La navidad no es para todos

(Publicado el 12.12.07)

La Navidad
no es para Todos

Lic. Víctor M. Barranco C.

Ve las luces, y sin embargo siente que para él continúa la oscuridad. Oye las gaitas, y de vez en cuando un traqui traqui le recuerda el otro lado de lo que él nunca va a disfrutar…entonces vuelve a tropezarse con ese sentimiento extraño en estas fechas para un niño de su edad, pero super conocido de sus diciembres personales… para él, tampoco este año habrá navidad. No conoce de niño Jesús, ni de San Nicolás...mucho menos de Reyes; y no porque ha olvidado escribirles sino simplemente porque ellos no le contestan. Nunca ha recibido un aguinaldo, y mucho menos ha llegado a jugar al amigo secreto. Tiene nueve años, y lo que mejor evoca de estas fechas es su soledad. Su minusvalía frente a una oportunidad en que otros ríen, y él no llora por hombre…pero que le recuerda que no todos somos iguales, ni siquiera en la fecha del nacimiento del niño Dios. Que hay a quienes les sobran los juguetes, la comida el afecto, el abrigo...y a otros como él, a quienes les pichirrearon –incluso- un poco de compañía. Acostumbrado al desprecio ajeno, al rechazo a sus ropas sucias y rotas –y no por desaseado, simplemente porque no tiene otras que ponerse, ni casa con ducha para cambiarse- sin embargo no deja de sentir la desigualdad con que la vida lo trata, sobre todo en estas fechas. El no aspira a tener todo lo que los demás tienen…se conforma con que cuando se acerque a alguien a pedirle algo de lo que a ese alguien le sobra, si no le da nada...al menos no lo trate mal. Al menos, lo trate con respeto. Porque para él, acostumbrado a las alarmas en el sitio de su hambre…al frío enquistado cada noche en sus carnes…a alimentarse de las sobras ajenas...a vestirse con las chivas de cualquiera…lo único que pide es que, al menos en navidad, lo traten de igual a igual. Que le regalen aunque sean sonrisas. Que le den una oportunidad, aunque sea en estas fechas, de no sentirse un estorbo, un niño sucio, un chico malo, alguien de quien hay –necesariamente- que cuidarse. Que le permitan hablar, participar de alguna conversación. Que alguien le de la mano sin asco. Que lo inviten a comerse una hallaca completa, o un pedazo de pan de jamón cortado para él, y no solo el que quedó porque a alguna persona no le cupo o no le gustó. Sentirse un niño más, y no ese macho del que, aunque se ufana, tiene un niño preso y golpeado adentro. Si bien no puede pedir una navidad o un año nuevo en familia porque no la tiene…ni aspirar a un abrazo cariñoso de despedida de año de papá o mamá, porque no sabe dónde están o porque prefiere no saberlo…solo aspira a que cuando llegue a ese rincón donde duerme, a posarse de nuevo como cada noche sobre esos trapos inmundos que le sirven de colchón y de cobijo, por alguna vez no lo torture el hambre, tampoco lo torture la soledad, y pueda por algún momento en su vida fantasear este próximo 24 de Diciembre con que ese día va a poder ser un niño como todos…regalado, bien comido y respetado. Que pueda dormir con esa sonrisa que la generosidad de alguien le dibujó…y tener por fin la dicha que una persona cualquiera, por él, se quite una hallaca, un pan, le dé un juguete o una franela menos a sus hijos, y se la regale…para que pueda tener por primera vez, y en Nochebuena, algo nuevo y suyo desde siempre. Algo tan simple, pero tan significativo, que sea capaz de convencerlo que es verdad, que al menos en navidad… todos somos iguales ante los ojos de Dios.

-¿Cuántos años tienes?
-“Creo que nueve. Porque cuando me fui de casa, mamá decía que tenía siete, y de éso hace como dos años”

-¿Quién te representa?
- “Nadie. Este mismo que usted ve Señor. A mi edad soy quien toma las decisiones. Quien provee lo necesario. Quien es el amo y señor de mi vida. Quien responde por lo bueno o lo malo que haga. Soy yo solo, señor. No tengo a nadie en mi vida…ni me hace falta”

-¿Te gusta la navidad?
-“Claro que sí. Aunque me pone triste porque yo no puedo disfrutarla como muchos otros. Me gustan los adornos, la música, lo que veo que otros hacen y que sueño algún día hacer. Yo espero que algún día, antes que sea muy viejo, me toque a mí gozar la navidad”

- ¿Cómo es éso?...si la navidad es para todos
- “No señor, está equivocado, la navidad no es para todos. La navidad es para quien tiene familia, amigos o plata. Para los demás no hay navidad. Navidad hay para quienes son visitados por el niño Jesús o San Nicolás, para quienes pueden comerse una hallaca, o un pedazo de pernil, o un pan de jamón, celebrar, darse un abrazo, encontrase con la familia, estrenarse ropa, zapatos, verse con los amigos, salir a visitar a los parientes, acostase cansado pero de tanta alegría, rumbear,….para otros como yo, no hay esa posibilidad. Porque el niño Jesús como que perdió mi dirección, o nunca la tuvo en su agenda… porque yo jamás he recibido un juguete en Nochebuena. Mamá me corrió de la casa porque su hombre no me quería. A papá, nunca lo conocí. Cuando me le acerco a alguien ese día con mis ropitas bien rotas y hasta sucias, piensa que lo voy a contaminar su estreno, y me echa malos ojos, o me desprecia. Si pido una hallaquita, me dan las sobras. Amigos, no tengo. Para mí, la navidad es más dura que los otros días, porque uno siempre se hace la ilusión que alguien aunque sea ese día lo va a tratar de tú a tú…con respeto. Con alegría, y no como perro sarnoso. Muchas veces he esperado que se cumpla aquello de que todos somos iguales pero que va…en navidad es cuando somos menos iguales. Ese día hasta ganas de llorar me dan, porque es cuando más siento la diferencia. Ese día casi todos ríen menos yo, que sigo sucio, pobre, solo, abandonado, hambriento, y sin posibilidad de niño Jesús.”

-¿Crees en el niño Jesús?
- “Como quisiera creer en él. Cómo quisiera que se me pasara la edad de creer, y obligarme a seguir creyendo para que me siga regalando. Pero como le digo, no sé si es que existe para algunos y para otros no. Si es que tiene una lista de preferidos y otra lista de olvidados. O a lo mejor es que los papás son los intermediarios, y como yo no tengo…me dejaron por fuera. Lo cierto es que a mí nunca me ha visitado. A mí nunca me ha dado nada. Con las ganas que he tenido siempre de que me visite!!!. Con lo que he fantaseado cada 25 de despertarme aunque sea con un regalito…el más barato… aunque sea un caramelo que me haya dejado…pero no, definitivamente yo no estoy en su recorrido”

- ¿No has buscado reencontrarte con tus padres, con algún familiar y dar y recibir ese abrazo que extrañas en estas fechas decembrinas?
- “No. Porque estoy seguro que no lo voy a encontrar. Mamá no solo me botó del rancho, sino que de su vida. A papá no lo conocí nunca…y la familia de mi mamá, siempre se peleó con ella porque era muy enamorada, y nunca tuvimos contacto. Pero tampoco cuando viví con mamá me visitó el Niño Jesús. Ni San Nicolás, ni los Reyes. Tampoco celebramos nunca la navidad. Ni siquiera nos reunimos en familia. Ella se iba de rumba, y a mí me dejaban solo en la casa amarrado a la cama para que no fuera a salir y perderme. El 25, en vez de abrir regalos, me encontraba con mamá medio borracha todavía, con algún hombre en el rancho, que había escogido en la rumba del 24…teniendo que hacerme el dormido porque si me despertaba me castigaban o me echaban para el patio para que no estorbara…y allí hacía mucho sol.”

- ¿Nunca tu mamá te abrazó o te hizo cariño?
- “No señor…palo fue lo que me dio siempre. No ve que ella me echaba la culpa de haber perdido su libertad. Siempre me repetía que yo le había echado un vainón en su vida. Que ningún hombre quiere muchachos de otro. Que apenas a sus 17 años yo y que le eché a perder su futuro. Y cada vez que se rascaba, pelaba por la correa y me daba palo parejo. Me echaba a mí la culpa de sus males…qué cariño, ni que abrazo señor. Palo parejo es lo que me daba, hasta que me botó definitivamente y pudo entonces por fin tener a todos los hombres que quiso. Y creo que me hizo un favor. No le debo nada a nadie. Ni necesito de nadie para vivir. Tengo dos años solo, y como puede ver así pobre, medio sucio, sin ropas nuevas, ni casa, ni nada…pero vivo. No he robado a nadie, no he agredido a nadie. Ni bebo, ni me drogo, ni le falto el respeto a ninguna persona.”

-¿De qué vives?
- “De hacer de todo. Cargo bolsas, limpio vidrios, vendo vainitas. Pido. Mendigo. Lavo carros. Hago mandados.”

- Si yo fuera el niño Jesús ¿qué me pedirías?
- “Carajo…me la puso difícil”

- Bueno, pero siempre has querido que te visite, conocerlo…deberías estar preparado
- “Siempre he querido conocerlo, siempre he soñado con que el niño Jesús me visite pero como estoy seguro que eso no va a pasar, por eso nunca me hice ilusiones. Pero ya que me lo dice, deme su mano y dígame que va a ser mi amigo y me va a respetar como gente…yo creo que para empezar, eso va a ser suficiente.”

Le doy la mano y en ese apretón trato de transmitirle todo mi respeto, después de haberlo invitado a compartir mi mesa, y la de mi familia, en esta navidad. Me he mirado en sus ojos, y allí he vuelto a ver, toda la desigualdad del mundo. Arrinconado en su fantasía, en la acera vieja cubierta de trapos sucios que le sirve de almohada, su desconfianza en la gente, en la igualdad, toma visos de certeza muda. Frente a cada Diciembre, y gracias a quienes le rechazan cuando ofrece limpiar un vidrio, o pide alguna moneda para sobrevivir, Dios, el niño Jesús, San Nicolás, Los Reyes Magos...y hasta el amor se le hacen inaccesibles. Presa de todas las injusticias, su personita arrancada a alguna frase atinada de algún poeta persa de principios de milenio, ha sido objeto de todas las angustias, de todas las vivencias, de las diarias traiciones, de los cotidianos silencios. Sn ánimo de seguir creyendo, vencido por todas las injusticias tropezadas, descreído por el testimonio de cada diciembre, conservando sin embargo su integridad, su moral, su impermeabilidad apenas a los nueve años…teniendo como premio el orgullo del bien…a pesar de ser primer actor de todo el mal del que se pueda ser protagonista…inventó una autoconfianza, y evadido en sueños voló desde el abismo, desde la miseria terrena en que fuera echado hace dos años por su propia madre… a ese cargamento de premios terrenos de ser puro, noble y maduro…aún en medio de la inmundicia a la que todos, de alguna manera, le hemos condenado. Allí ha descubierto que el único paraíso es la satisfacción de un deseo logrado; y la evasión del infierno… el no querer tomar venganza de tanto desprecio. Por lo que se ha obligado a olvidar, a vivir sus pasos y sus fracasos con dignidad, a mantener su primer sueño…descalzo, sin huellas que dejar, ni que seguir. Sin amores ni odios. Siempre en el comienzo de la ruta, sin presentimientos, ni mentiras, con desprecio por el miedo y con esa protección infinita de muchacho pequeño. Por eso está obligado a vivir de realidades…aunque fantasee de nuevo y sin mucha esperanza con vivir la navidad, cada 24 de Diciembre.


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