He perdido a mis padres

(Publicado el 30.01.08)

He perdido a mis Padres
dos veces

Lic. Víctor M. Barranco C.


En su andar de diario asido a la sombra de un cadáver triste que en su deambular por el limbo, aún saca cuentas…las horas de su reloj punzan el sitio de su afecto con la misma tristeza de quien muere cada segundo, lentamente. En su lluvia particular, la de todos los días, cobija insomnios, odios, venganzas, preguntas sin respuestas…ese incómodo resentimiento que, de alguna manera, influye en todas sus decisiones. Esa sensación de tristeza escrita en su partida de nacimiento, en la casa de unos padres que siempre tuvo como suyos pero que, al final, después le resultó ajena. En los ojos de su familia, que resultó postiza. En la verdad de su origen que resultó comedia. Porque después de inventarse un amor de hijo, una figura de padre y de madre, resultó que no era hijo…ni era verdad lo de su padre y su madre. El verano llegó de repente, abriendo surcos, grietas, en su viejo libro genealógico…y esa sequía en la relación familiar, descubierta de la peor forma, convirtió su vida en tierra yerma, en calendario roto, en días heridos, en miedo permanente. Muertos sus padres...o quienes creyó que eran, se le acabó la familia, la seguridad, el mundo de amor que se había construido. Sus dizque hermanos, sus dizque primos, sus dizque tíos irrumpieron con la fatídica verdad en procura de adjudicarse los bienes a heredar…no había padres, ni tíos, ni primos, ni familia...solo, aquel “te recogieron…te hicieron un favor. Agradece más bien lo que has conseguido hasta aquí…pero no más. Tú no eres de los nuestros. Hay cariño, estima…pero nada más. No eres de los nuestros”... Allí se hizo pasajero de la rabia. Militante del odio. Facilitador de la miseria. Buscó en las camillas el sueño repetido de los enfermos, habitó con abejas y alacranes y aprendió de ellos a defenderse en silencio. Desde ese día, entremezclado con sus sombras, como viviendo varias veces a la vez, untado de muchas cosas, apretujado de gritos, con un suspiro en el cuerpo, en los bolsillos, en la mente, en el acta de bautismo…con la conciencia arrugada, sudada, manchada por tanta vivencia inútil, habita. Marcado por los nombres, los apellidos, los números, las fichas, los códigos, las leyes, presume de su nueva libertad, su incomprensible libertad...la de sangre. Atiborrado en su mente, en sus creencias, en el mundo mágico hecho añicos, en la incógnita de no saber ni siquiera de dónde viene, la angustia casual es hoy una distracción más, en los nuevos días sin apellido de su nueva intimidad...por quienes dejaron – por voluntad propia- de ser sus hermanos, y convirtieron a punta de un pragmatismo que no entiende…en duro, cruel y cotidiano insomnio...

- ¿Qué te hizo tanto daño….la verdad?
- “A estas alturas no sé si la verdad…la mentira que la precedió, o la sorpresa de vivir una situación para la que no estaba preparado y para la que, en definitiva, no lo voy a estar nunca. Nadie se prepara para ser despojado de afectos y familia sin razón. Nadie se prepara para un día descubrir que se es hijo del viento. Nadie se prepara para que los tuyos te den la espalda, y además esperan que le agradezcas por ello”.

- No ser hijo de quienes te criaron, ¿cambia las cosas?
- “En mi caso sí. Cuando uno conoce papá y mamá por más de 18 años no piensa nunca que está viviendo una farsa. Simplemente una comedia. Papá y mamá, así los llamaré siempre, nunca me dijeron que yo fui el producto de un accidente en la vida de un par de personas que nunca más quisieron saber de mí. Nunca me dijeron la verdad. Me engañaron, por amor hacia mí, por egoísmo de ellos, por conveniencia del momento, por hacerme menos dura la verdad, por imponerme la suya; no sé…pero me engañaron. Más no engañaron a sus hijos de verdad, a mis otros hermanos. Ellos lo supieron siempre todo. Y hoy, después que los viejitos fallecen me lo recuerdan de la manera más cruel. Echándome de la casa y confesándome un gran cariño…pero hasta ahí. Hoy entiendo el por qué yo nunca recibí lo mismo que mis hermanos, ni en su misma dimensión…hoy entiendo el por qué mis complacencias eran menores; pero me conformo. A lo mejor esta sobra de vida, siempre será mejor que lo que me podían dar los que desaparecieron. Los que me engendraron. Yo debo ser de los pocos han perdido a sus padres dos veces”.

- ¿Hubo diferencias entre tus hermanos y tú en el cariño de tus padres adoptivos?
- “Ahora que se ha develado la película, ahora que se han caído las máscaras, ato cabos, y recreo diferencias. Aunque mis padres, o quienes lo fueron ante mis ojos, me daban muchas cosas, nunca llegué a tener lo que mis hermanos. Yo nunca salí de Carora mientras mis hermanos estudiaron unos en Caracas y otros en el exterior. Yo nunca tuve carro propio, mis hermanos sí. Incluso en el afecto, hoy que evalúo fríamente sin conceder excusas por anticipado a algunas situaciones, siento que no tuve la misma medida de cariño. Que me dieron lo que les sobraba de amor. Lo que pudieron darle a una mascota…pero que nunca compartieron conmigo, lo que era de ellos, solo de ellos. Lo que queda en el vaso después que todos se satisfacen. El resto de la olla.”

- fue así tan malo…
- “Ahora que ato cabos, sí. Siempre pensé que había una preferencia por mis hermanos. Que yo era un poco el patito feo de la casa…pero luego descubrí que no. Que yo era un recogido de la familia. Un tomatico de la ensalada...pero no la ensalada. A mí me castigaban más que a mis hermanos, y yo siempre pensé que si bien eran injustos, a lo mejor era por una apreciación equivocada que ellos tenían de la situación….pero no, es que yo no era de la familia. Muchos me han dicho que nadie quiere a hijos de otros, pero entonces por qué no les dicen la verdad???...por qué no encarar la realidad y decirles a esos niños que en verdad no son hijos…y te aseguro que van a agradecer siempre el favor que les han hecho y, seguramente, a entender la diferencia en el trato y en los privilegios.”

- ¿Cuándo descubriste la verdad?
- “Cuando ellos murieron. Primero él, y como a los seis meses, ella. Los que se decían mis hermanos me llamaron, y con cara de tristeza me dieron a conocer la mala nueva: Hay algo que queremos contarte, ya que los viejos no están. Algo que ellos no se atrevieron a decirte pero que debes saber. Nuestros padres, dedicados siempre al bien ajeno, te recogieron de una familia muy pobre y te hicieron uno más de esta casa…uno más de la familia. Hoy debemos decirte que, sin embargo, ellos repartieron en vida todas sus cosas entre nosotros que somos sus hijos, como comprenderás...y a ti, te dejaron una pensión por un año, mientras organizas tu vida. Esta casa la vamos a vender, búscate una residencia y tienes un año para buscar trabajo y empezar a hacer tu vida. Te queremos mucho, pero no somos tus hermanos, ni ellos fueron tus padres. Como comprenderás, lo que dejaron es para el disfrute de sus hijos legítimos. Te legaron un apellido, una educación y debes estar agradecido. Nosotros te ayudaremos en lo que podamos, pero creemos que es necesario que hagas tu vida, que tomes tu rumbo…y que reconozcas que lo que dejaron no te pertenece.”

- ¿Qué les dijiste?
- “Nada. Solo los escuchaba, atónito. Enterándome de un sorbo no solo que había perdido a unos padres que no lo fueron, sino que me despachaban unos hermanos, que tampoco lo eran. Y que me dejaban en la calle una familia que me quería, pero que no iba a compartir conmigo los bienes heredados. Y por si fuera poco y sin delicadeza alguna, que no era hijo, si no un recogido. Imagínese Licenciado, todo eso en minutos. Sin anestesia. A mí nunca me importaron los bienes…ni nada. Tampoco me plantee nunca el no ser de la familia en la que había crecido. Solo me preguntaba el por qué no me lo dijeron...yo lo habría entendido y hasta agradecido.”

- ¿…No sería que ellos no pensaron que tus hermanos actuarían de esa forma?
- “De eso estoy seguro. Ellos me tuvieron como un hijo. Con algunas diferencias como le conté…pero creo que jamás me hubiesen echado de la casa”

- ¿Vas a pelear los bienes?
- “En este momento eso es lo que menos me importa. Debo averiguar cuál es mi situación filial desde el punto de vista legal para saber cómo me voy a llamar de acá en adelante. Lo material, pueden quedárselo ellos. La vida les cobrará lo que hoy me quitan…respeto, amor, familiaridad, sueños, y quien sabe si hasta algún patrimonio. No, Licenciado, no voy a pelear los bienes…a lo mejor peleo el apellido, ése que siempre he tenido...porque si no, hasta sin nombre me voy a quedar”

- ¿Por qué me llamaste?
- “Usted se ha convertido en el cronista de la reflexión. Y lo que me pasó a mí, seguramente le va a servir a otros para que se miren en mi espejo. Y a muchos para que no hagan lo que hicieron los hasta ayer no mas mis queridos hermanos. O para que alguien me explique cuál es la diferencia entre adoptado y recogido. Cuándo cambian las cosas, si es que cambian. Si el amor del padre adoptivo o recogedor, es el mismo del hermano a quien le imponen ese nexo y debe compartir sus juguetes y lo que él considera su patrimonio. Si en una familia de varios, la adopción o recogida debe ser consensual, una decisión tomada por la familia, y no solo por los padres para que después no haya desajustes como los que a mí me pasaron. Si esa figura debe dejar de ser un secreto, y ser conocida por el adoptado o recogido, para que sepa cuál es su situación y a qué atenerse. Que más allá de los derechos legales que protegen los bienes, cuáles derechos del amor, el respeto, son protegidos en estas relaciones de adopción con toda la familia y no nada más con papá y mamá…en fin Licenciado, que entendamos por fin que la adopción no es un problema solo de quienes adoptan, si no que también de la familia toda donde se produce la adopción”.

Un drama del amor…una factura del desamor jugando en el mismo campo, pero en tiempo distinto…lo pragmático, con toda su contundencia y frialdad haciendo piruetas en el escenario de lo que pudo ser una familia. Una dificultad en el sitio de la emoción adulta. Donde no hay límites, ni concesiones. La huella de una vida desvaneciéndose en segundos, sin explicación ni razones. Un hombre trepando su propio miedo en medio de la incertidumbre. Unos padres que quisieron ayudar, y que al no prever las consecuencias, terminaron por arruinar varias vidas. Esa pregunta que retumba aún en el sitio de nuestra conversación sobre la diferencia entre adoptado y recogido. Ese sentimiento confuso de verse hasta sin nombre en la adultez, porque vivió la vida con un traje prestado. Donde al mirar atrás vio el abrigo de otros cobijar sus propios sueños…revistiendo solo de angustia el camino de su propia vergüenza. De lagunas, su existencia. De rabia su futuro. De olvido…su entorno familiar.

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