguna animadversión contra los hombres por eso, algún resentimiento?
- No, nada que ver. Conocí el amor a los 16 años. EL tenía 20. Fue lindo. Tengo los mejores recuerdos de esa experiencia. Luego de eso he tenido dos novios solamente, uno, cuando tenía 21 años…y otro, hace apenas meses, a los 22. Todos me dejaron por otra mujer. El último novio se desapareció, justo el 14 de febrero pasado. Supe que tenía una novia embarazada. Sin embargo, después me buscó, me ofreció seguir conmigo. Le dije que cómo me iba a plantear eso, cuando yo sabía que tenía una novia, que además estaba embarazada. Se molestó tanto, que su reacción fue demasiado violenta. Me gritó, me ofendió y me golpeó en la cara.

- ¿Trabajaste, estudiaste, cómo se desarrolló tu vida?
- Si. Trabajé en eventos especiales. En organización de fiestas. Fui mesera en fiestas de lujo donde requerían educación, modales, además de buena presencia. Pero fui humillada y vejada por los dueños de la agencia, ubicada en una conocida torre en el centro de la ciudad. No sabe usted Licenciado cómo tratan de mal a quienes servimos en esa agencia. Cómo nos maltratan. Cómo quieren usarnos. Sobre todo si somos mujeres, y además jóvenes. Yo quería relacionarme bien, a ver si conseguía mi sueño y estaba haciendo un esfuerzo sano…yo, solo quería ser modelo.

- Y ¿lo conseguiste?
- Qué va, permítame y le cuento… Leí un aviso de esos que aparecen en los diarios y que para hacer un casting. Requerían muchachas para ser modelos. Me citaron a un centro comercial de la Avenida Vargas. Allí un hombre con facilidad de palabra, me ofreció hacer de modelo, novelas, catálogos…la oportunidad de ganarme seis millones de bolívares viejos...imagínese, seis millones de bolívares en medio de mil necesidades. El sueño hecho realidad, y además dinero a montones! . Solo me pidió como requisito, acompañarlo a su estudio a hacerme unas fotos. Las primeras pruebas. La valoración en vestuario, formas, etc. Pero no fue así. El muy pervertido, no sé que echó en mi bebida… seguro que algo raro me dio, porque a los minutos perdí el control de mi misma y me violentó sexualmente. Me obligó a intimar con él. Lo veía hacer y no podía evitarlo. Era como una modorra. Como un sueño espeso, donde me habían anulado la voluntad y hasta la capacidad de reacción. Al mucho rato que me recuperé, me percaté de lo que me había pasado Le reclamé el engaño, la acción fuera de mí, molesta, indignada y él solo se reía, tratando de calmarme y proponiéndome prostituirme ya que podía chantajearme al respecto. Me alejé de él…pero me cambió la vida.

- ¿En qué forma?
- Ya no fui la misma. Me sentía sucia. Manchada. Usada. Sin regreso posible a lo que era. A lo que hasta ese momento había sido. Allí empecé a rodar cuesta abajo.

-¿Cómo paraste, dónde te detuviste?
- No, no paré...al contrario, me hundí más. Conocí a una muchacha en el mismo centro comercial una noche, y quien me invito a atender a clientes suyos, empresarios adinerados, turistas exigentes, profesionales exitosos, que venían de viaje a Barquisimeto y requerían de una anfitriona…de una dama de compañía. Me ofrecían doscientos mil bolívares por hora, y un millón doscientos mil la noche. Primero mitad para ella y mitad para mí, y luego sesenta por ciento para mí y cuarenta por ciento para ella. Muchos millones al mes. No usaríamos nuestro nombre, usaríamos un nombre artístico. El mío, Lorelys. Ella muy hábil, yo desorientada…cuando me di cuenta, quien sería el primer cliente estaba sentado hablando con nosotros en la misma mesa, y fijando las condiciones del negocio que, como precaución, incluía en el precio transporte…y preservativo.

- Cuéntame, ¿cómo fue esa primera vez de sexo por dinero? ¿qué sentiste? ¿qué pasó?
- Nos fuimos a un hotel en la misma Avenida Vargas. Antes me había invitado a comer. El, un hombre mayor, fundamentalmente lo que quería era que le hiciera cariño. Que lo escuchara. No pedía nada particular. De lo más normal, porque yo no me hubiera atrevido a hacer algo distinto a lo convencional. Me dijo, desvístete que vamos a hacerlo. Dos horas, dos veces. Fue horrible. A pesar que no hubo nada aberrado, fue horrible. Es más nunca acepté sodomías o felaciones…aunque siempre me las propusieron. Una vez unos esposos hasta un trío me pidieron hacer. Esa primera, y todas las demás veces fue horrible. Yo deseosa de que se le acabara el tiempo que se me hacía interminable...y él, deseando aprovechar lo que había pagado, el mayor número de veces posible. Yo, pendiente del reloj, y él de satisfacerse muchas veces.

- ¿Sentiste algo?
- Nada. Absolutamente nada. Nunca llegué al climax. Solo cumplí con lo que era mi trabajo.

- ¿Por qué lo hiciste?
- Al final, creo que por necesidad. Por dinero. Por una confusión enorme que me dejó la violación.

- ¿Habías tenido sexo antes?
- Sí, con mi primer y tercer novio…pero en aquella oportunidad fue lindo. Lo sentí, lo viví…lo recuerdo. Dos situaciones totalmente distintas.

- ¿Cómo se hacían las citas?
- La muchacha que sirve de intermediaria es quien las hace. Es más, no nos permite que les demos nuestros celulares a los clientes. Ella incluye todo en el contrato...hotel, transporte y preservativo.

- ¿Acuden a alguna casa?
- Nada que ver. Todo es por teléfono, y con nombres artísticos. No sé dónde vive la muchacha. Solo su teléfono. Nos vemos siempre en un centro comercial y de allí salimos.

- Siempre a hoteles a tiempo convenido?
- No, muchas veces a los hoteles más lujosos de la ciudad. Lo que pasa es que ella se reservaba los mejores clientes para ella. Y ella además, tiene su propio carro.

- ¿Cuántos clientes al día pueden obligarlas a atender?
- A algunas de las muchachas hasta cuatro y cinco… aunque muchos de ellos pagan por la noche completa.

- ¿Cuánto tiempo tienes en eso?
- Muy poco, apenas duré unas pocas semanas. Me sucedió algo que me hizo parar. Entre los clientes conocí a un hombre distinto. Que requería amor, atención, compañía. Le di mi teléfono a escondidas, e iniciamos una relación distinta. Me presentó a su familia. A sus hermanas. Me llevó a la playa. Pasé unos días en si casa. Me trató como una dama. Pero un día, no me contestó más las llamadas. Y en su casa, nadie responde. No quise insistir…total.

- ¿Eso fue hace cuánto tiempo?
- Apenas semanas

- ¿Se enamoró de ti?
- No creo. A los hombres solo les interesa el sexo. Quizás necesitaba compañía, cariño, y yo se lo di. Me dijo que él me iba a sacar de la vida que llevaba…pero como ve, nada más pasó.

- ¿Lo extrañas?
- No. He pasado la página, pero me ha servido para dejar atrás, esa vida que llevaba.

- ¿Cómo te sientes ahora...?
- Me obligo a olvidar. Trató simplemente de no acordarme de lo que pasó. Estoy rehaciendo mi vida. Vivo en una habitación, con lo que me ayuda mi hermana. Pues papá no me da nada a mí…de lo que a ella le dan, lo comparte conmigo.

- ¿No sabes si has contraído alguna enfermedad?
- Seguro que no. Primero porque estoy en control con un ginecólogo. Y segundo, porque siempre usé protección

- ¿Eres feliz?
- Como todo el mundo, solo por ratos.

- ¿Qué ves cuando te miras en el espejo?
- No sé. Aunque trato de no pensar, me siento sucia.

- ¿No temes haber quedado registrada en alguno de esos hoteles, sobre todo los de lujo?
- No. Nunca me pidieron nada. Ni siquiera la cédula.

- ¿Lo volverías a hacer?
- No creo…a menos que tenga demasiada necesidad.

- ¿Algún deseo?
- Regresar a vivir con mi mamá y mi hermana.

Un deseo, trastocado en tragedia de vida. Una ilusión, convertida en horror por quienes se aprovechan del sueño de muchas jóvenes. Ella, por lo pronto, con el sentimiento confuso, con la dureza del paso final, sin estruendos, con el ruido sordo de la partida del afecto, espera. Entre vientos y tempestades, decepcionada, descubre náuseas y colores en la profesión más antigua del mundo, ejercida como consecuencia de una violación y una necesidad de sobrevivir en medio de una gran soledad, cuando lo que más desea es abandonar el camino asumido por accidente, borrar las huellas...acordarse solo de los momentos de bondad que vivirá, cuando logre una desinteresada compañía. Abandonada, recoge sus sonrisas y alista el equipaje para el nuevo paréntesis que anuncian los vientos. Solo desea olvidar. Pasar la página. Reencontrarse con los seres queridos, para ver si puede empezar de nuevo. Tratando que sus heridas en algún momento dejen de sangrar. Aunque muy consciente que, por el resto de su vida, le acompañarán siempre las cicatrices. Esas que en algún momento dejarán de doler….pero que siempre le recordarán, lo que alguna vez fue una etapa de su vida.



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