A desvestirse todas

(Publicado el en el Diario El Informador 08.10.08)

A desvestirse todas…
y cuidadito con protestar!


Lic. Víctor M. Barranco C.

Nunca pensó que el castigo que la sociedad le tenía reservado a su hermano, iba a ser también para ella. Quien no tiene más culpa, que el querer llevar su afecto a quien si bien se equivocó, merece ser tratado como un ser humano. Todas la violaciones, todas las aberraciones, todo el ensañamiento de que alguien es capaz, lo sintió aquel día. La autoridad, esa que en algunos recintos se diluye en su propia desgracia, la hizo víctima de la vergüenza. Reo de la impudicia. Protagonista de un secuestro, de una requisa sexual a quien apenas traspone la mayoría de edad. Uribana ya no es solo un infierno para quienes allí, con culpa o no, con sentencia o no están recluidos. Es el espacio dantesco, donde los fantasmas se ceban con codicia, con libidinosidad, con esa asquerosa actuación de los que no respetan… contra las damas. Madres, hermanas, primas, novias, hijas, amantes, esposas de los reclusos. No hay diferencia, ni selección. Para las uniformadas todas son sospechosas de algo. Allí nadie respeta las leyes, mucho menos a las personas, sobre todo si son mujeres. Allí nadie es inocente. Allí todos son culpables, en la presunción de quienes vigilan. La visita a un ser querido comienza con la vergüenza que lacera, para terminar con el pudor perdido. Con la pena cuesta arriba haciendo piruetas en el sitio de la dignidad, los valores, los principios y con esa humillación innecesaria y gratuita, además de inmerecida, que va de la mano con el terror al tener que pasar por una pesquisa… donde te conminan a perder la timidez al colocarte desnuda frente a unas 20 mujeres más que desconoces… y otras dos mujeres más que te revisan hasta el más recóndito lugar de tu cuerpo, allí donde la mano y la actitud ofende. Donde se atropella la intimidad y con ramplona grosería se ensañan si protestas, o solicitas un poco de respeto. Ellas, amargadas quién sabe por qué…seguramente por el trabajo que en mala hora les toca, dicen que por seguridad, para que nadie pase drogas… cuando todos saben que la que entra a Uribana, no viene ni en la maleta, ni en el cuerpo de las damas familiares, léase bien, de las damas que deben someterse a ese manipuleo vergonzante. Cuando todos saben que la realidad es otra allá dentro. Por eso ella, a sus 18 años grita. Cansada de ser obligada a recorrer charcos y pantanos, en esa miserable alcabala donde no respetan ni su virginidad, ni su vuelo de flores. Todavía llora cuando recuerda. Cuando al llegar conoció la dimensión de la noche. La profundidad de las heridas gratuitas. Esa cicatriz que ahora llevará por siempre. Encontró, junto a ellas, muchas otras dignidades violentadas. El mismo rubor en cada cara. La anciana desnuda, brincando casi sin poder con sus genitales expuestos a la requisa de la uniformada. La esposa sacrificada, abriendo sus piernas ante todos para satisfacer quién sabe que desviación hormonal. Y aquel reloj detenido, solo porque si alguien protesta…a todas como castigo las dejan tres y cuatro horas desnudas. Es Uribana, en su otro infierno. El que abrasa a las inocentes mujeres que pagan ese oneroso y asqueroso peaje de ser violadas…pesquisa adentro.
-Cuando me escribe, aún no descubro la indignación que la acompaña. Es cuando me visita que palpo lo que puede hacer un abuso en una persona. Le pido que me cuente…
- Buenos días Licenciado. Tengo un par de semanas pensando en usted. En que puede ser la vía de quienes como yo, familiar de un preso en Uribana hemos sido violadas por uniformadas en la pesquisa. Sometidas a cualquier clase de toqueteos y abusos. A la exposición de nuestras partes íntimas. A saltar en pelota para satisfacer quién sabe qué aberración sexual. A contarle la historia que padecemos cientos de mujeres de diversa edad, condición sexual, religión, frente a desmanes que nadie frena. Tanta ignominia, tanta impotencia mezclada con esta rabia de no poder hacer nada… ni siquiera protestar. Mucho menos hacer valer nuestros derechos. La condición de anciana, de virgen, o simplemente de mujer, de ciudadana. De persona inocente. Ellas, las guardias, se aprovechan de nuestra necesidad de ver a familiares quienes por malos pasos se encuentran en ese mundo tras rejas, en donde lo putrefacto tiene aposento seguro para quienes son y quienes no son delincuentes, pero eso no es lo peor… sino que también tienen reservado un castigo bien particular para los familiares que tenemos que asistir a aquel festival de abuso de todo tipo.

- ¿Cómo es el proceso?
- Todo comienza alrededor de las tres a cuatro de la mañana, cuando los familiares llegan al penal pues deben, como todo en este país, realizar la cola… allí pasan trabajo, frío y hambre; a eso de las ocho de la mañana, son marcados en los brazos, como las reses cuando van al matadero, con un marcador corriente dizque para establecer el orden en que ingresarán al penal. Posteriormente se hace otra cola dentro de la primera parte del penal, allí tienen que esperar por lo menos dos horas más, dependiendo como corra la pesquisa…o el nivel del ánimo de las pesquisadoras. Luego, y antes de pasar a la última cola, sus brazos vuelven a ser estampados con un sello del penal, para que no vayan a confundirse con los presos… Por último y quizás lo más deprimente del tener que ir a Uribana es la pesquisa como poniéndola a una como Dios te trae al mundo.

- ¿Cómo es eso?
- En este último procedimiento, es inevitable el sonrojo en las mejillas, el hormigueo de la impotencia, la rabia contenida, para aquellas mujeres que no están acostumbradas a la mala vida y que por desgracia deben asistir al lugar donde guardan el padecimiento de saber que un ser amado se encuentra dentro de ese infierno establecido en la tierra. Aquí las mujeres y hombres son sometidos a una pesquisa en donde el pudor se pierde… es más traumático para las mujeres… Ellas son pasadas a un cuarto grande, un pasillo que aunque largo es estrecho…allí envían alrededor de 20 mujeres, las pasan en fila y las hacen desvestirse, mientras escuchan el sonido abrumador de las funcionarias militares diciendo: “Muévanla, apúrense, no tenemos todo el día, vamos, vamos a desvestirse…” Luego de estar desnudas, una señora ya mayor pasa revisando la ropa, mientras que la funcionaria militar manda a las mujeres a agacharse y a levantarse. Este mismo ejercicio se hace por lo menos unas ocho veces, esto por si la mujer lleva introducido en sus partes íntimas alguna droga ésta se salga y caiga al suelo. Las mandan a darse la vuelta. A colocarse de espalda, y luego a hacer lo mismo una y otra vez… las mandan “Arriba, abajo… arriba, abajo…” hasta que se cansan… por último hay que agacharse y abrir lo más que se pueda las piernas y esperar a que la efectiva militar llegue al lugar dónde estás tú y ella misma te revise y observe tus partes íntimas más detalladamente. Donde la sucesión de violaciones a los derechos ciudadanos y humanos tiene su vergonzante aberración estelar: la escrutadora mirada escarbando en las partes más íntimas de manera agresiva. La actitud violadora de todo principio y todo respeto, enterrando su coyuntural poder en la vergüenza de la mujer que va a visitar su ser querido. Las carnes expuestas ante todo el mundo, en una especie de orgía infernal a la que hay que acudir obligadamente, si es que quieres ver al familiar preso. La actitud victimaria de quien aprovecha abusivamente sus diez minutos de poder, haciéndole sentir a mujeres como ellas, que solo es escoria de la peor…por tener a algún familiar recluso. Es entonces donde termina la pesquisa pero queda la vergüenza pisoteada, y el pudor comiendo tu piel y devorándote la apestosa obligación de tener que perder la intimidad y comenzar a acostumbrarte a los gritos, a desprenderte de tus más íntimas prendas, de tu respeto… de la calidez de mujer que te siembran al nacer, para pasar a ser vista por todo el mundo, sin titubeo alguno, sin reproche… sólo con la esperanza de ver a aquella persona querida que está detrás de unas rejas.

- ¿No respetan ni a las ancianas?
- A nadie Licenciado. En nuestro país las mayores dolientes de los presos, son las abuelas. Porque la mayoría de las veces madres, padre, esposa o amante se desentienden del que purga una condena. Y esas viejecitas son requisadas en sus genitales, puestas a saltar desnudas en pelota hasta el cansancio, hurgadas en su lugar más sagrado e íntimo, por esa vista vouyerista producto de alguna desviación, que puede llegar a impedir –si acaso protestas- la visita.

-¿Qué crees tú que pueda hacerse?
- Yo siempre leo que en el Consejo Legislativo hay una comisión que se ocupa de los derechos humanos. Que en Lara hay asociaciones que dicen velar por esos derechos. Que tenemos mujeres aspirando alcaldías, diputaciones. En el Ministerio Público, en la defensoría. Es mujer quien ostenta la rectoría judicial del estado. Pues a unas y a otros, a través de este espacio suyo que todos leen y comentan los miércoles, que investiguen lo que está pasando en Uribana con las mujeres familiares de los presos. Que quienes se ocupan de los derechos humanos, que quienes siempre hablan de lo que pasa en otros países, sepan que hay una violación diaria que se hace de ese derecho acá mismo en las afueras de la ciudad. En esa sucursal de infierno en que se ha convertido el mayor penal del estado.

- ¿Volverás a visitar a tu familiar?
- Me va a ser muy difícil, mientras esas violaciones existan. Mientras no regrese allí el estado de derecho ciudadano. El respeto a la persona. No, no voy a volver mientras deba cambiar esa visita por una violación… Una sonrisa por una lágrima… el respeto para entrar a ver nuestra gente… mientras manos viciosas y miradas obscenas que me obligan a exponer a todos mis intimidades y mi pudibundez agoten los recuerdos dulces que deberían consecuenciar el ver al ser querido pasando tan mala hora…para tener que grabarte en la memoria cada detalle espantoso de aquella experiencia que no deseas ni contar… que deseas borrar de tus pensamientos y aliviar lo traumático de ese suceso que aunque quisieras olvidar, estará latente cada vez que abras los ojos y despiertes con una pesadilla al amanecer. No debemos seguir pagando ese alto precio. Ese peaje asqueroso y aberrante de una humillación a…cambio de una visita.

Qué pena con esa joven. Que vergüenza del gentilicio con todas esas mujeres quienes pagan con su vergüenza, con esa violación oficiosa, el derecho a poder ver en nuestras cárceles a sus seres más queridos. La veo en su impotencia, en su frágil debilidad ciudadana como quien pierde su último sueño. Triste, como quien ve partir la luz, los pájaros, el brillo, sin poder siquiera impedirlo. Desahuciada frente al respeto en esa agencia satánica de la justicia. Con esa enfermedad congénita de tener que labrar epitafios, deambular heridas y traficar vergüenzas solo porque a sus 18 años tiene a un ser querido preso. Sucia de las mismas violaciones debe además contener la ira, cualquier señal de protesta o impotencia en medio de unas agresiones que no se merece. Maltrecha, como a quien le roban un sueño, sin dejarla percatarse de que estaba soñando. Sola, con esa agresión que aún le corroe el sitio del pudor, debe despedirse de esa posibilidad de visitar a su ser querido en el intenado, de volver a recorrer ese camino, ese tiempo. No está dispuesta de nuevo a transitar la pesadilla. Ni a convertir esa agresión en un espejismo pequeño, de esos que se pierden en la memoria… como sacrificio por quienes queremos. La muerte de los derechos, del pudor, del respeto cada vez que alguien desde un uniforme y una presunta autoridad se arma de su agresión, se envalentona y llega a la pesquisa…cada vez que en Uribana, amanece.








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