Estuve 4 años en el infierno

(Publicado el 12.03.08)

Estuve cuatro años
en el Infierno
Lic. Víctor M. Barranco C.

Con un apellido que le dice mucho a la ciudad. Un nombre bíblico que nunca coartó su libertad de pensamiento y conducta...mucho menos su ser protestatario y no convencional. Con una vida llena de bohemia, poesía, crónica cotidiana, rebeldía, irreverencia. Con una pasión por investigar y escribir, que le permitió, más allá de cualquier manual de ortodoxia, hacer del arte una excusa para su propia satisfacción, un camino para la informalidad… un espacio para su libertad plena. Sin ataduras, ni siquiera con el legado del padre -especie de ícono del servicio ciudadano y el estímulo al desarrollo regional-, descubrió atajos para su interrelación con los demás que nunca necesitaron de la formalidad que, en teoría, estaba destinado a heredar. Un día, de esos aciagos escritos desde la jefatura de un cuerpo policial que después quedó al descubierto en sus aberraciones, corruptelas y desviaciones, fue sorprendido –según él- en una trampa. En un vil montaje. Decenas de uniformados con perros y cuanta arma existe… irrumpieron en su casa. Él, de pronto –y hasta sin saberlo- narcotraficante peligroso, cuando ni siquiera tenía para andar en buseta. Mucho menos mansiones o avionetas. Ni siquiera a veces para comer completo. Pero el poder de la desviación del funcionario jefe omnímodo de entonces, hoy felizmente defenestrado, lo hizo aparecer como un peligroso delincuente. Estuvo en Uribana, esa especie de antesala del infierno, donde descubrió códigos propios. Allí fue bibliotecario, profesor, agente comunitario, misionero bolivariano, guarda custodia de cualquier conocimiento por precario que fuera, en los callejones del recinto. Sin embargo le negaban la justicia reiteradamente, Tuvo que admitir, concesionar hechos para poder salir, y desde entonces busca un editor para contar su historia y la que vio vivir a otros en el centro carcelario. Ese infortunio que sin advertirlo, como los sueños más escabrosos, los que allí aparecen hasta estando despierto, y que sin demasiados convencionalismos convocan a ese gusanillo sordo y fétido de rincones y miserias, se prendaron de sus años, de sus debilidades, de sus propias irreverencias como contaminando el pozo, el de los sueños pequeños, para poder complacer el poder desmesurado y putrefacto...sin voz, sin oportunidad de vuelo, solo con esa tormenta vivida calabozo adentro, por el sembrador de espejos ganado por la vida en su muerte de diario. Acorralado, esta vez, por el dedo de la Providencia, acusado por tratar de vivir su propia vida, el camino viejo de estéril recorrido se revolcó en su tiempo, despacio, para hacer todo el daño en su carne magra, esa que forraba y forra aún sus huesos, los del eterno viajero de las mil pesadillas…pero aún, con la esperanza de que la gente sepa su verdad, para pasar la página y con el rostro, esta vez risueño…entonces sacudirse y, en medio de sus pinturas, del arte y la poesía, disponerse a seguir viviendo.

- Esaú, ¿cómo estás?...lo saludo cuando me visita en mi oficina. Tiempo sin verte, le digo. Supe de tu problema. Mucha gente me recordó los programas que sobre Barquisimeto hicimos. Mucha gente preguntó qué había pasado contigo…
- “¿Cómo estás Víctor? me dice. Leí ayer un reportaje tuyo en El Informador, y me animé a visitarte. Primero para saludarte, y luego para contarte sobre un libro que estoy escribiendo sobre mis 4 años en Uribana. Sobre ese mundo que viví. Sobre esa larga visita a la antesala del infierno, que me obligaron a realizar funcionarios corruptos y una justicia que no termina de ser sorprendida por otros poderes y por letales influencias. Por esa manipulación de los hechos que a veces hacen los sustanciadotes. Por esa aberración que motiva algunos círculos del poder”

-¿Qué fue lo que realmente pasó? ¿Cómo es que pasaste de cronista de lo cotidiano a delincuente peligroso?
- “Pues todavía estoy atando cabos…todavía estoy deshaciendo la madeja, a ver si la entiendo del todo. Un alto jefe policial, destituido recientemente por órden caraqueña según la prensa, acusado de cuanta perversión y corruptela existe por diputados del propio gobierno, sació en mí una ira que me era ajena. Cobró conmigo, según he podido ir estableciendo, facturas que no me eran propias. Y tratando de presionar a quien sabe que pariente con responsabilidades de control, se fue por el lado más débil...por el mío. Y yo, que jamás he hecho daño a nadie, que como tu sabes solo he querido dedicar mi vida a la creación y a la inteligencia, un día vi la cuadra donde vivo en un operativo policial como si fueran a buscar a Osama Bin Laden. Ese día, como a mucha víctima de ese funcionario y su banda, “me sembraron”. Me pasaron a Uribana, y comencé una cadena de injusticias, inhibiciones y demoras judiciales que retrasaron incluso mi derecho a la defensa por varios años. Es más, pidieron más años para mí de cárcel que para los narcos que han detenido con avionetas y toneladas de drogas. Todo un enjambre de intereses y abusos, que hoy con serena calma, trato de ir descubriendo. Y que comenzó a andar en los tribunales, justo cuando el funcionario fue destituido”

- ¿Cómo te fue en Uribana? ¿Es cierto que allí impera la ley del más fuerte? ¿Qué la muerte anda realenga por los rincones?
- “Uribana es la antesala del infierno. Pero no necesariamente solo por los reclusos. En ese infierno quienes avivan más el fuego son los funcionarios. Ese es un submundo de tortuoso lucro. Donde se explota todo. Pero donde hay códigos. Hay lo que llaman la rutina. En Uribana se respetan más estas canas, que en las calles de la ciudad. Allá viejos, jóvenes, sembrados, quienes no han empuñado armas, quienes mataron por accidente o pasión no están en la lista de agredidos. Son respetados. Fíjate que yo armé una biblioteca con los pocos libros que conseguía, porque allí les rompen los libros a los internos…más por ignorancia que por maldad; y armé la biblioteca. Hice el curso de preparador para las misiones, y armé una misión para que todos estudiaran bachillerato...misión que abandoné porque no se cumplieron los extremos para otorgar los diplomas. Era más importante tener gente graduada, que gente que tuviera méritos para graduarse. Organicé encuentros. Conseguí, en medio del ocio angustiante que allí se vive, una ventana por donde canalizar mi espíritu creativo”

- Y mientras ¿Qué pasaba con el juicio?
- “Detenido. Por las influencias del funcionario en cuestión y porque mi primer abogado me engañó. Los presos son seres indefensos en sus derechos. Sujetos a quien cualquiera engaña porque están en minusvalía frente al abuso. Luego conseguí a uno, que ahora tengo, y que me llegó coincidencialmente cuando el funcionario abusador fue destituido, y comenzaron a cesar las presiones en mi caso. Me señaló que lo mejor era admitir algunos hechos para salir inmediatamente, pues mis años de servicio interno me iban a ser reconocidos. Si reconstruía todo el juicio, seguramente me iban a declarar inocente, pero eso podía llevarse un par de años más….entonces me dije, bien a estas alturas lo que me saben inocente no van a cambiar de opinión, y los que sienten culpable…tampoco. Salir rápido de este infierno, a cambio de tener antecedentes, cuatro años después…bien vale la pena. Lo hice, y ahora estoy con un régimen de seminternado que debe estar por concluir para regresar a mi libertad plena”

- ¿La familia….los amigos? ¿Cómo quedó el entorno después de los señalamientos y el pase a Uribana?
- “Los amigos, siguen estando allí. Siempre creyeron en mí. Me conocen. Quién iba a pensar que yo era el capo poderoso del narcotráfico en medio de la pelazón en que siempre estaba. Quién iba a comerse ese cuento, conociéndome, de tráfico de estupefacientes si a veces me costaba costearme el vicio del cigarro?? No, mis amigos no se lo tragaron. En cuanto a mi familla, algunas se preocuparon por la mácula en el apellido de la familia, más que en mí. Otros, como mi hermano, siempre solidario, Siempre ahí.”

- ¿Te visitaban?
- “Al principio mucho. Después, yo mismo les pedí que no lo hicieran. Uribana es un sitio deprimente. La requisa es ultrajante y vejatoria. Me daba más pena que me vieran dónde estaba, que por lo que estaba. Lo segundo era mentira, pero lo primero era una realidad contundente. Una vergüenza objetiva.”

- ¿Cómo asumiste el encierro en ese vendaval de sangre, asesinatos y carencias que es Uribana?
- “Apelé a mis lecturas kármicas. A mis conocimientos e impresiones sobre la vida y la muerte. Leí, escribí, enseñé, compartí.”

- ¿Y el pariente por quien presumes pagaste unos platos que no rompiste?
- “Mi ahijado. Al principio, cuando todavía no sabía el por qué de mi siembra, solidario y preocupado. Después cuando se sospechó que podía ser por la venganza por una de sus actuaciones que yo estaba preso…no supe más de él. Solo silencio. Solo ausencia. Solo oídos sordos”.

- ¿Sientes rabia? ¿Odio?
- “Ya no. Pero al principio sí. Luego todo se va decantando, y aprendes a vivir con el infortunio. Valoras más la vida. Más el gesto afectuoso. Más la amistad. Te haces más sensible a los que hacen o dicen quienes te rodean, pero más tolerante. Asumes esa serenidad de quien lo ha vivido todo. De quien conoce lo peor, y de allí en adelante poco tiene que temer.”

- ¿Proyectos?
- “ver si algún diario se interesa en un reportaje que pudiera hacerle. El libro, sobre Uribana que ya tiene camino andado a través de unos editores merideños. Una iconografía del Libertador que estoy preparando. Y el descorrer cortinas, abrir ventanas, para regresar a la producción literaria. Producir para estabilizarme económicamente, y pasar la página…para siempre”

Se marcha de mi oficina, después de un abrazo cordial. Creo que con la seguridad en que después de mucho tiempo, para él, de nuevo amaneció. Que hoy después que en el centro de su angustia se habían escenificados todos los cuentos y todos los dramas, un color pastel, nacido en su reencontrado sitio de los sueños, calma la sed de cosas nuevas y hermosas. Que el manejo acertado de su aterradora experiencia, consecuencia del transcurrir de casi dos mil días en la antesala del infierno, es ahora compañero de viajes por sus nuevos arco iris. Y su ira, enterrada en algún rincón de la cárcel que deja, seguramente dejará de marchitar flores, en el jardín espino de la siembra inconclusa. Fue obligado por las circunstancias a introducir la forzada calma, la requerida madurez, en medio de su furia; y con la razón arrastrada por la contundente realidad desarrollada en el tiempo, adormeció sirenas que sin estar lejos, presagian ahora distancias cortas para el ropaje nuevo…contaminado sinembargo, por incontables tristezas. En su mente, el rincón donde reseñar las huellas que aún le queman aunque le cueste reconocerlo, se hizo pequeño. Allí, un instrumento de fuego, como hierro caliente, parece ser el profeta que ahora va a lograr poner un cese a la sucesión de inviernos. Hoy, desprendido de cualquier deseo de venganza, asume su realidad en medio de la esperanza. Toma su vida de nuevo, esta vez en libertad, y da salida a todo aquel fuego que acumuló en su cabeza por tanto tiempo. Y de nuevo, desde la sabiduría de una nueva experiencia vuelve a ser el sembrador de paz que emerge, justo al punto final de una época de temores donde los barrotes fueron el ábaco donde podía contar, sin equivocarse, los días de la oscuridad…pero para volar más lejos, siempre más.




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